viernes, 29 de septiembre de 2023

El número 100





Con una periodicidad más o menos mensual y escrito en caracteres más reducidos, acostumbro a dar cuenta de que el artículo que va a continuación ha sido publicado en el número correspondiente de la revista OP Machinery; así, se publica en la revista y después yo lo publico para ustedes.


Pues bien, esto se ha repetido también hoy, pero la novedad es que el número de la revista es el 100, un número bien redondo y que no todas las revistas pueden celebrar en estos tiempos que vivimos. De modo que, además de los artículos técnicos que son el alma y la razón de vivir de la revista, nuestro Director se ha extendido en ciertas cuestiones y una de ellas me atañe directamente dedicando dos páginas completas, la 14 y la 15, a mi persona y al hecho conocido por algunos de ustedes de que todo esto haya coincidido con la aparición de mi novela El corazón de la madera. Y como además de ser mi Director es también mi amigo desde hace muchos años lo ha querido dejar claro en esta ocasión. Por todo ello les diré que deben hacer caso omiso de sus alabanzas; no todo lo que cuenta es cierto, excepto esa “indisimulada ideología de izquierdas” que me atribuye; él lo dice desde su indisimulada ideología de derechas. Y esto es lo mejor y lo que más valor atesora nuestra relación tan poco española: tan distintos como somos no impide nuestra amistad, si no la acrecienta.


Bien, ahí van esas dos páginas:






 































domingo, 17 de septiembre de 2023

La cobla






Vaya por delante que todos mis sentidos rezumaban imágenes y sensaciones de belleza, que aquellos pocos días de viaje por las comarcas de la Garrotxa, el pla del Estany, el Ampordá, el Cap de Creus, la costa brava ampurdanesa y, para remate, la misma ciudad de Girona, habían remansado en mi ser. En un paseo por La Escala cuando se disponía a caer la tarde descubrimos un grupo de músicos en plena acción, que, aunque de bronce, ahí estaban, sobre la acera, de espaldas a la arena y al mar en una de las playas de dicho pueblo interpretando una sardana. Me llamó la atención uno de los ejecutantes con un pequeño flautín y un tamborcillo atado al codo de su brazo izquierdo, instrumento que percutía con un palillo en su mano derecha mientras con el brazo izquierdo tocaba el silbo. Algo similar al pito y tambor del folclore montañés y al chistu y tamboril del vasco.


Un par de días después, en Girona capital, en el día de inicio de la fiesta de las flores que, para los que no lo conozcan – como yo hasta ese día -, es fiesta que consiste en adornar con flores de todas las clases y mucha imaginación y amor por la ciudad los lugares relevantes y propicios del barrio viejo. Obvio es decir que da lugar a una exhibición floral impresionante. Los escenarios se cuentan por decenas, y en cada uno un pequeño cartel explica lo que aquella obra floral quiere representar, además de dejar constancia de los vecinos que han colaborado en su elaboración y del que dirige dicha obra. Pues bien, a determinada hora de la tarde, caímos en la plaza del ayuntamiento – creo que se llama del vino- y allí estaba el mismo grupo musical que habíamos visto días antes, pero en carne mortal. Un locutor presentó la pieza a tocar y comenzó una música de sardana en tanto el público que ocupaba la plaza se hacía hacia atrás dejando espacio suficiente para que algunos comenzaran la conocida danza.


Lleno de curiosidad me acerqué al locutor quien muy amablemente me explicó que sí, que aquello que se llamaba cobla tenía una formación predeterminada, la misma que habíamos visto en La Escala y contemplábamos en aquél momento. Esto propició que el escuchar aquellos sones, viendo esa danza ejecutada a cada momento por más personas de ambos sexos y más bien mayores, logró emocionarme.


Vivimos rodeados por doquier, hasta extremos inauditos, por una misma música, dizque latina, estemos donde estemos. Sobre la calidad de la misma cada uno tendrá sus gustos, pero el mío, y lo digo, es que la mayor parte de esa moderna producción musical es simplemente deleznable; afortunadamente hay otras muchas músicas que parecen tener un sentido propio que nos alcanza si somos capaces de prestarles un poco de atención. Y aquellas personas que celebraban la fiesta de su ciudad danzaban, cogidas suavemente de la mano, con sumo cuidado, atención y entrega. Por eso, cuando descendemos unos escalones desde ese presumible nivel de modernidad, nos damos cuenta de que se conservan prácticas que tienen un sentido que pasa sobre generaciones de ejecutantes y oyentes y que deben ser cuidadas para que no las arrastre el torrente de la historia. Porque ese torrente acabará arrastrándonos también a todos nosotros.


