domingo, 28 de julio de 2019

Más fotografías

Una conspicua lectora me ha comentado, con respecto a la anterior entrada de Un día de playa, que hay que ver cuánto da de sí una foto. Esto me ha recordado otra entrada de hace unos años, titulada Fotografías, que versaba versaba precisamente sobre eso, sobre fotos. Se la ofrezco de nuevo con un pequeño comentario al final.



Fotografías



Hoy he estado un buen rato revisando viejos álbumes de fotos: fotos de familia, con amigos, de vecinos, de relaciones profesionales, de viajes, etcétera. Al ver las fotos, uno no tiene otro remedio que preguntarse: ¿Qué es, en realidad, una fotografía? ¿De qué hablamos, del recuerdo de una fotografía o de la fotografía –representación- de un recuerdo? Porque lo primero era eso, queríamos dejar constancia de un momento, a veces banal, otras veces quizás, único e irrepetible; sin embargo, lo segundo nos retrotrae a aquél instante. Un instante que captó personas y cosas que quizás ya no existen. También sentimientos, emociones, anhelos;  pasiones también.

         Así es, he visto fotografías donde aparecen personas que ya no existen. Por razones biológicas, las más de las veces. Las hemos visto morir, en su momento, si podemos decirlo así; otras se fueron temprano, más temprano de lo que su edad haría suponer. Pero hay otras que, simplemente, ya no vemos, no tenemos ningún contacto con ellas y bien pudiera suceder que hubieran muerto. Hay una foto en la que reconozco a un oficial del ejército soviético que había participado en el sellado de la central de Chernóbil. Al despedirnos me dijo que ya no nos veríamos más, le quedaban pocos meses o años de vida. Así que normalmente hace años que habrá muerto. Fuerzo la vista para tratar de encontrar en sus ojos un atisbo de algo, quizás de tristeza, pero está sonriendo francamente. Seguramente en ese momento no se acordara de su sentencia de muerte.

         Sin embargo, a medida que las fotos son más antiguas, me parece apreciar una mayor seriedad –no digo tristeza, sólo seriedad- en los rostros. Característica que también se acentúa, o así me parece verlo, a medida que se desciende en la escala social de los protagonistas. Quizás sea debido a una menor costumbre a ser retratado. Quizás, en nuestro deseo de dar una mejor imagen de nosotros mismos, el propio empeño nos hace tomarnos la pose más en serio: componemos mejor la figura, tratamos de ofrecer nuestro mejor perfil y, como mucho, esbozamos una sonrisa. Esto contrasta sobremanera con las fotos de personajes jóvenes de la era digital. Sea por la costumbre, sea porque el soporte no tiene valor y se puede repetir la toma ad líbitum, las fotos de esta generación son una sucesión de poses desinhibidas, sonrisas amplias y gestos ampulosos.

         También he visto fotografías, pocas, lo confieso, que me han llamado la atención por cierta intencionalidad que me ha parecido apreciar en algunas miradas. Me explico: Son como el cuadro de Las Meninas, fotos de grupos humanos, en actitudes diversas, entregados a sus quehaceres, donde unos miran a la cámara, otros a lo que están haciendo, sea leer o coser, y hay uno o una que mira a otro del grupo con una mirada delatora. ¿Habría ahí algo especial? ¿Lo sabría siquiera el destinatario, ignorante en ese momento? Y, aunque esto sea más difícil, ¿habrá éste visto la foto después? ¿Se habrá fijado en esa mirada? ¿Le habrá confirmado ciertas sospechas? ¿Le habrá animado a un movimiento que quizás juzgaba atrevido o carente de base? Imagínense ustedes mismos, hay para una novela, ¿verdad?

