Uno.
Lenín Moreno, Presidente ecuatoriano, se explayó gustosamente en una alocución televisada "urbi et orbe” al darnos las escatológicas explicaciones que le
motivaron a retirar a Julian Assange la inmunidad diplomática de la
embajada ecuatoriana en Londres: básicamente, Julian Assange se
dedicaba a ciscar las paredes de la legación con sus propios
excrementos; no especificó si con sus propias manos.
El
embajador ecuatoriano en Naciones Unidas lo desmintió al afirmar que
parece ser que fue su gato el que manchó alguna vez algún sitio;
cualquiera que haya visto un gato en una vivienda sabe que son los
animales más limpios y más cuidadosos en esconder sus necesidades
fisiológicas que uno puede imaginarse, pero bueno…no voy a
discutir con un embajador.
Lo
que no he podido leer en ningún medio ha sido el desmentido
correspondiente. Por otra parte, el embajador mencionaba también el
patín que alguien había regalado al recluido, no sé si en un
exceso de humor negro. Y, sí, hemos podido ver imágenes en las que
se le ve tratando de usar ese artilugio en esa reducida superficie;
setenta y dos meses recluido en tan exiguo espacio disculpan ciertas
extravagancias en el comportamiento de cualquier ser humano, me
parece a mí.
Lo
que nadie cuestiona es lo principal: el supuesto derecho que tienen
los americanos para perseguir a alguien por haber hecho públicas
noticias cuya veracidad no es discutida. Así se escribe la historia.
Entretanto
unos cuarenta eurodiputados, de la izquierda radical, claro, se han
dirigido al gobierno de Theresa May para que no conceda la
extradicción de Assange a EEUU.
¿Qué
creen que hará el país que algunos han considerado como el
mamporrero de la política americana en Europa?
Dos.
Los países que se dicen libres son curiosamente proclives a embargar
la libertad de aquellos que catalogan como enemigos. Los embargos,
como todos sabemos, consisten en hacer más difícil la vida de esos
habitantes por la vía de estrangular el comercio y los intercambios
culturales con el exterior, en la esperanza de que así los regímenes
políticos que esos países libres quieren hacer desaparecer, acaben
por rendirse; vamos, como se hacía en los viejos tiempos, se cerca
al enemigo hasta hacer que se rinda o muera de hambre y sed. Esto
último casi nunca sucede, más bien los odiosos y díscolos
gobiernos se enrocan y persisten en sus errores, y los ciudadanos
sujetos a sus designios son los que sufren los excesos de los
embargos. Lo hemos visto en Cuba, lo estamos viendo en Venezuela, y
la prensa hablaba estos últimos días del caso iraní, que es uno de
los que conforman el imperio del mal, en palabras de aquél genio de
la civilización occidental llamado Georges W.. Bush y que como el
caso cubano lleva decenios luchando contra su suerte y contra la
dictadura interior que imponen los ayatolás.
Esto
tiene una íntima relación con el caso Assange, o con el caso
Snowden. El país que encarna como ninguno los principios de la
libertad, dictamina qué personas o qué países han hecho deméritos
suficientes para ponerlos bajo el imperio yanki, y ser perseguidos
sine die, a pesar de que
ningún tribunal internacional haya encontrado el
menor rastro de delito; basta
que la Pax Americana
así lo dictamine.
Cuba
lleva con este régimen injusto
desde poco después del triunfo de su revolución. Fidel Castro murió
en la cama,
su hermano Raúl ha dejado voluntariamente el poder, y nada ha
cambiado. Los cubanos, independientemente
de la tendencia política que
tengan, son los que sufren en
persona la escasez y la poca
libertad. Esta es la realidad, la misma que en cualquier país sujeto
a embargo. Ahora, el último
intento por doblegar la voluntad cubana se dirige contra los derechos
de los países terceros que no han cumplido el embargo y comercian o
invierten en la isla caribeña. Obsérvese que
Franco hizo caso omiso del embargo cubano y continuó manteniendo
relaciones con el régimen de Castro; ahora USA pretende que las
empresas españolas pierdan sus inversiones en la isla. Esto es lo
que se llama inseguridad
jurídica, pero no he visto a
ningún comentarista internacional alzar su voz contra esta práctica;
en esta ocasión, obviamente.
En
Venezuela, el líder mundial ha optado por el embargo y por el impago
de los suministros de petróleo venezolanos, además de entrenar a
Johnny Guaidó para
que sea el obediente futuro presidente. Resultado: en Venezuela ya no
hay suministros básicos para la vida, por no hablar de la situación
caótica en hospitales y farmacias, como podemos leer en nuestra
prensa; al mismo tiempo, los venezolanos que pueden emigran, y
algunos se convierten en nuevos vecinos en los barrios ricos de
Madrid o Miami. La pregunta
es siempre la misma: ¿Habría tanto interés por el bien de los
venezolanos si el subsuelo de su país no fuera tan copiosamente
abundante?
En
lo que respecta a Irán,
el régimen de Trump ha advertido al resto del mundo para no comprar
petróleo iraní. Consecuencia: el precio del barril ha subido un
cinco por ciento, no importa de dónde venga, y eso lo pagamos todos.
¿A quién beneficia? Está claro, a Trump y sus amigos.
Tres.
Los procesos de autocrítica política no tienen un plazo de
ejecución prefijado, pero se supone que conllevan largas jornadas
dedicadas a rumiar lo que ha sucedido, contrastar pareceres con otros
colegas, y finalmente, exponer ante el auditorio interesado los pros
y los contras, la influencia que unas y otros han tenido, también
los de los adversarios políticos, el peso del momento
histórico...qué se yo, esta clase cosas. Habría que preguntarle a
algún miembro de un partido comunista. Pero la autocrítica de Pablo
Casado ha sido tan rápida y sincera como le caracteriza. Dicen que
Groucho Marx dijo aquello de estos son mis principios; si
no le gustan tengo otros. El
insigne candidato del PP se
ha dado cuenta de que Vox es la ultraderecha, y ellos deben volver al
centro, del que nunca debieron salir. Así que no se preocupen,
votantes del pp, esto ha sido un pequeño error, que se subsanará
inmediatamente. De hecho no ha habido una sola voz que le pidiera que
abandonara el cargo. De modo que tenemos Pablo Casado para, al menos,
otra campaña electoral.
Tan
claro lo tiene este hombre, que ha dicho que Abascal ha estado
chupando de chiringuitos, fundaciones y mamandurrias hasta la víspera
de la creación del nuevo partido. Cuentan que Pablo de Tarso cayó
de su caballo ante la cegadora luz de la verdad. Hay tanta
coincidencia entre los nombres como entre lo sucedido, pero el
caballo mencionado era otro diferente al de ahora, que monta el nuevo
adalid de los valores patrios. Y está por ver cómo se lo toma éste,
que es socio principal en la dehesa andaluza.
De
cualquier manera tenemos que agradecerle a Pablo Casado su campaña
electoral. De puro intensa, los españoles, con buen criterio, han
votado en contra.
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