Hace
un mes hacíamos un llamamiento general para no dejarnos engañar
ante las elecciones del 28 de abril; ahora estamos en idéntica
situación, a tres días de volver a votar, y es el momento de tocar
a rebato. Veamos:
Es
conveniente acudir a las urnas, al menos con la participación que
registramos el mes pasado. Pero como ahora tenemos más urnas, vamos
a detenernos en ellas una a una.
En
el caso de las elecciones municipales y autonómicas lo razonable es
buscar los mismos partidos progresistas de la otra vez, y aguzar el
ingenio en aquellos casos, que los hay, en que la posibilidad del
voto se haya multiplicado. Pero como son casos particulares no vamos
a entrar en el detalle.
Respecto
a las elecciones europeas pocas veces se ha presentado una
oportunidad de votar tan perentoria. Hay que desterrar la idea de que
Europa nos queda lejos y no entendemos bien lo que hacen en ese
parlamento. Europa se enfrenta a una encrucijada en la que nos
estamos jugando mucho. Precisamente porque antes no le hemos
concedido mucha importancia, Europa no está atendiendo como debe los
retos que se avecinan.
Ya
sabemos que China está a un paso de ser la potencia que
imaginábamos; USA no es ya el aliado americano capaz de resolver la
papeleta; Inglaterra, que nunca estuvo convencida de su europeísmo,
está a punto de bajarse del tren; y ese tren europeo no es, ni de
lejos, el que debiera. ¿Por que? Porque Europa se creó a partir del
Mercado Común, y es, por tanto, la Europa de los mercados, pero se
ha hecho muy poco para que sea la Europa de los ciudadanos. Se
empieza a hablar de la creación de un ejército europeo, y tenemos
cedida la soberanía bancaria, pero lo verdaderamente urgente es un
sistema fiscal común, para hacer políticas sociales y fiscales que
tiendan a mejorar el nivel de vida de todos los europeos y tratar de
recuperar un estado del bienestar del que nosotros, los españoles,
nunca hemos disfrutado. En eso se debe poner el acento, en mejorar el
bienestar de todos los ciudadanos, desterrando las bolsas de pobreza
que aún existen y las desigualdades, que cada día son mayores. Y
que ningún país se vea solo ante una crisis, como pasó con Grecia
en la última. Claro que de Juncker, que convirtió su pequeño país
en un paraíso fiscal, no se podía esperar mucho más.
El
mundo, y especialmente Europa, enfrenta la crisis climática, que
amenaza inexorablemente con escenarios que ni siquiera podemos
visualizar, con grandes catástrofes, hambrunas y movimientos
poblacionales al estilo de las grandes migraciones históricas. Esa
crisis climática va a poner en jaque al sistema político y
productivo vigente, y cuanto más tardemos en enfrentarlo más
esfuerzo nos va a costar esa lucha. El New Green Deal, del
que se dice que tendrá que poner en marcha inversiones mayores que
las del Plan Marshall al término de la Segunda Guerra Mundial, para
la transformación ecológica, deberá
ser dirigido por Europa, pues con USA ya vemos que no podemos
contar.
Por
esto hay que acudir a votar el domingo, para lograr un parlamento
europeo donde la izquierda sea mayoritaria e imponga ese pilar social
que se está reclamando.
No
lo olvidemos.
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