jueves, 14 de junio de 2018

Urdangarin, Lopetegui y Huerta




Ya saben ustedes –y si no, sépanlo ahora- que en varias ocasiones he sentido la necesidad de exiliarme. Solo la falta de determinación (una característica fundamental de mi carácter) me lo ha impedido; tal era mi estado de ánimo en el país de M. Rajoy. Pues bien, ahora me muevo en otros ámbitos mentales, creo que debido al frenético decurso de los acontecimientos en este país, que hace difícil imaginar otro más animado. Veamos unos ejemplos:
Cuando ya parecía que lo de Urdangarin iba a seguir el mismo camino que lo de su mujer, viene la justicia española y en un arranque de audacia nos ofrece una sentencia definitiva. Pase que haya tenido la deferencia de darle cinco días para su ingreso en prisión, con lo que se corre el riesgo de que se quede en Suiza, país al que ha vuelto. Y les confieso a ustedes que eso es lo que me gustaría que ocurriera, dado que su cónyuge allí reside, y lo que  ha unido dios, que no lo separe el hombre. Además, ella, la infanta, puede ver truncada su carrera profesional. Sabrán ustedes que ocupó un puesto ejecutivo de altura –lo que corresponde a su formación académica y a su valía- en la Caixa, hasta el punto de que cuando hubo de acompañar a su marido a USA, esa entidad le facilitó el poder hacer su trabajo desde el nuevo emplazamiento familiar; cosa que se volvió a producir cuando el domicilio familiar se trasladó a Suiza. Yo, cada vez que voy a la Caixa, si hay una empleada nueva, le pregunto si  conoce el cometido de nuestra infanta en la entidad; todas lo niegan mientras me miran con cierta cara de desconfianza, no entiendo el porqué.
Pues bien, veremos qué solución se adopta ahora para facilitar el contacto continuado de la pareja, ya que el hecho de que los presos cumplan condena lo más cerca posible de su lugar de residencia familiar es, como saben ustedes, una máxima del sistema penitenciario español.
Muchos españoles se preguntan habitualmente dónde queda el dinero que los delincuentes juzgados y condenados nunca devuelven; el consabido “a la cárcel y que devuelvan el dinero”. Quiero decirles que este no es el caso, pues el Estado tiene la posibilidad de descontar esa suma de las transferencias mensuales o anuales que, con cargo a los presupuestos generales, se hacen a la Casa Real. Así que por ese lado, estén tranquilos, vamos a recuperarlo todo.
El segundo ejemplo que quiero comentarles hace referencia al seleccionador nacional de fútbol. La decisión del nuevo presidente de la federación española me ha parecido de libro; vamos, que no cabía otra, y así debo decirlo.
Y por último, el caso del ex ministro de cultura, del que confieso que me había caído de pie, quizás por su perfil tan novedoso y rompedor. Creo que se ha resuelto bien, pero con tal retraso que nos ha dejado la duda de si el presidente del gobierno quería hacerlo o no; ahí, Pedro no ha andado fino. La sombra de Montoro es alargada, y el asunto es importantísimo dado que cientos de deportistas se encontrarán en casos similares. Ya saben, sociedades que gestionan los ingresos de imagen y cosas por el estilo. Hacienda anda tras Messi y Ronaldo, por poner los dos casos más relevantes, aparte del hecho de que Fernando Alonso se haya “exiliado” fiscalmente. Al despedir al minuto siguiente al ministro de cultura y deporte, España se ha cargado de razones para ir en busca de esos otros patriotas, tanto nacionales como extranjeros, o como españoles que viven fuera y no cotizan aquí. Confío que se sepa hacerlo sin más tardanza, por encima de nombres y cifras.
No hace falta repetirlo, la contribución es más necesaria que nunca; los que pagamos estamos hartos.

martes, 12 de junio de 2018

La tormenta perfecta

Este artículo ha sido publicado en el número de mayo de la revista OP Machinery. 
Escrito hace aproximadamente un mes muestra el ritmo vertiginoso de la política en España, o mi ceguera para no prever la moción de censura y sus consecuencias. Pero en cualquier caso, lo que está claro es que el nuevo gobierno ha de ser consciente de que debe su razón de ser a causas como las que se explican, y su duración dependerá del empeño que ponga en resolverlas.
El parto de los montes puede y debe ser una verdadera oportunidad histórica.







