lunes, 27 de septiembre de 2021

La Vuelta y el Mar Menor





Consecuentemente con el título, hablaremos hoy de la Vuelta a España, analizaremos su financiación – por encima, por supuesto- y terminaremos con el Mar Menor. Esta carrera ciclista a pesar de que no tiene el tirón del Giro de Italia, y menos del Tour de Francia, tiene la suficiente categoría como para que sea seguida por millones de televidentes, radioescuchas y lectores de periódicos, deportivos y de información general. Nunca olvidaré cuando pasaba por delante de mi casa, bajando el puerto de Alisas para terminar la etapa en Santander. Esa tarde se vivía como el acontecimiento que era: venían coches y motos lanzando al viento panfletos publicitarios que los niños recogíamos como si valieran un potosí, junto con globos hinchables, viseras y toda suerte de objetos que se referían a algunas de las marcas que patrocinaban a los equipos ciclistas; al rato, unas motos de la guardia civil nos anunciaban que los ciclistas estaban ya al caer; y de repente, asomaban por la curva y pasaban como una exhalación, a veces como con cuentagotas y otras en pelotón; luego, otra vez las motos y lo que llamábamos el camión escoba, porque supuestamente llevaba a algún corredor retirado ese día, e inmediatamente volvía el bombardeo publicitario. Todo esto, más o menos, se repetía durante el Circuito Montañés y las carreras de menor relieve que se celebraban por las fiestas patronales.


Bien, así tenemos señaladas las fuentes tradicionales que contribuían a la financiación de las carreras ciclistas. Los días anteriores y los siguientes las seguíamos por la radio, que algo aportaría. Lo importante vino después, con la televisión, pero ya teníamos lo mollar. Recuerdo también la primera carrera que vi por televisión en color, creo que fue en Bélgica. Esta nueva televisión añadió su riqueza cromática y supongo que fue entonces cuando se acuñó el término serpiente multicolor. Sea como fuere, lo cierto es que a las contribuciones de distintas marcas se sumó la tasa que las poblaciones de inicio y final de etapa, o las diputaciones y/o las comunidades autónomas, empezaron a pagar a la organización de la Vuelta dado el espectáculo que se originaba y la puesta en la pantalla de millones de hogares de dichas poblaciones, señuelo que generaba un afán de visitarlas. Si ven ustedes la retransmisión de una etapa del Tour comprenderán lo que digo: a la par que la carrera, vemos el hermoso paisaje, un castillo, una abadía etc, y de todo se nos pone un subtítulo que nos indica el nombre del paraje en su conjunto: la publicidad nos vende país, nos vende comarca, así que el ingreso publicitario ha de ser consecuente.


Pues bien, este año una etapa de la Vuelta a España ha terminado en el Mar Menor. Hace unos meses pudimos contemplar las toneladas de peces muertos flotando en aquellas aguas. Es sabido que el Mar Menor es un importante resorte turístico, con miles de camas en apartamentos y hoteles, para que los turistas puedan gozar del clima mediterráneo – no solo en verano-. Entretanto ese Mar Menor está amenazado de muerte por la contaminación de sus aguas, en las que se vienen vertiendo desde hace muchos años miles de metros cúbicos de litros de aguas contaminadas por los nutrientes agrícolas que los agricultores de las tierras ribereñas emplean para sus cosechas.


Así que repasemos el círculo – vicioso, como siempre-: Tenemos a la televisión pública haciendo la retransmisión con todos los medios posibles, helicópteros incluidos, de forma totalmente gratuita, las ciudades pagando a la organización para ser elegidas, y la única que se beneficia es la Vuelta a España, que es una empresa privada. Unipublic, la sociedad anónima propietaria de la marca y que se dedica a organizar otros eventos, es la que se lleva la pasta, hasta el punto de que actualmente su propietario absoluto es la empresa francesa que hace lo mismo en el Tour. Sus ingresos por la carrera española se estiman en unos cinco millones de euros, y se sabe que solo paga a las fuerzas de seguridad (unos 700,000 euros). El ente que paga aspira a beneficiarse de la notoriedad televisiva. ¿Cual será la motivación de la Comunidad Autónoma de Murcia con esta etapa del Mar Menor? ¿Servirá el retorno a la inversión, medido en términos de turismo y hostelería, para taponar la brecha que supone el desprestigio del propio Mar Menor? ¿Empleará ese beneficio transformado en impuestos, que no cobra pues es pecado, para tratar las aguas envenenadas? ¿Se lo entregará a los agricultores ribereños para que eviten verter más detritus al Mar Menor?