         La foto de un recuerdo y el recuerdo de una fotografía. Ambas cosas se refieren al pasado, por más que sea un pasado de hace dos segundos. Sin embargo, el cine no es otra cosa que la proyección a una velocidad determinada de una sucesión de instantáneas que da a nuestros ojos la sensación de un presente continuo. Y el cine versa sobre cosas pasadas. Como la fotografía. Y sobre cosas actuales. Como la fotografía, también. Pero, además, el cine tiene la virtud de llevarnos al futuro. Podemos ver una película que arranca con la infancia, sigue con la madurez y termina con la vejez de sus protagonistas. Hasta con su muerte, si me apuran. ¿Será esto mismo posible algún día con la fotografía? Claro, el cine está basado en la fotografía, pero ¿podremos ver nuestra última foto, la foto de nuestro último instante? Según la teoría de la relatividad esto sería posible, depende de la correlación espacio-tiempo; otra cosa es que lo quisiéramos ver.

Entrada del 25 de marzo de 2014.


Hasta aquí lo publicado en la fecha que se indica en la línea anterior. Ahí acababan los conocimientos sobre la fotografía; al menos, los míos, bien escasos. Pero hete aquí que el desarrollo tecnológico no tiene límites y se desarrolla a una velocidad inimaginable -hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad, se canta en La verbena de la Paloma. Y ahora tenemos una herramienta, una aplicación que nos permite ver al momento cómo seremos el día de mañana, cuando seamos mayores. Iba a decir viejos, pero he recordado un dicho mejicano: viejos son los cerros, y reverdecen, así que dejémoslo en mayores. De modo que para comprobar personalmente si esto de ver nuestro futuro en una foto es cierto, ni corto ni perezoso, me he descargado la famosa aplicación -FaceApp, se llama- y he obtenido mi propia foto de mayor.
¿Que quieren conocer el resultado? Voy a serles sincero: no funciona. Verán, me ha salido la foto de un señor (eso soy yo, ¿no?) con todo el pelo blanco, un bigotito entreverado, y el rostro lleno de arrugas y manchas cutáneas. Y con gafas.
¿Que ese soy yo? Pues sí, exactamente, ése soy yo. Debe ser que ya me he hecho mayor. Reverdezco, pero muy de vez en cuando.
  

sábado, 20 de julio de 2019

Un día de playa








Un día de playa puede llegar a ser una experiencia enriquecedora. Y si vas, como es habitual hoy en día, armado con el móvil, puedes llegar a obtener imágenes como la que ilustra este comentario. Aunque, no crean ustedes, hace tan solo unas horas he escuchado en la radio que un señor turco que perdió una pierna a consecuencia de un disparo, había demandado al hospital donde se supone que el apéndice había quedado en aquella aciaga jornada, por el uso indebido de la imagen del mismo sin su autorización expresa. Esperemos que en esta ocasión no pase nada parecido.






Lo cierto es que mi mujer tomó esta instantánea, y al igual que los demás que estábamos con ella, nadie se había percibido de quién podía ser su propietario, o propietaria. Y a la vuelta del chiringuito ya no había ningún rastro. Aseguro, por si acaso, que de haberlo sabido no hubiéramos sacado la foto, ni mucho menos la publicaría yo en este medio de tan gran audiencia que están ustedes leyendo ahora.
Era lo que se puede ver: una prótesis derecha calzada con una zapatilla que podía ser playera, a juzgar por lo que parece ser una suela de esparto, cubierta con una media color carne, y en lo que no se ve de su, digamos, anatomía, lo que puede ser una especie de bata o vestido a rayas blancas y azules, y encima, quizás, una camiseta verde; en resumen, me inclino a pensar que su dueño es del género femenino. Se pueden ver a su lado unas chanclas de playa, quizás de un acompañante, y parte de una toalla playera.
Esto es lo que se ve, otra cosa es lo que sugiere. Afortunadamente, hoy en día personas con impedimentos físicos importantes pueden tomar el baño al que tienen derecho, e incluso en playas urbanas, hay un servicio de ayuda para ese menester.
Sobre el negro de la roca, destaca la prótesis, mudo testigo de alguien ausente. Al fondo se ve, puesto a secar un bañador.
El niño nos entrega dos realidades: una, un pasillo invisible por el que deambula, que no habríamos descubierto sin él, y otra, la pujante realidad de la vida misma. Su andar decidido, lleno de vida y fuerza, que le hace permanecer ausente de lo que descansa a su lado, contrasta radicalmente con el trozo inerte dejado en la roca. Ese es el valor de la foto, eso es lo que me ha movido a traerla a estas páginas. El ojo de la fotógrafa nos muestra la vida misma, su fragilidad y su fortaleza entre la rudeza evidente de la roca. 
En un solo clic.



domingo, 14 de julio de 2019

Las santas socimis



Entrada escrita a petición de un amigo que quería saber qué  diablos eran las socimis. Ya me dirás, Juanjo, si te he aclarado algo el concepto.