La situación española se asemeja cada día más a la de tantos y tantos regímenes en los momentos previos a su entrada en crisis. Una situación muy parecida a la de esos países que en la encrucijada de su historia se han encontrado con tal cúmulo de problemas que la solución no ha podido venir más que por un cambio (o ruptura) en los órdenes económico, político y social.
 Los problemas a que nos enfrentamos son tan variados y de tal magnitud que es difícil pensar que el actual sistema político español pueda enfrentarse a ellos con unas mínimas garantías de éxito. Veamos una somera enumeración de los más de actualidad:
Los pensionistas han vencido el miedo a las manifestaciones y se encaran día tras día con un sistema que consideran tremendamente injusto. Cuando se escucha a una viuda que declara cobrar quinientos o seiscientos euros -es decir, el 53% de la pensión que le correspondía a su marido-, decir que, tras pagar el alquiler y los gastos de la casa, apenas le queda para comer, y que se ha gastado los ahorros de que disponía tratando de ayudar a sus  hijos o nietos, es imposible no pensar que esa mujer ha dedicado su vida a la atención de su hogar, criando y educando hijos -el futuro de la nación, nada menos- sin haber recibido por ello compensación alguna. La ley dice que ella no ha cotizado y no le corresponde más que ese 53% de lo que cobraba su marido. ¿Es defendible, hoy en día, mantener esa ley?
Otros pensionistas, que ven el nivel de corrupción que hay en el país, estallan de indignación cuando reciben la famosa carta de la ministra (¿qué categoría de ministra, verdad?) anunciando una subida del 0,25% y se les dice que no hay dinero. ¿Qué pueden pensar cuando se les mejoran sus condiciones al negociar el gobierno con otro partido?
Las mujeres en general, porque ya salvo unos pocos casos que viven en una situación, digamos, especial, son todas feministas. Antes ser feminista estaba casi mal visto; hoy la sociedad española de base, entiende y defiende el feminismo, aunque solo sea porque han tenido madre y tienen mujer o hijas o nietas. Y estas mujeres, todas ellas sin atender a edades salen también a la calle acompañando a esa viuda de la que hablábamos antes.
Los estudiantes, que siempre han sido los más reivindicativos, se manifiestan ante la situación que sufren. Unos porque el Estado les deja solos frente a los bancos que otorgaron préstamos (que eran del Estado) para estudiar y devolver al encontrar trabajo y con condiciones de no devolución si no se alcanzaba determinado nivel salarial; otros porque les afecta directamente el nivel de corrupción en sus universidades dando títulos a diputados y amiguetes, devaluando el que ellos están tratando de obtener con esfuerzo personal y económico para ellos y sus familias. Todos porque su futuro es cualquier cosa menos halagüeño.
En fin, añadan ustedes los sectores que quieran, sin olvidar el precio de los alquileres de las viviendas, el destrozo que la turistificación rampante está produciendo en determinadas ciudades, el hastío del burdo manejo del este público RTVE exclusivamente al servicio del partido del gobierno, los créditos fiscales que el gobierno ha concedido a la banca por un valor aproximado de 100.000 millones de euros (sin olvidar los casi 50.000 que nos costó el rescate de la misma, sin ser accionistas) y que supondrá que este año se ahorre unos 25.000 millones en impuestos que habría tenido que pagar, pero que pagaremos entre todos, o la situación de la justicia cuando puede verse a los jueces manifestándose ante el Ministerio de Justicia, y un sinfín de motivos que hacen que los españoles se estén manifestando a diario por las calles.
Estos asuntos y muchos más son los que podemos agrupar bajo ese título de tormenta perfecta. El sistema que nos gobierna, del cual el gobierno al cargo no es más que un fiel servidor, se ha encargado también de amordazar al partido que se decía socialista, y, además, ha creado otro para los ciudadanos que quieran sustituir con él al que está en el machito.
¿Qué pasará? ¿Votarán los españoles en consecuencia o repetirán resultados anteriores? La tormenta perfecta está ahí, y hace ruido, mucho ruido, y pareciera que los montes estén a punto de parir, pero recuerden que Esopo nos dijo en su famosa fábula que a pesar de tamaños ruidos, los montes parieron un ridículo ratoncillo.
De nosotros depende lo que ocurra.




sábado, 9 de junio de 2018

Oye, y de lo mío, ¿qué?