Esto al margen de que esa danza pueda tener también para sus ejecutantes un significado nacional o nacionalista. Al que, por supuesto, tienen pleno derecho.
















 

domingo, 10 de septiembre de 2023

11 de septiembre de 1973

 





Hoy, 10 de septiembre de 2023 es muy conveniente que recordemos lo acaecido 50 años atrás, el 11 de septiembre de 1973, en un país tan periférico como Chile, tan alejado de las esferas donde anida el poder; voy por ello a reproducir unas recientes palabras de Antonio Muñoz Molina que nos dice: “En despachos con mesas de roble y ventanales que dan a jardines de césped inmaculado y perspectivas monumentales —un obelisco, una cúpula en la lejanía— hombres de trajes oscuros y uniformes con estrellas en las bocamangas autorizan masacres que sucederán de inmediato a una distancia aséptica de miles de kilómetros, o bombardeos masivos que incendiarán bosques y ciudades, inundando el aire de un olor a gasolina, a desfoliantes químicos, a carne humana quemada. En cada una de las fotos en las que se ve a Richard Nixon y a Henry Kissinger sonriéndose mucho, inclinándose el uno hacia el otro en una intimidad confidencial, cabe la posibilidad de que estemos asistiendo al momento en que deciden arrasar Vietnam del Norte o Camboya, o en el que se ponen de acuerdo en la urgencia de sabotear de cualquier modo el Gobierno recién elegido de Chile en noviembre de 1970. Nixon murió hace ya bastantes años sin borrar nunca del todo su vergüenza de presidente indigno, pero Henry Kissinger sigue vivo y como embalsamado en una vejez extrema de quelonio, reverenciado como un anciano estadista”.


Eso sucedía hace 50 años y ha seguido pasando y pasa a instancias de personas como las que se nombran, pero también desde las opuestas esferas ideológicas del poder por medio de dictadorzuelos como el que actualmente anida en el Kremlin.


Y es también conveniente el día de hoy señalar unas cuantas concomitancias entre aquellos hechos de Santiago de Chile y del resto del país andino con los acaecidos en 1936 en nuestro propio país. En ambos casos en los respectivos golpes de estado participaron los partidos políticos – hasta entonces de derechas – y en nuestro caso, además, los monárquicos, con el apoyo yanqui en un caso y el italo-alemán en el otro; en un lado asesinaron a Victor Jara y en el nuestro a Federico García Lorca y los asesinatos colectivos se sucedieron en ambos casos. Aquí se está investigando sobre los fusilamientos de Belchite donde se ha hallado la fosa común de 150 civiles asesinados por los falangistas, sirva ello de ejemplo. Y presten atención a la muy posible reacción de alguna consejería del Gobierno de Aragón, dado que descendientes de los asesinos han sido incorporados como socios por el PP aragonés en los puestos convenientes.


Y aunque alguno de ustedes lo haya leído, permitanme repetirles el relato que sobre los días siguientes al golpe chileno escribí y que pueden leer pinchando lo siguiente: https://literharturas.blogspot.com/2011/09/once-de-septiembre.html

























































domingo, 3 de septiembre de 2023

Libros de sobra (4)





 

Un asiduo lector y compañero en otras lides me ha enviado el par de fotos que verán a continuación. Les voy explicando: Sí, es un carro, dos ejes, cuatro ruedas y, aquí viene lo bueno, tres bandejas, de las cuales en la superior podemos ver el cartel suficientemente explicativo; pasemos para este menester a la otra foto ampliada: ya ven quién es el propietario, nada menos que la Biblioteca Municipal Central, en los bajos del palacio consistorial de Donostia / San Sebastián; lean también que se pueden dejar hasta un máximo de diez unidades bien conservadas y llevarse otros libros (no dice cuántos) que otras personas hayan dejado.


Hemos de suponer que, aunque el carro está justo antes de la puerta de entrada, alguien de dentro se cuidará de revisar su estado y el de sus libros; lo que no sabemos es la razón de que el carro tenga tres bandejas; es muy posible que un bibliotecario nos lo pueda explicar, algún sentido tendrá. O bien era así de fábrica.


Pienso que se puede dar el caso de que un lector/a baje las escaleras de la Biblioteca con la idea de conseguir el libro X del autor Y, y al ver el dichoso carro con unos libros se percate de que entre ellos está lo buscado - quizás en otra edición diferente a la que tenía pensada, pero eso qué más le da.  ¿Qué hará? ¿Coger ése mismo o entrar y pedir otro? Si opta por lo primero se priva de ver a aquella funcionaria/o que le hizo tilín, pero si la/e saluda podrá entablar esa conversación que quedó truncada la última vez.  

¿Qué harían cada uno de ustedes, queridos lectores/as, en un caso similar?