En el principio era el verbo. Seguro que recuerdan esta sentencia del Génesis. Siempre es de aplicación porque nos sitúa en la creación, en el principio, cuando la economía española estaba anegada por la crisis de la burbuja inmobiliaria. Había urbanizaciones enteras y bloques de oficinas, y estaban vacíos. Y no había dinero que quisiera invertir en esos páramos, dinero de fuera, de los paraísos fiscales, español o extranjero, qué más da, el dinero no tiene patria, y era conveniente que volviera para fertilizar la tierra. Había que ofrecerle a ese dinero unas ventajas que rompieran esa inacción. Y eso se hizo entre 2009 y 2013, se crearon las Socimis y el dinero, al principio un tanto remiso, empezó a venir. Desde Wall Street y la City, también de fondos soberanos, Catar, Noruega o Singapur.
Las Socimis son la última adaptación de la legislación mercantil española con el objetivo de favorecer la inversión en ese sector inmobiliario castigado por la burbuja. Cuando se dice favorecer hay que entender que se suprimen tasas e impuestos que los demás mortales pagan cuando compran un inmueble del tipo que sea, como el Impuesto de Actos Jurídicos Documentados, impuestos municipales y plusvalías. Pero además, tampoco pagan Impuesto de Sociedades por los beneficios que repartan, con la doble condición de que se reparta el 80% del beneficio y los accionistas paguen el 10% de impuestos. Vamos que las ventajas son más que evidentes, casi igual que para los españolitos que han sufrido la crisis inmobiliaria.
Son sociedades cotizadas en bolsa, cuya actividad sea la adquisición de activos urbanos dedicados al alquiler. Su éxito ha sido impresionante y actualmente hay ya 72 registradas a finales de marzo, algunas con valores en bolsa de más de 5.000 millones de euros, y España es el segundo país tras Japón en el número de ellas.
Por ejemplo, el fondo buitre Blackstone controla, a través de sus cinco socimis, una cifra en el entorno de las 35.000 viviendas, convirtiéndose así en el mayor casero de España, y prevé que los alquileres suban este año, incluso por encima del 10%. Esas propiedades las ha ido adquiriendo de las carteras inmobiliarias del Banco Santander, el BBVA y la Caixa, fundamentalmente.
No le gusta que se le conozca como fondo buitre, pues afirma que su vocación de permanencia en el mercado inmobiliario español es a largo plazo, lo cual es consecuente con su estimación de subida de los alquileres; si éstos bajaran, Dios no lo quiera, su voluntad de permanencia flaquearía. Ademas de pisos, está muy introducido en edificios de oficinas, garajes o centros comerciales, con un valor conjunto de más de 10.000 millones de euros.
En resumen, bien podemos decir que estos vehículos de inversión, como se les llama ahora, han animado el mercado inmobiliario; hay opiniones que se decantan por estimar que se está alcanzando otra burbuja inmobiliaria, aunque también hay otras que lo niegan. Cuando estalló la anterior burbuja, Hacienda, que somos todos, dejó de cobrar ingentes sumas ante la quiebra de promotores y constructores; con esa experiencia duele menos quitarles las tasas e impuestos, incluido el de Sociedades; qué más da no cobrar porque se les exonere de pagar o porque no puedan pagarte lo que te deben: el resultado es el mismo. Quizás alguno de los accionistas el día de mañana, como Amancio Ortega, nos haga una donación. Les quedaremos eternamente agradecidos. Porque claro, si no cobramos impuestos, ¿de dónde vamos a sacar el dinero para financiar cualquier gasto social que precisemos?
De todos modos, está bien que los poderosos compren propiedades en España, dicen que es dinero que entra, sea español o foráneo, y para eso cuántas más facilidades y ventajas se otorguen muchísimo mejor. Ellos ganan lo que no ganan en ningún sitio, y si eso implica subidas en el alquiler (pues a eso vienen, a ganar un poco más), no pasa nada, estamos acostumbrados a pagar, es nuestro sino.
Se cumplen varios axiomas: que ganen los fondos, que los españoles paguen, y que el dinero detente la propiedad cumpliendo su razón de ser; y, si se creara una nueva burbuja, otra vez los fondos con los dividendos que han obtenido y repatriado a sus países ganarían al comprar a precio de ganga y vuelta a empezar: El círculo perfecto.
Ya se sabe que la economía son ciclos, y a ellos siempre les toca la fase alcista.
Con este texto terminado he leído que las socimis se distinguen también por el bajo nivel de empleo que necesitan para funcionar. La ingeniería financiera procura un alto grado de productividad, de hecho hay muchas que no tienen personal en absoluto, lo cual es conveniente para que haya más beneficios. Anímense señores, España está de saldo!