Así continúan, tras las frases de rigor, las llamadas que el “Bello” Pedro recibe de todos y cada uno de la docena de líderes de los partidos políticos que le han aupado a su alta magistratura (que sean menos de una docena no cambia las cosas).
Lo que él contesta nos lo podemos imaginar: “Hombre, dame tiempo, estamos aterrizando, no te preocupes, no se ganó Zamora en una hora…”, y cosas así. Pero él sí ha ganado algo, algo más que Zamora desde luego, y es consciente de que a menos que unos cuantos de los que le han apoyado se pongan de acuerdo en su contra, nada ni nadie podrá apearle de la peana en que se encuentra. Y aún en ese supuesto, los que tal cosa hicieren, cargarán para los restos con el baldón de ser uno de los que contribuyeron a hacer inviable el gobierno de quien consiguió expulsar a M. Rajoy de su reducto.
Porque ya lo han dicho algunos: Más que votar por Sánchez, he votado contra Rajoy. Y ésta es su mayor baza política. Y aunque Rajoy ya no esté, los suyos buscan desesperadamente su sustituto, hasta el punto de que quien no supo evitar a tiempo la plaga de langosta de los infinitos incendios forestales, que volverán a producirse; que dio pábulo a su amigable relación con los contrabandistas; o la incapacidad de resolver los destrozos de la última explosión del almacén ilegal de dinamita, aparece como la gran esperanza blanca para heredar su cetro. De modo que echen cuentas, podemos augurar larga vida al nuevo gobierno.
Otra cosa sería si la defección se produjera por parte de Podemos. Su líder ha emitido ya un par de avisos señalando su disconformidad de esa forma que le es propia, muy clara, desde luego, pero un tanto desabrida. Y, hombre, ante un gobierno mayoritariamente formado por mujeres, las cuales –hay que decirlo- llevan el mayor peso del gobierno, y cuyas primeras declaraciones están siendo esperanzadoras, debiera hacerle reflexionar si una excesiva carga de testosterona sea la mejor arma para pedir “y de lo mío, ¿qué?”. Podemos tiene un responsable de estrategia política al que se le está encaminando al gobierno de la Comunidad de Madrid. Alguien debiera preguntarse si un enfrentamiento con el Psoe facilitaría el apoyo socialista dentro de un año. Y, estrategicamente, disponer del Ayuntamiento y de la Comunidad sería el mayor triunfo político al que se puede aspirar, ya que permite demostrar a la ciudadanía, no solo madrileña, que otra forma de gobernar es posible.
Así que, lo dicho, estrategia y maneras. Quizás sea lo más necesario.