El agua demuestra no ser buena para los peces, pero ¿será buena este agua para las personas? ¿Qué proyectos tendrá el gobierno de la región murciana y cuales la Ministra de Transición Ecológica para paliar el problema que tenemos en Murcia?





















 

lunes, 20 de septiembre de 2021

El caso Castor

 Este artículo ha sido publicado en la revista OPMachinery, en su número de agosto-septiembre.




http://literharturas.blogspot.com/2016/05/el-castor.html


http://literharturas.blogspot.com/2016/06/el-castor-y-la-limpieza.html


http://literharturas.blogspot.com/2017/05/a-vueltas-con-el-castor.html


https://www.publico.es/sociedad/caso-castor-querella-5-exministros-florentino-perez-fraude-millonario-castor.html


https://literharturas.blogspot.com/search?q=Siempre+El+Castor 18 de septiembre de 2018




Los links que se relacionan más arriba, ordenados por riguroso orden de aparición en escena, son la reseña de los diferentes artículos que hemos compartido con ustedes para tratar exclusivamente acerca del Castor. Como pueden ver nos remontamos hasta mayo de 2016, cuando el proyecto habíase ya acabado.


Pueden ustedes releerlos o, si lo prefieren, podemos hacer un sucinto resumen de todos y cada uno de ellos con la única intención de ponernos al día. Así, en el de mayo de 2016, se relata cómo se lleva a efecto la construcción del artilugio que podemos ver frente a la costa norte de la provincia de Castellón, y cómo el Estado (el papá Estado si quieren) se carga ineludiblemente con un muerto de cuatro mil setecientos y pico millones de euros por una operación cuyo coste inicial era de unos seiscientos; es decir, entre todos nosotros estamos pagando, vía presupuestos y precio del gas, esa demasía de cuatro mil millones de euros en el exclusivo beneficio de una constructora y de unas entidades bancarias que han mediado en la operación.


En el del mes siguiente, junio de 2016, se menciona la siguiente cuenta a pagar, consistente en el mantenimiento del Castor en su punto de anclaje, mantenimiento que no sabemos a cuánto ascenderá, ni el coste final de su desmontaje que será seguramente aún mayor. Pero tampoco debemos preocuparnos, las empresas privadas se beneficiarán de ello y los bancos financiarán la operación con pingües beneficios; para pagarlo todo ya estamos los españoles.


En el artículo del mes de mayo de 2017 dejábamos constancia del informe del Massachusetts Institut of Technology estableciendo una nítida correlación entre las inyecciones de gas en el Castor y los temblores registrados en la costa – léase en Vinarós, Benicarló y Peñíscola, aunque afortunadamente sin daños ni coste en vidas humanas. El informe valorado en seiscientos mil dólares, no discernía si fuera mejor sacar el gas, por el riesgo de que la pérdida de presión en el subsuelo provocara más temblores; esto no se ha decidido aún, falta encontrar quién se moje en tal vaticinio, ergo los costes de mantenimiento continúan acumulándose.


El siguiente link, de septiembre del 2018, del diario independiente Público, da cuenta de una querella criminal ante la Audiencia Nacional contra los ex ministros Joan Clos, Miguel Sebastián, Magdalena Álvarez, Elena Espinosa y José Manuel Soria, y los empresarios Florentino Pérez (ACS) y Recaredo del Potro (Escal UGS) por un delito de prevaricación, fraude a la administración y malversación de caudales públicos. Como es de suponer esa querella en una Administración de Justicia como la española tendrá una andanza lenta hasta decir basta.


Finalmente, en el último link del 18 de septiembre de 2018, titulado Siempre el Castor, hacemos mención a la intervención administrativa en este proceso de la actual Vicepresidenta Tercera y Ministra de Energía, Medio Ambiente y Cambio Climático; nada de lo acaecido y conocido desde esa fecha nos ha inducido a cambiar la idea exculpatoria sobre ella en este proceso.


