miércoles, 15 de mayo de 2019

Cosas de pasiegos








Hay suficiente consenso acerca del territorio que a los pasiegos les es propio. Las tierras altas sobre la divisoria de las aguas entre las provincias de Cantabria y Burgos dan origen a varios valles: Al sur, el valle por el que discurre el río Trueba, que enseguida encontrará Espinosa de los Monteros; al norte, los valles del Miera y del Pas, que buscarán el Cantábrico. El primero de estos, pasado San Roque de Riomiera dejará de ser pasiego para ser meracho. ¿Qué diferencia a los pasiegos de los merachos? Según me contaba mi padre, los pasiegos ven crecer la hierba, en tanto los merachos la oyen; según otras versiones que he recogido, se diferencian hasta en la manera de picar el dalle. El apego de unos y otros al prado es irrefutable. El segundo valle, el del río Pas, además de su vocación de gentilicio alberga también el que forma el río Pisueña, otro pasiego notable. Este es el territorio pasiego. En la divisoria, tres puertos facilitan el paso de montaña, a saber: el Portillo de la Sía, el de Lunada, y el de las Estacas de Trueba. A las divisiones provinciales no hay que hacerles caso en estas cuestiones, de modo que pasiegos son los que habitan a un lado y al otro, y aparte de las villas arriba citadas, debemos incluir a San Pedro del Romeral, Selaya, Vega de Pas y Villacarriedo.

Estamos, como queda dicho, en tierras pasiegas, que lo son tanto las del sur como las del norte, éstas en plena Montaña, sustantivo que se me antoja más definitorio, a estos efectos, que el de Cantabria. Ahí es donde han vivido apegados al terruño, donde han construido sus cabañas que salpican el verde paisaje y sus casas vividoras para practicar la muda, calzando albarcas, con su cuévano a cuestas; transportando buenas belortadas de hierba al hombro por pendientes inverosímiles, y haciendo de la vaca su animal totémico. Su origen no está claro del todo: hay quienes hablan de una raíz genética bereber, y quienes les emparentan con los judíos, y hay quienes niegan cualquier diferencia con los otros habitantes de la región, salvo las que puedan derivarse de años y años de vida apartada unos de otros. Hoy en día este tema está fuera de discusión. Lo cierto es que desde el siglo XI, los sucesivos reyes de Castilla escogían de entre los habitantes de la comarca a su guardia de corps, de ahí viene lo de monteros, y no es muy lógico pensar que los reyes no estuvieran atentos a cualquier duda sobre la pureza de sangre de sus elegidos. Esto explica el apellido Espinosa de los Monteros, tan de actualidad hoy en día. Los principales apellidos pasiegos son Lavín, Cobo o Abascal, entre otros. Tengo para mí, cuando veo la imagen del Abascal más conocido en estos días, que no podría negar su origen. Ese perfil, con la nariz aguileña, la fortaleza física, y esa camisa desabotonada luciendo el aguerrido y fiero pecho son la viva estampa del pasiego. (también tiene ese aire bereber, pero esto lo pongo entre paréntesis para que no se me cabree)

Es de señalar también otro hecho en el que las pasiegas descollaron: ser muy valoradas como excelentes amas de cría para los niños de los reyes, primero, y después, de otros miembros de la nobleza, y de la alta burguesía del resto de España. Por España se diseminaron los pasiegos, estableciéndose en las principales ciudades; de esta reducida etnia descienden personajes como Lope de Vega o Francisco de Quevedo. Por su parte Calderón de la Barca desciende también de la Montaña, sin que pueda asegurarse su raíz pasiega. Los que sí la tienen son Iván Espinosa de los Monteros, como he señalado más arriba, y Santiago Abascal, que curiosamente han coincido por motivos ideológicos. Ya que no han seguido la senda de los anteriormente citados, cosa harto difícil, esperemos que no traicionen sus ancestros, los de uno de ellos porque, con razón o sin ella, nunca defraudaron ni traicionaron a aquellos que les pagaban, que eran los sucesivos reyes, y hoy, al rey ya no le guarda montero alguno, que le guarda la constitución; y los del otro, porque se cubrían con recia arpillera para aguantar las inclemencias del tiempo mientras cuidaban el ganado, pero nunca con bandera alguna, rojigualda o tricolor. Y ambos tienen un compañero principal de lucha política que no podrá ofenderse si le llamamos medio español, a juzgar por su segundo apellido.
A los tres me parece menester recordarles que el mayor servicio a la patria se logra sirviendo a los ciudadanos, por ejemplo como los sirve un médico o como los sirve un maestro, o desde cualquier profesión, por modesta que parezca. Que lo importante son las personas, no las patrias. Con que no se salieran de este ideario harían lo máximo por sus conciudadanos, que son muy libres de escoger su modo de vida y de pensar como les venga en gana sin preocuparse por lo que ellos les quieran imponer.









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