jueves, 7 de junio de 2018

Dos semanas que cambiaron el mundo






Nada, no se  preocupen, no hay tal. Me parece recordar que el título es de una película ambiciosa, o de una novela política, pero no consigo recordar más; también puede ser fruto de mi imaginación y no haya nada de lo que digo. Pero con ese título me quiero referir a estas dos últimas semanas: recuerden ustedes que apenas hace quince días, el sábado 26 de mayo se registró la moción de censura, y yo escribí “Una moción de censura, ¿para qué?”; el sábado siguiente, 2 de junio, esa moción triunfó, escribí “Una amarga despedida”, y mañana, 8 de junio, se celebrará el primer Consejo de Ministros del nuevo gobierno surgido de  tales hechos; lo dicho, dos semanas que han cambiado, no el mundo, pero sí las esperanzas de millones de españoles, unos 12 millones que somos los que votamos a los partidos que han hecho posible el cambio de gobierno y el renacer de tantas ilusiones. Justamente 12 millones, al menos un millón más de los que votaron a los dos partidos que se oponían, por lo que la eterna cantinela de los casposos sobre legitimidades democráticas –a pesar de que ellos lo saben-, no tiene ninguna razón de ser.
Así que en esas estamos, ya tenemos un gobierno democrático, legal y perfectamente legitimado –por mucho que lo nieguen Rafael Hernando y gente de su calaña- y se abre una nueva etapa. Sorprende que Pedro Sánchez haya podido urdir esa nueva realidad en tan corto espacio de tiempo con mimbres tan variados y de tan diferentes extracciones.
En este país nuestro suele decirse que cada español es un seleccionador de fútbol; ya saben ustedes que mi españolidad está bastante cuestionada, así que igual que acepto la lista del seleccionador, acepto la lista del presidente del gobierno.
 Él mismo ha dicho, sobre la mayoría de mujeres que forman el gabinete, que desde el 8 de marzo no es posible negar la realidad a esa mitad de la ciudadanía que tomó las calles por doquier. Y tiene mucha razón. Por ello espero que, aplicando el mismo criterio, se acuerde de trabajadores y pensionistas que también han tomado y siguen tomando las calles.
Esperemos que así sea; eso hará posible que el nuevo gobierno cumpla su horizonte temporal completo, y pueda revalidar en ese lejano día el éxito obtenido ahora.
Crucemos los dedos.
                              

sábado, 2 de junio de 2018

Amarga despedida




     


Pues sí, amigos, amarga ha de ser la despedida, no solo para los que salen del gobierno, sino principalmente para  esa legión de asesores, consejeros, conseguidores, etcétera, a la que se refería Rajoy hace unos días cuando dijo que una moción de censura supondría unos 6.500 empleos que se perderían automáticamente; otros, por el otro lado, esperan gozosos a que suene el teléfono.

El Partido Popular, heredero de los dueños de la tierra, de los que siempre lo han tenido todo, se consideran los únicos y legítimos propietarios de este país al que imponen su cultura, su manera de verlo, y hasta su religión. Y como son los dueños, se consideran legítimamente autorizados para manejarlo a su antojo y quedarse con parte de los réditos sin necesidad de dar cuenta a nadie. Conceden medallas de la policía a una virgen de la que son devotos, a la vez que condecoran a policías torturadores que les hacían el trabajo sucio en los tiempos en que los necesitaban cuando aún no tenían la justificación de los votos para reafirmar su poder.

Incumplen olímpicamente la ley de la Memoria Histórica, a la par que defienden con media sonrisa cínica el título nobiliario de los herederos del viejo caudillo, concedido por un rey campechano. Harían falta muchos folios para poner los infinitos ejemplos de su modo de gobernar; ustedes los conocen mejor que yo.

Los españoles han permanecido impasibles ante su política, sufriéndola como mal menor, al no haber tenido bajo otros gobiernos mejores experiencias. Han aguantado de tal manera que nos preguntábamos expectantes hasta cuando, pero ha sido una sentencia judicial, incompleta al fin y al cabo, la que ha colmado el vaso. Y un fino olfato político, o la necesidad de hacer algo diferente ha hecho posible que tengamos un nuevo gobierno en unos pocos días. Cómo y quiénes lo formen importa menos. Lo crucial en este caso es que pese a la amalgama de siglas que lo han hecho posible –y precisamente por ello- no caigamos en el cainismo de encaminar su fracaso: eso es precisamente lo que ellos están esperando. Si tal ocurriera, los españoles no lo perdonarían y encararíamos otra era de gobiernos casposos como la que hemos conocido hasta ahora.

               Por eso se ha de avanzar paso a paso sin querer cambiarlo todo en un día, siendo respetuoso con las aspiraciones de los demás. Solo así ganaremos, solo así, convenciendo, venceremos. De lo contrario, la amarga despedida, la amarga experiencia volverá a cambiar de bando. Y ya hemos tenido bastante.