Y por añadir lo último publicado, el periódico La Información dedicaba el día 21 de junio un extenso y documentado artículo que arranca el 5 de junio de 2008, fecha en la que se publicó en el BOE la concesión de explotación (nunca mejor bautizada) de almacenamiento subterráneo de hidrocarburos. Se centra en los daños que esa explotación ha originado en las poblaciones limítrofes de dos comunidades autónomas. Alcanar, en la provincia de Tarragona, con unos 10,000 habitantes, Vinaroz, ya en Castellón con casi 30,000, Benicarló con algo menos, y finalmente Peñíscola con otros 8,000 habitantes, constituyen una conurbación de casi 80,000 personas en un tramo de costa de escasamente 25 kilómetros; industria, agricultura en una huerta feraz en la que el regadío viene de la época mora, comercio, y turismo dan asiento y prosperidad a la comarca. Pero según La Información ha habido un sector claramente perjudicado con la instalación del Castor: la pesca. Su empleo se ha reducido a un 35 o 40% de lo que era antes. Unas fuentes se refieren al tubo sumergido que transportaba el gas hasta la planta de tierra; el tubo una vez soldado se cubría con rocas para su protección; ahora esa formación supone un inconveniente para la pesca de arrastre, que, dicho sea de paso, es productiva para el pescador pero puede ser dañina para la conservación de las especies. Otros dicen que si se cruza ese tubo se puede romper el arte de pesca, y hay quien señala que el número de peces ha disminuido porque la plataforma desprende luz y hace "que el pescado no se acerque a esa zona". En definitiva, las embarcaciones que formaban las flotas de los distintos puertos señalados han bajado de un total de 78 unidades a una cifra de unos 40 actuales.


Visto lo acaecido nos podemos preguntar ¿cuál será la siguiente novedad en esta larga historia? Y sobre todo, ¿a cuanto ascenderá finalmente la factura?. Porque dudas sobre quien la va a pagar, yo no tengo ninguna.














lunes, 13 de septiembre de 2021

TVE





Todos sabemos que el acceso de empresas privadas al sistema televisivo español fue debido al interés del gobierno de turno en que los televidentes españoles tuviéramos una mejor y mayor información, por lo que debemos estar eternamente agradecidos. Por otro lado, los anuncios en las pantallas se antojaban un pujante negocio y algunos mal pensados afirman que la presión para la liberación de la televisión se debía a los miles de millones de pesetas que la publicidad televisiva les iba a reportar; pero no les hagan caso, lo dicen de puro mal pensados que son. A Berlusconi, que nos obsequió con la magnífica programación televisiva de la 5 – la mama chicho y demás, ¿recuerdan?-, le interesaba sobre todo la formación e información de los españoles, como le había interesado la de los italianos, hasta conseguir que le votaran; los intereses meramente culturales del grupo Planeta determinaron el nacimiento de Antena 3, cadena que atiende como ninguna los intereses de sus dueños ideológicos; no hay más que fijarse en la coincidencia del del azul, como el del mismísimo PP. El Estado siguió al cargo de Televisión Española, que continuó viviendo, financieramente hablando, del presupuesto estatal, dado que siguió sin publicidad. No se trataba de hacerle la competencia a las televisiones privadas, hubiera sido terriblemente nefasto para sus intereses (de las privadas, se entiende).


Pero es que no paró ahí la cosa. Las consecutivas direcciones generales del ente televisivo nacional se aplicaron, en defensa de las televisiones privadas – hemos de suponer- en empeorar año tras año la calidad de los programas. ¿Quién iba a imaginar, por poner un ejemplo, que hubiera tal cantidad de películas tan malas como las que generalmente se exhiben los sábados por la tarde? Para mí que el título del programa Cine de barrio esconde, o es que yo soy muy mal pensado, el hecho de que creyeran firmemente que los de barrio, y los de pueblo, son tontos, ignorantes y no entienden de cine; y total para esa gente...


Bueno, pues eso no es nada. Como resulta que las diez de la noche es un poco tarde para ver una película sin anuncios y acabar justo antes de medianoche, podría estudiarse un telediario una hora antes del actual, o incluso hasta dos horas, como hacen las privadas. Y a las once, como mucho, a la cama, pero no, no vamos a perjudicar a la competencia. Por otro lado, esa dirección ha programado un ciclo de cine español y otro de cine foráneo, uno para cada cadena, pero los han estado poniendo los mismos días y a la misma hora; y cuando no hay cine, no lo hay en ninguno de los dos canales. En consecuencia, al españolito de turno no le queda otra que apuntarse a Netflix, o Amazon, que tampoco tienen publicidad pero no son gratis. ¿Se puede hacer una mejor defensa de lo privado desde lo público? ¿Se puede saber para quienes trabajan los responsables de la tele nacional?


