miércoles, 29 de mayo de 2019

Notas de mayo






Uno. Francia, ese país del que históricamente nos han llegado noticias e inventos, desde los orígenes del Camino de Santiago hasta nuestros días, acaba de sorprendernos con la novedad de que quiere independizarse de su famosa ENA (Escuela Nacional de Administración), la institución que ha proveído a la República con hornadas de técnicos que han venido ocupando los más altos puestos del Estado francés, amén de capitanes de las principales empresas del país. Ser titulado suyo, ser enarca, ha sido símbolo de poseer sólidos conocimientos, capacidad para dirigir equipos y facultad de ver más adelante que la mayoría. Ha habido momentos, el actual sin ir más lejos, en los que tanto el Presidente de la República como el primer ministro, han sido egresados de dicha escuela.
En España el Estado se ha proveído también de especialistas del derecho (no conozco el programa completo, que obviamente puede exceder los límites del derecho) que puedan ser de utilidad en la ardua tarea de ayudar en el gobierno de las instituciones. Ser el número uno en su promoción ha conferido al abogado del Estado (que éste es el título oficial) un respeto unánime en todas las instancias. Me viene a la memoria la persona que ha pilotado Inditex, siendo mano derecha y de total confianza de su accionista mayoritario, como un buen ejemplo de la capacidad técnica de un abogado del Estado.
Claro que no podemos generalizar. El requisito inicial es tener un intachable expediente en la facultad de derecho correspondiente, respaldo financiero para poder seguir estudiando, tesón sin tasa para hacerlo, y tras los correspondientes cursos, aprobar las oposiciones, o mejor, sacar el número uno. Como lo que es preciso para ser notario o registrador de la propiedad, pero más en extenso. Mas este cúmulo de virtudes no siempre garantiza el éxito, aunque la ejecutoria de Pablo Isla en Inditex y en los anteriores desempeños suyos esté reconocida mundialmente.
Ahora bien ¿qué decir de casos como el de Soraya Sáenz de Santamaría, o el más elocuente, de María Dolores de Cospedal? ¿En verdad creen ustedes que han respondido en su desempeño en el gobierno mejor que otras personas, digamos, más sencillas?
Y esto debe llevarnos a otra pregunta: ¿Debe un Estado crear cuerpos de élite, con toda clase de privilegios, para que sean caladero donde las empresas privadas puedan reclutar a sus ejecutivos? Y aún más, ¿Tiene sentido que un inspector de Hacienda, cuando ya lo sepa todo, pueda irse a trabajar a un bufete privado y, si le va mal, volver a su puesto oficial? O, ¿es admisible que Vox fiche a un abogado del Estado para ir con armas y bagajes en contra de ese mismo Estado? Por cierto este abogado del Estado, de nombre Buxadé es socio de un despacho de abogados que ha facturado minutas a una fundación mientras Albiol era alcalde de Badalona. También es abogado del Estado José Luis Martínez Almeida, quien se perfila como alcalde de Madrid.
Los franceses han decidido prescindir de su famosa ENA. ¿No tendríamos que replantearnos aquí unas cuantas cuestiones?