lunes, 8 de julio de 2019

Onomásticas: San Fermín y Jackson



Ayer, día de San Fermín, se cumplieron diez años de una entrada en este blog con tal motivo. Para los lectores que no la conozcan, aquí la dejo; después de tantos años no he encontrado motivo alguno para reescribirla.



San Fermín



   El primer recuerdo que yo tengo de San Fermín e incluso de Pamplona es un viaje que un tío mío realizó en tal fecha a tal ciudad con ocasión de una de las pocas veces que, ya de mayor, volvió desde el Vermont donde hizo las américas, hasta la casa natal de mi abuela Petra Rubalcaba en La Cavada. Recuerdo que viajó con alguien más de la familia en un Panhard que había alquilado en París para su periplo veraniego en España. Debía de correr el año 51 o 52 del siglo pasado. Aquello ha supuesto para mí la constatación personal de que ni Hemingway ni San Fermín eran mitos sin fundamento.

   Después, como tantos y tantos, he estado en San Fermín en un par de ocasiones, pero en este año de 2009, he vuelto a estar para entender la fiesta de otra manera, creo que de la única manera posible y con sentido, la que tiene significado para los pamploneses o pamplonicas, que ambas acepciones son correctas. Porque cuando uno visita una ciudad o una fiesta, y sobre todo, la fiesta por antonomasia, la del viejo Ernest, lo normal es perderse el significado y el por qué de las cosas y quedarse con lo meramente anecdótico, engullido por el ruido, la multitud y el exceso. Pero en esta ocasión, como digo, debido a la amabilidad de mi amiga Kontxi, su familia y sus amigos, he conocido la fiesta desde adentro, como la conocen ellos y como la sienten ellos.

   Viendo cómo el pamplonica acude al acto del chupinazo, impoluto aún, con el blanco de las camisas de tela, cada vez más sustituidas por las camisetas, ya casi nadie con alpargatas sino con deportivas, mas todos con la faja roja y el pañuelo en la muñeca que pasará al cuello cuando suene el cohete. Acudiendo después a ver el recorrido, desde el Ayuntamiento hasta la iglesia de San Lorenzo, bajo los sones cien veces repetidos del vals de Astrain, especie de mantra que pone en trance a los participantes y cuyo grito del “Riau-Riau” nunca agradeceré lo bastante, contrapunto de otros sones que en esos mismos momentos, entierro mediático de la cosa Jackson, enfrentaba dos modos bien distintos de entender la música. Una cosa les apuesto, y es que dentro de otros cien años, en Pamplona, se seguirá cantando y bailando al ritmo de Astrain, y nadie en el mundo, dentro de diez, reconocerá la música y menos el baile de contorsionista del negrito americano, que siempre me recordará a Chiquito de la Calzada. Aunque debo reconocer que lo que sí me gustaba de la cosaeran sus uniformes circenses y sus calcetines blancos. ¡Creo que la humanidad nunca se lo agradecerá bastante!

