jueves, 2 de mayo de 2019

Notas de abril (y dos)










Uno. Lenín Moreno, Presidente ecuatoriano, se explayó gustosamente en una alocución televisada "urbi et orbe” al darnos las escatológicas explicaciones que le motivaron a retirar a Julian Assange la inmunidad diplomática de la embajada ecuatoriana en Londres: básicamente, Julian Assange se dedicaba a ciscar las paredes de la legación con sus propios excrementos; no especificó si con sus propias manos.
El embajador ecuatoriano en Naciones Unidas lo desmintió al afirmar que parece ser que fue su gato el que manchó alguna vez algún sitio; cualquiera que haya visto un gato en una vivienda sabe que son los animales más limpios y más cuidadosos en esconder sus necesidades fisiológicas que uno puede imaginarse, pero bueno…no voy a discutir con un embajador.
Lo que no he podido leer en ningún medio ha sido el desmentido correspondiente. Por otra parte, el embajador mencionaba también el patín que alguien había regalado al recluido, no sé si en un exceso de humor negro. Y, sí, hemos podido ver imágenes en las que se le ve tratando de usar ese artilugio en esa reducida superficie; setenta y dos meses recluido en tan exiguo espacio disculpan ciertas extravagancias en el comportamiento de cualquier ser humano, me parece a mí.
Lo que nadie cuestiona es lo principal: el supuesto derecho que tienen los americanos para perseguir a alguien por haber hecho públicas noticias cuya veracidad no es discutida. Así se escribe la historia.
Entretanto unos cuarenta eurodiputados, de la izquierda radical, claro, se han dirigido al gobierno de Theresa May para que no conceda la extradicción de Assange a EEUU.
¿Qué creen que hará el país que algunos han considerado como el mamporrero de la política americana en Europa?




Dos. Los países que se dicen libres son curiosamente proclives a embargar la libertad de aquellos que catalogan como enemigos. Los embargos, como todos sabemos, consisten en hacer más difícil la vida de esos habitantes por la vía de estrangular el comercio y los intercambios culturales con el exterior, en la esperanza de que así los regímenes políticos que esos países libres quieren hacer desaparecer, acaben por rendirse; vamos, como se hacía en los viejos tiempos, se cerca al enemigo hasta hacer que se rinda o muera de hambre y sed. Esto último casi nunca sucede, más bien los odiosos y díscolos gobiernos se enrocan y persisten en sus errores, y los ciudadanos sujetos a sus designios son los que sufren los excesos de los embargos. Lo hemos visto en Cuba, lo estamos viendo en Venezuela, y la prensa hablaba estos últimos días del caso iraní, que es uno de los que conforman el imperio del mal, en palabras de aquél genio de la civilización occidental llamado Georges W.. Bush y que como el caso cubano lleva decenios luchando contra su suerte y contra la dictadura interior que imponen los ayatolás.
Esto tiene una íntima relación con el caso Assange, o con el caso Snowden. El país que encarna como ninguno los principios de la libertad, dictamina qué personas o qué países han hecho deméritos suficientes para ponerlos bajo el imperio yanki, y ser perseguidos sine die, a pesar de que ningún tribunal internacional haya encontrado el menor rastro de delito; basta que la Pax Americana así lo dictamine.
Cuba lleva con este régimen injusto desde poco después del triunfo de su revolución. Fidel Castro murió en la cama, su hermano Raúl ha dejado voluntariamente el poder, y nada ha cambiado. Los cubanos, independientemente de la tendencia política que tengan, son los que sufren en persona la escasez y la poca libertad. Esta es la realidad, la misma que en cualquier país sujeto a embargo. Ahora, el último intento por doblegar la voluntad cubana se dirige contra los derechos de los países terceros que no han cumplido el embargo y comercian o invierten en la isla caribeña. Obsérvese que Franco hizo caso omiso del embargo cubano y continuó manteniendo relaciones con el régimen de Castro; ahora USA pretende que las empresas españolas pierdan sus inversiones en la isla. Esto es lo que se llama inseguridad jurídica, pero no he visto a ningún comentarista internacional alzar su voz contra esta práctica; en esta ocasión, obviamente.
En Venezuela, el líder mundial ha optado por el embargo y por el impago de los suministros de petróleo venezolanos, además de entrenar a Johnny Guaidó para que sea el obediente futuro presidente. Resultado: en Venezuela ya no hay suministros básicos para la vida, por no hablar de la situación caótica en hospitales y farmacias, como podemos leer en nuestra prensa; al mismo tiempo, los venezolanos que pueden emigran, y algunos se convierten en nuevos vecinos en los barrios ricos de Madrid o Miami. La pregunta es siempre la misma: ¿Habría tanto interés por el bien de los venezolanos si el subsuelo de su país no fuera tan copiosamente abundante?
En lo que respecta a Irán, el régimen de Trump ha advertido al resto del mundo para no comprar petróleo iraní. Consecuencia: el precio del barril ha subido un cinco por ciento, no importa de dónde venga, y eso lo pagamos todos. ¿A quién beneficia? Está claro, a Trump y sus amigos.





Tres. Los procesos de autocrítica política no tienen un plazo de ejecución prefijado, pero se supone que conllevan largas jornadas dedicadas a rumiar lo que ha sucedido, contrastar pareceres con otros colegas, y finalmente, exponer ante el auditorio interesado los pros y los contras, la influencia que unas y otros han tenido, también los de los adversarios políticos, el peso del momento histórico...qué se yo, esta clase cosas. Habría que preguntarle a algún miembro de un partido comunista. Pero la autocrítica de Pablo Casado ha sido tan rápida y sincera como le caracteriza. Dicen que Groucho Marx dijo aquello de estos son mis principios; si no le gustan tengo otros. El insigne candidato del PP se ha dado cuenta de que Vox es la ultraderecha, y ellos deben volver al centro, del que nunca debieron salir. Así que no se preocupen, votantes del pp, esto ha sido un pequeño error, que se subsanará inmediatamente. De hecho no ha habido una sola voz que le pidiera que abandonara el cargo. De modo que tenemos Pablo Casado para, al menos, otra campaña electoral.
Tan claro lo tiene este hombre, que ha dicho que Abascal ha estado chupando de chiringuitos, fundaciones y mamandurrias hasta la víspera de la creación del nuevo partido. Cuentan que Pablo de Tarso cayó de su caballo ante la cegadora luz de la verdad. Hay tanta coincidencia entre los nombres como entre lo sucedido, pero el caballo mencionado era otro diferente al de ahora, que monta el nuevo adalid de los valores patrios. Y está por ver cómo se lo toma éste, que es socio principal en la dehesa andaluza.
De cualquier manera tenemos que agradecerle a Pablo Casado su campaña electoral. De puro intensa, los españoles, con buen criterio, han votado en contra.




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