Dos. Los consejeros de empresas cotizadas ingresaron 3.151 millones de euros durante 2018, un 4,8% más que el año anterior, al nivel de los tiempos de la burbuja inmobiliaria, según datos difundidos hace unos días por la Agencia Tributaria. De esta cantidad, Hacienda ya ha retenido 1.052 millones de euros a cuenta del impuesto de la renta que tendrán que liquidar ahora. El tipo efectivo que pagan los miembros de los consejos de administración de las empresas españolas en el IRPF asciende al 33,38%, según la estadística oficial. Las empresas cotizadas en el mercado continuo contaban con unos 130 consejeros durante el año pasado. Pero en España hay muchos más miembros de consejos de administración, en compañías que no están en Bolsa. El aumento en la retribución de los consejeros durante la crisis y después ha sido notablemente mayor que el de los trabajadores de las empresas en que prestan sus valorados servicios.
Por otro lado, hemos sabido también que en España se “meten” unos 6.000.000 de horas extraordinarias a la semana, de las cuales el 46%, es decir unos 2.800.000 horas no se pagan por el empleador a sus trabajadores. Insisto, por semana.
En consecuencia, el gobierno ha exigido a las empresas que se marquen las horas de entrada y salida del trabajo, como medida tendente a solucionar ese escarnio. Esta medida ha sido apoyada taxativamente por la justicia europea, a pesar de lo cual ha concitado la inquina de algunos empresarios y organizaciones empresariales. Unos han venido a decir que eso de marcar es cosa antigua, ya pasada; la esclavitud también, se les podría responder. Otros, que simplemente hay muchos trabajos en los que no es posible; seguramente tienen razón pero ya se sabe que la excepción confirma la regla. Mas para los otros, los que realmente no cobran las horas extras que trabajan, y que no tienen capacidad legal para reclamarlas, esa ley les viene como anillo al dedo.
Cuando se habla de pobreza, de trabajadores pobres a los que el producto de su trabajo no les alcanza para vivir dignamente, estamos hablando de esos que no cobran las horas extras, pero no solamente de ellos.
Y cuando a unos y otros los comparamos con los consejeros de que hablábamos al principio, y no solo consejeros, sino también altos ejecutivos, estamos hablando de desigualdad. Justamente de eso.
Hay que señalar también la gran controversia que originó el acuerdo para subir el Salario Mínimo Interprofesional a los 900 euros mensuales en que está en estos momentos. Insignes economistas e importantes organismos proclamaron a los cuatro vientos la catástrofe que se avecinaba: la Comisión Europea anunció la pérdida de hasta 80.000 trabajadores, el Banco de España aumentó esa cifra hasta los 150.000 empleos y hasta la misma Airef (Autoridad Fiscal Independiente) cifró las pérdidas hasta en 80.000 trabajadores. Pues bien, la propia Airef ha reconocido no haber encontrado ningún efecto negativo en los primeros cuatro meses del año.
Se supone que la medida implica mejoras en la recaudación por IRPF y, aunque no sea mucho, mejora el consumo. Pero, como en el caso de las horas extras, supone el reconocimiento de una mala práctica, y contribuye a mejorar la vida de los afectados.
¿Qué clase de país tenemos donde no todos tienen trabajo, ni siquiera un trabajo digno? ¿Es esa la España que queremos cuando hablamos de patrias y banderas?




Tres. Periódicamente despertamos con la desagradable noticia de que una multinacional anuncia el cierre total o parcial de sus plantas en España. Hace un par de meses fue Alcoa, el líder mundial del aluminio; su razón de peso fue el alto coste de la energía y el disponer de plantas más rentables en otros países. Se agradece la sinceridad.
Ahora, ArcelorMittal viene con las mismas, añadiendo otro dato más: el alto coste de los derechos de emisión de CO2.
El alto precio de la energía que soportan los hogares españoles reduce también la rentabilidad de las plantas siderúrgicas, mientras que tenemos una industria de la energía que nada en beneficios y es principal operador en algunos mercados extranjeros, precisamente vendiendo más barato esa energía que allí producen.
Estas son algunas de las contradicciones de este sistema político y económico en el que naufragamos.
La transición energética ha de implicar, entre otras muchas cosas, cambios radicales que afectarán a la industria y a la economía, como no. Y también a las reglas de juego. Empezando por las de las empresas y las de los consumidores, y Europa que marca las nuestras, sabe que el cambio climático y el futuro de la humanidad no se combate solo en nuestro continente. El clima no entiende de fronteras y no se deben aceptar importaciones de ningún producto (acero incluido) que se produzca sin las mismas exigencias que se piden aquí.
Y no hemos escuchado a nadie hablar de estas cuestiones. Es inadmisible que hoy en día se admitan procesos de deslocalización atendiendo a los intereses de las multinacionales, y menos por razones que afectan a la crisis ambiental.