   Pero volvamos a la fiesta. Por la mañana del día del Santo, el encierro. Desde un balcón de la Estafeta, uno puede seguir todos los momentos estelares: Cómo se vacía la calle de personal, se limpia pulcramente, se acordonan las entradas y se revisa que todo esté en orden. He de confesar que me parece innecesario que esta visita de inspección esté presidida por la máxima autoridad municipal: Ya sabemos cómo las gastamos los españoles con los políticos, unos aplaudiendo y otros pitando. Enseguida, la calle vuelve a llenarse con los que llegarán primero a la plaza, y, de repente, un clamor y pasan los toros, entreverados con los corredores y a uno no  le da tiempo a ver nada. Me recordó a la Vuelta a España, una hora esperando para verlos pasar velozmente, sin apenas tiempo para aplaudir.

   Luego, ver la procesión del Santo donde acuden diversos estamentos ciudadanos, con los maceros y toda la parafernalia, los gigantes y cabezudos y la sobria elegancia de la corporación en pleno. Hermoso desfile que contemplamos desde un balcón de la calle San Antón, cuyos moradores nos han abierto los brazos y nos obsequian con una maravillosa chistorra y un ajoarriero para no olvidar, entre otras viandas. ¡Lástima que luego haya que comer! Tras un poco de siesta, la corrida. La de toros, me refiero. Se repiten los silbidos y los aplausos a la alcaldesa y unos se dedican a ver los toros y otros, los de las peñas, a lo suyo, cantar, bailar, y a partir del tercer toro, merendar. Estoy seguro que los más de esos tendidos lo mismo podrían haber merendado en una chopera. Se habrían evitado el sol.

   Y hemos de hablar de los sanfermines, pero no en el sentido en el que habitualmente se hace, como conjunto de días en los que se corre la fiesta, sino en la variedad de formas en que cualquiera de ellos se desarrolla. Podemos hablar del sanfermín de las hordas de neozelandeses, australianos, ingleses, americanos, etc., que vienen con su paquete de avión, camping y autobús y la preconcebida idea de alcohol y juerga desbocada; otro, o quizás una  variante del mismo, sería la gente española que puede poner más acento bien en el alcohol, bien en la juerga;  pero el que más me interesa y quiero destacar, es del pamplonica de toda la vida, que respeta las tradiciones, incluidas las de la fiesta, que sabe lo que hace y por qué lo hace, que le gustaría que hubiera menos bullicio y más respeto, que acude a las procesiones, con o sin sentido religioso, que dosifica sus fuerzas a lo largo de la semana y que soporta con resignación la invasión anual de su ciudad, sin un ápice de pérdida de esa hospitalidad navarra que yo he podido apreciar en esas horas en que la he disfrutado. A esos que he tenido la suerte de conocer, muchas gracias.



lunes, 1 de julio de 2019

Notas de junio



Breves comentarios sobre asuntos como las negociaciones post electorales, la Orden de la Jarretera, Ahora Madrid, Miguel Hernández, el dichoso fútbol, los millonarios americanos, o la exhumación del dictador, esto último con permiso del nuncio de Su Santidad.





Uno. En los acuerdos alcanzados tras fatigosas jornadas de negociación se ha podido ver de todo. No se trata de ser muy exigente con el nivel de sentido común, cuando éste se ve amenazado por el interés en alcanzar ciertos sillones. Hemos sabido que en aquellas localidades en las que el resultado electoral arroje un empate a 185 votos para las dos fuerzas contendientes, por ejemplo, la ley determina que se recurra al sorteo y sea el azar el que señale cuál de los concurrentes se alce con la alcaldía. En estos pueblos no se cobra un ochavo por ocuparse de lo común y es de agradecer que haya varios vecinos que se presenten en las listas, normalmente, sin otro interés que el de servir a la población. Por tanto, el procedimiento legal del sorteo me parece perfectamente válido. Recuerdo haber leído de un par de casos como el descrito en las recientes elecciones locales.