La última gesta ha sido eliminar el programa Las cosas claras, que estaba a cargo de Jesús Cintora. Este periodista ya sufrió el mismo destino cuando tenía un programa en la 4: se lo cargaron. Pasó a la Sexta y tuvo el mismo final. Ahora han hecho lo mismo. Parece que no conviene que un periodista comprometido con la verdad de lo que informa, que ofrece opiniones de personas de diferentes tendencias políticas, pueda estar a cargo de un programa como el que tenía. No se ha podido consentir que su programa empezara a superar en audiencia a Al rojo vivo, de Ferreras, faltaría más. La televisión pública debe conformarse con esos MasterChef y sus múltiples variantes. Lo dicho, para los de barrio y para los españoles en general, ya es suficiente.


En resumidas cuentas, una televisión pública debiera estar abierta a la información plural y a la libertad. De lo contrario no existirán diferencias con las privadas y los televidentes acabarán – los que puedan pagárselo- entregados a las cadenas privadas para el beneficio pecuniario y político de intereses exclusivamente privados.







 

lunes, 6 de septiembre de 2021

La globalización








Pretender hablar del fenómeno de la globalización en mensajes como estos que yo dejo en estas líneas, sería tarea imposible que llevaría miles de páginas, y ni yo estoy capacitado para ello ni soy tan imbécil como para intentarlo; dejarles unos ejemplos cercanos que todos conocemos me parece que puede ser productivo, al margen de que ustedes tengan otras fuentes de información mejores que mi modesta pluma.


Yo no soy de ir a las grandes superficies, hago la compra a pie en un supermercado que está prácticamente bajo mi casa, y regreso con una bolsa ligera con lo preciso para el día; soy del “PP”, pan y periódico, como decía aquél. Hace una fechas, comprando garbanzos – que a mi mujer le gusta el pedrosillano o el garbanzo de Fuentesaúco- me encontré con la desagradable sorpresa de que los garbanzos de la marca Luengo, sinónimo de calidad, provenían de USA, según constaba claramente en el envase. Ya antes había buscado que los espárragos fueran navarros y no traídos de China o de Perú, cosa bastante frecuente. Y no tengo nada contra los chinos y menos contra los peruanos; tampoco contra los agricultores norteamericanos, a pesar de saber que el gobierno americano practica dumping subvencionando a sus productores para que puedan vivir vendiendo más barato y perjudicando a los nuestros, cosa que es harto sabida; como para que encima nos viniera el gobierno de Trump subiendo los aranceles de ciertos productos agrarios españoles. Pero bueno, no me gustó nada en absoluto verificar que “mis” garbanzos fueran yanquis, de modo que quedaron automáticamente vetados de mi dieta, al tiempo que me volví más cuidadoso escudriñando el origen de todo lo que compro. Y que conste que no es por un pretendido patriotismo o españolismo, tan de moda hoy en día, sino porque pienso que debemos priorizar el consumo de productos kilómetro cero, como se dice ahora. No se deben consumir productos cuya carga de CO2 tras miles de kilómetros recorridos, perjudica al planeta.


En este sentido, el colmo ha sido una noticia que mostraba cómo una confitura de peras cosechadas en Argentina se vendía en USA tras haber sido empaquetada en Tailandia. Es decir, el fruto de árboles argentinos, se traslada al otro extremo del mundo para que en Tailandia lo preparen, lo envasen y vuelva a cruzar el Pacífico en dirección norte para ser finalmente consumido en los Estados Unidos. Es algo tan increíble que me sonó a fake, pero tras los días transcurridos no he visto el desmentido. De todos modos, sabemos que las manzanas que podemos comer en verano vienen del Cono Sur, cosechadas a su debido tiempo, como viene el pescado y otros productos. Los grandes cargueros abaratan el flete haciendo posible ese trasiego.

 


¿Se puede uno imaginar el coste de dos fletes transoceánicos en términos de contaminación atmosférica por un cargamento de mermelada? Porque el coste económico, ahogando a los productores argentinos y explotando a la mano de obra tailandesa, lo hace todo asumible.


Sirvan estos dos casos como ejemplos de lo que la globalización implica. Y como en todas las cosas de esta vida, todo depende del uso que de ellas se haga. La globalización no tiene porqué ser intrínsecamente perversa, pero su aprovechamiento por parte de los de siempre se merecerá ese adjetivo la inmensa mayoría de las veces.