miércoles, 22 de mayo de 2019

Ante la jornada del 26 de mayo







Hace un mes hacíamos un llamamiento general para no dejarnos engañar ante las elecciones del 28 de abril; ahora estamos en idéntica situación, a tres días de volver a votar, y es el momento de tocar a rebato. Veamos:
Es conveniente acudir a las urnas, al menos con la participación que registramos el mes pasado. Pero como ahora tenemos más urnas, vamos a detenernos en ellas una a una.
En el caso de las elecciones municipales y autonómicas lo razonable es buscar los mismos partidos progresistas de la otra vez, y aguzar el ingenio en aquellos casos, que los hay, en que la posibilidad del voto se haya multiplicado. Pero como son casos particulares no vamos a entrar en el detalle.
Respecto a las elecciones europeas pocas veces se ha presentado una oportunidad de votar tan perentoria. Hay que desterrar la idea de que Europa nos queda lejos y no entendemos bien lo que hacen en ese parlamento. Europa se enfrenta a una encrucijada en la que nos estamos jugando mucho. Precisamente porque antes no le hemos concedido mucha importancia, Europa no está atendiendo como debe los retos que se avecinan.
Ya sabemos que China está a un paso de ser la potencia que imaginábamos; USA no es ya el aliado americano capaz de resolver la papeleta; Inglaterra, que nunca estuvo convencida de su europeísmo, está a punto de bajarse del tren; y ese tren europeo no es, ni de lejos, el que debiera. ¿Por que? Porque Europa se creó a partir del Mercado Común, y es, por tanto, la Europa de los mercados, pero se ha hecho muy poco para que sea la Europa de los ciudadanos. Se empieza a hablar de la creación de un ejército europeo, y tenemos cedida la soberanía bancaria, pero lo verdaderamente urgente es un sistema fiscal común, para hacer políticas sociales y fiscales que tiendan a mejorar el nivel de vida de todos los europeos y tratar de recuperar un estado del bienestar del que nosotros, los españoles, nunca hemos disfrutado. En eso se debe poner el acento, en mejorar el bienestar de todos los ciudadanos, desterrando las bolsas de pobreza que aún existen y las desigualdades, que cada día son mayores. Y que ningún país se vea solo ante una crisis, como pasó con Grecia en la última. Claro que de Juncker, que convirtió su pequeño país en un paraíso fiscal, no se podía esperar mucho más.
El mundo, y especialmente Europa, enfrenta la crisis climática, que amenaza inexorablemente con escenarios que ni siquiera podemos visualizar, con grandes catástrofes, hambrunas y movimientos poblacionales al estilo de las grandes migraciones históricas. Esa crisis climática va a poner en jaque al sistema político y productivo vigente, y cuanto más tardemos en enfrentarlo más esfuerzo nos va a costar esa lucha. El New Green Deal, del que se dice que tendrá que poner en marcha inversiones mayores que las del Plan Marshall al término de la Segunda Guerra Mundial, para la transformación ecológica, deberá ser dirigido por Europa, pues con USA ya vemos que no podemos contar.
Por esto hay que acudir a votar el domingo, para lograr un parlamento europeo donde la izquierda sea mayoritaria e imponga ese pilar social que se está reclamando.
No lo olvidemos.



miércoles, 15 de mayo de 2019

Cosas de pasiegos








Hay suficiente consenso acerca del territorio que a los pasiegos les es propio. Las tierras altas sobre la divisoria de las aguas entre las provincias de Cantabria y Burgos dan origen a varios valles: Al sur, el valle por el que discurre el río Trueba, que enseguida encontrará Espinosa de los Monteros; al norte, los valles del Miera y del Pas, que buscarán el Cantábrico. El primero de estos, pasado San Roque de Riomiera dejará de ser pasiego para ser meracho. ¿Qué diferencia a los pasiegos de los merachos? Según me contaba mi padre, los pasiegos ven crecer la hierba, en tanto los merachos la oyen; según otras versiones que he recogido, se diferencian hasta en la manera de picar el dalle. El apego de unos y otros al prado es irrefutable. El segundo valle, el del río Pas, además de su vocación de gentilicio alberga también el que forma el río Pisueña, otro pasiego notable. Este es el territorio pasiego. En la divisoria, tres puertos facilitan el paso de montaña, a saber: el Portillo de la Sía, el de Lunada, y el de las Estacas de Trueba. A las divisiones provinciales no hay que hacerles caso en estas cuestiones, de modo que pasiegos son los que habitan a un lado y al otro, y aparte de las villas arriba citadas, debemos incluir a San Pedro del Romeral, Selaya, Vega de Pas y Villacarriedo.

Estamos, como queda dicho, en tierras pasiegas, que lo son tanto las del sur como las del norte, éstas en plena Montaña, sustantivo que se me antoja más definitorio, a estos efectos, que el de Cantabria. Ahí es donde han vivido apegados al terruño, donde han construido sus cabañas que salpican el verde paisaje y sus casas vividoras para practicar la muda, calzando albarcas, con su cuévano a cuestas; transportando buenas belortadas de hierba al hombro por pendientes inverosímiles, y haciendo de la vaca su animal totémico. Su origen no está claro del todo: hay quienes hablan de una raíz genética bereber, y quienes les emparentan con los judíos, y hay quienes niegan cualquier diferencia con los otros habitantes de la región, salvo las que puedan derivarse de años y años de vida apartada unos de otros. Hoy en día este tema está fuera de discusión. Lo cierto es que desde el siglo XI, los sucesivos reyes de Castilla escogían de entre los habitantes de la comarca a su guardia de corps, de ahí viene lo de monteros, y no es muy lógico pensar que los reyes no estuvieran atentos a cualquier duda sobre la pureza de sangre de sus elegidos. Esto explica el apellido Espinosa de los Monteros, tan de actualidad hoy en día. Los principales apellidos pasiegos son Lavín, Cobo o Abascal, entre otros. Tengo para mí, cuando veo la imagen del Abascal más conocido en estos días, que no podría negar su origen. Ese perfil, con la nariz aguileña, la fortaleza física, y esa camisa desabotonada luciendo el aguerrido y fiero pecho son la viva estampa del pasiego. (también tiene ese aire bereber, pero esto lo pongo entre paréntesis para que no se me cabree)

