martes, 12 de junio de 2018

La tormenta perfecta

Este artículo ha sido publicado en el número de mayo de la revista OP Machinery. 
Escrito hace aproximadamente un mes muestra el ritmo vertiginoso de la política en España, o mi ceguera para no prever la moción de censura y sus consecuencias. Pero en cualquier caso, lo que está claro es que el nuevo gobierno ha de ser consciente de que debe su razón de ser a causas como las que se explican, y su duración dependerá del empeño que ponga en resolverlas.
El parto de los montes puede y debe ser una verdadera oportunidad histórica.







La situación española se asemeja cada día más a la de tantos y tantos regímenes en los momentos previos a su entrada en crisis. Una situación muy parecida a la de esos países que en la encrucijada de su historia se han encontrado con tal cúmulo de problemas que la solución no ha podido venir más que por un cambio (o ruptura) en los órdenes económico, político y social.
 Los problemas a que nos enfrentamos son tan variados y de tal magnitud que es difícil pensar que el actual sistema político español pueda enfrentarse a ellos con unas mínimas garantías de éxito. Veamos una somera enumeración de los más de actualidad:
Los pensionistas han vencido el miedo a las manifestaciones y se encaran día tras día con un sistema que consideran tremendamente injusto. Cuando se escucha a una viuda que declara cobrar quinientos o seiscientos euros -es decir, el 53% de la pensión que le correspondía a su marido-, decir que, tras pagar el alquiler y los gastos de la casa, apenas le queda para comer, y que se ha gastado los ahorros de que disponía tratando de ayudar a sus  hijos o nietos, es imposible no pensar que esa mujer ha dedicado su vida a la atención de su hogar, criando y educando hijos -el futuro de la nación, nada menos- sin haber recibido por ello compensación alguna. La ley dice que ella no ha cotizado y no le corresponde más que ese 53% de lo que cobraba su marido. ¿Es defendible, hoy en día, mantener esa ley?
Otros pensionistas, que ven el nivel de corrupción que hay en el país, estallan de indignación cuando reciben la famosa carta de la ministra (¿qué categoría de ministra, verdad?) anunciando una subida del 0,25% y se les dice que no hay dinero. ¿Qué pueden pensar cuando se les mejoran sus condiciones al negociar el gobierno con otro partido?
Las mujeres en general, porque ya salvo unos pocos casos que viven en una situación, digamos, especial, son todas feministas. Antes ser feminista estaba casi mal visto; hoy la sociedad española de base, entiende y defiende el feminismo, aunque solo sea porque han tenido madre y tienen mujer o hijas o nietas. Y estas mujeres, todas ellas sin atender a edades salen también a la calle acompañando a esa viuda de la que hablábamos antes.
Los estudiantes, que siempre han sido los más reivindicativos, se manifiestan ante la situación que sufren. Unos porque el Estado les deja solos frente a los bancos que otorgaron préstamos (que eran del Estado) para estudiar y devolver al encontrar trabajo y con condiciones de no devolución si no se alcanzaba determinado nivel salarial; otros porque les afecta directamente el nivel de corrupción en sus universidades dando títulos a diputados y amiguetes, devaluando el que ellos están tratando de obtener con esfuerzo personal y económico para ellos y sus familias. Todos porque su futuro es cualquier cosa menos halagüeño.
En fin, añadan ustedes los sectores que quieran, sin olvidar el precio de los alquileres de las viviendas, el destrozo que la turistificación rampante está produciendo en determinadas ciudades, el hastío del burdo manejo del este público RTVE exclusivamente al servicio del partido del gobierno, los créditos fiscales que el gobierno ha concedido a la banca por un valor aproximado de 100.000 millones de euros (sin olvidar los casi 50.000 que nos costó el rescate de la misma, sin ser accionistas) y que supondrá que este año se ahorre unos 25.000 millones en impuestos que habría tenido que pagar, pero que pagaremos entre todos, o la situación de la justicia cuando puede verse a los jueces manifestándose ante el Ministerio de Justicia, y un sinfín de motivos que hacen que los españoles se estén manifestando a diario por las calles.
Estos asuntos y muchos más son los que podemos agrupar bajo ese título de tormenta perfecta. El sistema que nos gobierna, del cual el gobierno al cargo no es más que un fiel servidor, se ha encargado también de amordazar al partido que se decía socialista, y, además, ha creado otro para los ciudadanos que quieran sustituir con él al que está en el machito.
¿Qué pasará? ¿Votarán los españoles en consecuencia o repetirán resultados anteriores? La tormenta perfecta está ahí, y hace ruido, mucho ruido, y pareciera que los montes estén a punto de parir, pero recuerden que Esopo nos dijo en su famosa fábula que a pesar de tamaños ruidos, los montes parieron un ridículo ratoncillo.
De nosotros depende lo que ocurra.




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