Es de señalar también otro hecho en el que las pasiegas descollaron: ser muy valoradas como excelentes amas de cría para los niños de los reyes, primero, y después, de otros miembros de la nobleza, y de la alta burguesía del resto de España. Por España se diseminaron los pasiegos, estableciéndose en las principales ciudades; de esta reducida etnia descienden personajes como Lope de Vega o Francisco de Quevedo. Por su parte Calderón de la Barca desciende también de la Montaña, sin que pueda asegurarse su raíz pasiega. Los que sí la tienen son Iván Espinosa de los Monteros, como he señalado más arriba, y Santiago Abascal, que curiosamente han coincido por motivos ideológicos. Ya que no han seguido la senda de los anteriormente citados, cosa harto difícil, esperemos que no traicionen sus ancestros, los de uno de ellos porque, con razón o sin ella, nunca defraudaron ni traicionaron a aquellos que les pagaban, que eran los sucesivos reyes, y hoy, al rey ya no le guarda montero alguno, que le guarda la constitución; y los del otro, porque se cubrían con recia arpillera para aguantar las inclemencias del tiempo mientras cuidaban el ganado, pero nunca con bandera alguna, rojigualda o tricolor. Y ambos tienen un compañero principal de lucha política que no podrá ofenderse si le llamamos medio español, a juzgar por su segundo apellido.
A los tres me parece menester recordarles que el mayor servicio a la patria se logra sirviendo a los ciudadanos, por ejemplo como los sirve un médico o como los sirve un maestro, o desde cualquier profesión, por modesta que parezca. Que lo importante son las personas, no las patrias. Con que no se salieran de este ideario harían lo máximo por sus conciudadanos, que son muy libres de escoger su modo de vida y de pensar como les venga en gana sin preocuparse por lo que ellos les quieran imponer.









jueves, 9 de mayo de 2019

Países vecinos


Este artículo ha aparecido en la revista OP Machinery, en el número de abril de 2019.




Países vecinos



La entrega de unos premios internacionales ha reunido en Madrid hace unas semanas, en lo que viene a ser la decimosexta vez que se encuentran, al presidente de la República Portuguesa con los Reyes de España. Esto ha sido aprovechado por la prensa para resaltar la bondad de las relaciones entre los representantes de ambas instituciones, sin excluir a la Reina. Estas relaciones se han cimentado a través de las ocasiones en que han podido estar juntos, se supone que debido al carácter abierto y llano de Marcelo Rebelo de Sousa -que así se llama el Presidente portugués-, su fama de buen conversador, su extensa cultura y su gran formación; no en vano es el personaje político más popular en su país. Y se señala que dichas buenas relaciones se han desarrollado a pesar de la diferencia de edad entre unos y el otro. Relación, como se dice más arriba, no excluye a la Reina, con la que el presidente portugués ha congeniado extraordinariamente, dadas las varias aficiones que les unen.
Los portugueses tienen un refrán sobre el vecino peninsular: De Espanha, ni bon vento ni bon casamento, que no precisa traducción, y también sabemos que solo se puede odiar, despreciar, temer, al vecino. Nadie se enfada con alguien que esté lejos, a quien no se conozca. Y Portugal y España tienen siglos de historia común, tantos siglos como historia propia. Y hasta han compartido estado. Pero imaginemos por un momento cómo hubiera sido la evolución histórica de la península -sobre todo desde una óptica no sumisa al centralismo peninsular- si Felipe II, en vez de trasladar la corte a Madrid (ese poblachón manchego, que dijo Umbral) hubiera esperado unos años y la hubiera llevado a Lisboa. Una capital, Barcelona, para el Mediterráneo, y la nueva, Lisboa, abierta al Atlántico, a América, a Europa, a todos los vientos; si se hubiera constituido entonces un estado multinacional, como España es hoy, quizás los portugueses no hubieran sentido la necesidad de sacudirse el yugo español. Quién sabe!
En todo caso, ha habido en ocasiones voces portuguesas en favor de una más íntima relación con España; la última, que yo sepa, la de José Saramago, el gran escritor y Premio Nobel de Literatura, que abogaba por la construcción de un único estado ibérico. En cualquier caso, la pertenencia de ambos países al espacio común europeo no ha hecho sino acrecentar las relaciones entre España y Portugal, empezando por las económicas, aunque, a veces, haya dado la sensación de que hemos llegado allí avasallando, como llega un vecino nuevo rico.
Pero me gusta pensar en ello. Admiro -creo que se nota- a Portugal, que en múltiples aspectos tiene mucho que enseñarnos. Me gusta su historia, pensar cómo un pueblo tan reducido fue capaz de surcar los océanos en todas los vientos y abrirse a los tres continentes ajenos, discutiendo la supremacía española en la nueva América. Y tras la Revolución de los Claveles, encarar una nueva etapa que incluyó la asimilación de más de medio millón de retornados de Angola y Mozambique al producirse la independencia de esas colonias, un hecho que si bien se piensa no era baladí, ya que la mayoría de estos retornados eran étnicamente portugueses, pero africanos de tercera o cuarta generación. Comparado con el caso español, con nuestra tan cacareada transición, si miráramos un poco hacia el vecino concluiríamos que ellos sí que hicieron una gran transición, despojándose del viejo régimen y creando de la nada un nuevo estado democrático, sin reminiscencia alguna del anterior, no como pasó aquí, donde tantos efectos perniciosos se mantienen en el tiempo, como podemos observar hoy mismo con el enojoso asunto del valle de los caídos. Y todo ello sin sangre y convirtiéndose en un país serio, trabajador y ordenado.
Y quizás hoy, en vez de monarquía, tendríamos un presidente de la República como Marcelo Nuno Duarte Rebelo de Sousa.

jueves, 2 de mayo de 2019

Notas de abril (y dos)










Uno. Lenín Moreno, Presidente ecuatoriano, se explayó gustosamente en una alocución televisada "urbi et orbe” al darnos las escatológicas explicaciones que le motivaron a retirar a Julian Assange la inmunidad diplomática de la embajada ecuatoriana en Londres: básicamente, Julian Assange se dedicaba a ciscar las paredes de la legación con sus propios excrementos; no especificó si con sus propias manos.
El embajador ecuatoriano en Naciones Unidas lo desmintió al afirmar que parece ser que fue su gato el que manchó alguna vez algún sitio; cualquiera que haya visto un gato en una vivienda sabe que son los animales más limpios y más cuidadosos en esconder sus necesidades fisiológicas que uno puede imaginarse, pero bueno…no voy a discutir con un embajador.
Lo que no he podido leer en ningún medio ha sido el desmentido correspondiente. Por otra parte, el embajador mencionaba también el patín que alguien había regalado al recluido, no sé si en un exceso de humor negro. Y, sí, hemos podido ver imágenes en las que se le ve tratando de usar ese artilugio en esa reducida superficie; setenta y dos meses recluido en tan exiguo espacio disculpan ciertas extravagancias en el comportamiento de cualquier ser humano, me parece a mí.
Lo que nadie cuestiona es lo principal: el supuesto derecho que tienen los americanos para perseguir a alguien por haber hecho públicas noticias cuya veracidad no es discutida. Así se escribe la historia.
Entretanto unos cuarenta eurodiputados, de la izquierda radical, claro, se han dirigido al gobierno de Theresa May para que no conceda la extradicción de Assange a EEUU.
¿Qué creen que hará el país que algunos han considerado como el mamporrero de la política americana en Europa?




Dos. Los países que se dicen libres son curiosamente proclives a embargar la libertad de aquellos que catalogan como enemigos. Los embargos, como todos sabemos, consisten en hacer más difícil la vida de esos habitantes por la vía de estrangular el comercio y los intercambios culturales con el exterior, en la esperanza de que así los regímenes políticos que esos países libres quieren hacer desaparecer, acaben por rendirse; vamos, como se hacía en los viejos tiempos, se cerca al enemigo hasta hacer que se rinda o muera de hambre y sed. Esto último casi nunca sucede, más bien los odiosos y díscolos gobiernos se enrocan y persisten en sus errores, y los ciudadanos sujetos a sus designios son los que sufren los excesos de los embargos. Lo hemos visto en Cuba, lo estamos viendo en Venezuela, y la prensa hablaba estos últimos días del caso iraní, que es uno de los que conforman el imperio del mal, en palabras de aquél genio de la civilización occidental llamado Georges W.. Bush y que como el caso cubano lleva decenios luchando contra su suerte y contra la dictadura interior que imponen los ayatolás.
Esto tiene una íntima relación con el caso Assange, o con el caso Snowden. El país que encarna como ninguno los principios de la libertad, dictamina qué personas o qué países han hecho deméritos suficientes para ponerlos bajo el imperio yanki, y ser perseguidos sine die, a pesar de que ningún tribunal internacional haya encontrado el menor rastro de delito; basta que la Pax Americana así lo dictamine.
Cuba lleva con este régimen injusto desde poco después del triunfo de su revolución. Fidel Castro murió en la cama, su hermano Raúl ha dejado voluntariamente el poder, y nada ha cambiado. Los cubanos, independientemente de la tendencia política que tengan, son los que sufren en persona la escasez y la poca libertad. Esta es la realidad, la misma que en cualquier país sujeto a embargo. Ahora, el último intento por doblegar la voluntad cubana se dirige contra los derechos de los países terceros que no han cumplido el embargo y comercian o invierten en la isla caribeña. Obsérvese que Franco hizo caso omiso del embargo cubano y continuó manteniendo relaciones con el régimen de Castro; ahora USA pretende que las empresas españolas pierdan sus inversiones en la isla. Esto es lo que se llama inseguridad jurídica, pero no he visto a ningún comentarista internacional alzar su voz contra esta práctica; en esta ocasión, obviamente.
En Venezuela, el líder mundial ha optado por el embargo y por el impago de los suministros de petróleo venezolanos, además de entrenar a Johnny Guaidó para que sea el obediente futuro presidente. Resultado: en Venezuela ya no hay suministros básicos para la vida, por no hablar de la situación caótica en hospitales y farmacias, como podemos leer en nuestra prensa; al mismo tiempo, los venezolanos que pueden emigran, y algunos se convierten en nuevos vecinos en los barrios ricos de Madrid o Miami. La pregunta es siempre la misma: ¿Habría tanto interés por el bien de los venezolanos si el subsuelo de su país no fuera tan copiosamente abundante?
En lo que respecta a Irán, el régimen de Trump ha advertido al resto del mundo para no comprar petróleo iraní. Consecuencia: el precio del barril ha subido un cinco por ciento, no importa de dónde venga, y eso lo pagamos todos. ¿A quién beneficia? Está claro, a Trump y sus amigos.





Tres. Los procesos de autocrítica política no tienen un plazo de ejecución prefijado, pero se supone que conllevan largas jornadas dedicadas a rumiar lo que ha sucedido, contrastar pareceres con otros colegas, y finalmente, exponer ante el auditorio interesado los pros y los contras, la influencia que unas y otros han tenido, también los de los adversarios políticos, el peso del momento histórico...qué se yo, esta clase cosas. Habría que preguntarle a algún miembro de un partido comunista. Pero la autocrítica de Pablo Casado ha sido tan rápida y sincera como le caracteriza. Dicen que Groucho Marx dijo aquello de estos son mis principios; si no le gustan tengo otros. El insigne candidato del PP se ha dado cuenta de que Vox es la ultraderecha, y ellos deben volver al centro, del que nunca debieron salir. Así que no se preocupen, votantes del pp, esto ha sido un pequeño error, que se subsanará inmediatamente. De hecho no ha habido una sola voz que le pidiera que abandonara el cargo. De modo que tenemos Pablo Casado para, al menos, otra campaña electoral.
Tan claro lo tiene este hombre, que ha dicho que Abascal ha estado chupando de chiringuitos, fundaciones y mamandurrias hasta la víspera de la creación del nuevo partido. Cuentan que Pablo de Tarso cayó de su caballo ante la cegadora luz de la verdad. Hay tanta coincidencia entre los nombres como entre lo sucedido, pero el caballo mencionado era otro diferente al de ahora, que monta el nuevo adalid de los valores patrios. Y está por ver cómo se lo toma éste, que es socio principal en la dehesa andaluza.
De cualquier manera tenemos que agradecerle a Pablo Casado su campaña electoral. De puro intensa, los españoles, con buen criterio, han votado en contra.