Pero también se ha producido el empate en poblaciones mucho mayores, incluida una capital de provincia de más de 100.000 habitantes. Y los partidos concernidos han recurrido al formato de compartir la alcaldía en dos períodos consecutivos de dos años cada uno. Primero te pones tú durante dos años, y luego yo los dos restantes. Es decir, que en la primera etapa el partido en el gobierno empieza a aplicar su política y su ideología, y antes de que esto empiece a permear el tejido social, entra el otro partido y hace tabla rasa con lo del anterior...¿Tiene esto algún sentido? Una ciudad no es un pequeño núcleo rural donde la actuación del consistorio tiene un escueto campo de acción. ¿Imaginan ustedes que eso se pueda hacer en una ciudad? Por ejemplo, ¿que el primer consistorio empiece a levantar viviendas sociales, para que el segundo las derribe? Esto no se explica si no es desde la óptica del estricto, puro y duro interés por los sillones.



Dos. En Madrid, con la victoria de la extrema derecha, se ha anunciado ya que se desmontará la ordenación del tráfico llevada a cabo en Madrid Central por Ahora Madrid. Vamos, un atentado de lesa humanidad que desnuda claramente la catadura moral de los nuevos: van contra unas medidas de sentido común, en contra de lo dictaminado por Bruselas y de la salud de los madrileños a quienes dicen servir.


Tres. Sus Majestades el Rey y la Reina han viajado a Inglaterra con ocasión de la fiesta de la Orden de la Jarretera, invitados por sus primos ingleses. Creo que nuestro rey es ahora miembro de dicha orden, y con lo buen mozo que es ha quedado de lo más propio luciendo el atuendo como hemos podido ver en las fotos.
Estoy seguro de que la inmensa mayoría de los españoles nos hemos sentido muy identificados con tal acto, que ratifica y reafirma el enorme interés y afecto que tenemos por este sistema de Estado, culmen de la Constitución de nuestro país.


Cuatro. Es sabido que Miguel Hernández sufrió un par de juicios terminada la guerra. Como en miles de casos similares, el delito del que se le acusaba era el de rebelión; es decir, defender el orden legalmente establecido, que no otra cosa era la República, se tradujo por delito de rebelión. Y hubo miles de jueces que así juzgaron y condenaron a los acusados a penas de muerte, cadena perpetua, y decenas de años en el mejor de los casos.
Para asistir a esos jueces, se formaban tribunales en los que no podían faltar fiscales, testigos y secretarios; se pretendía con ello dar una pátina de legalidad y justicia. Y para el caso que nos ocupa, hubo un secretario judicial, alférez del glorioso ejército español, que levantó acta de las sesiones. En muchos casos, sobre todo cuando se celebraban en horario de tarde, el juez, abotargado por el buen yantar y la libación correspondiente, era despertado de su siesta a tiempo para pronunciar la consabida sentencia de culpable a instancias del secretario judicial.
Ignoro si este fue el caso, o no, pero un hijo del que actuó como secretario en el caso de Miguel Hernández reclama ahora 87 años después, no que se estudie la legalidad o improcedencia del dictamen del que su padre tomo acta, sino que se borre su nombre de los registros.
Digo yo, que si no quiere que se asocie su nombre con el de su padre, siempre puede solicitar un cambio de apellido, pero lo que no es lícito es tratar de tergiversar los hechos. Hechos por los que nadie, dicho sea de paso, le va a reclamar nada. La Memoria Histórica está para que no se olviden los hechos acaecidos, no para tocarle las pelotas a nadie.


Cinco. El llamado deporte rey, el fútbol para entendernos viene protagonizando una serie de hechos nada extraños; no me refiero a la boda de uno de esos jugadores estrella. Estoy hablando de los caos de amaño de resultados en varios partidos de nuestra liga, a distintos niveles, y a la inmensa trama que se montó para conseguir que el mundial de 2022 se celebrara en Catar. Aquí están señalados, no voy a decir imputados, altos representantes de federaciones nacionales, altísimos dignatarios de la FIFA, y presidentes de países y naciones varias.
Ante esto, que ex jugadores, o jugadores que ya están de vuelta en sus carreras deportivas, amañen resultados para jugar sobre seguro y ganar enormes sumas de dinero, no debe parecernos nada extraño. Al fin y al cabo, para eso existen las correspondientes casas de apuestas que, no lo olviden, así como el propio fútbol, proceden de Inglaterra.
Y para remate, lo último que he leído sobre fútbol. Como el fútbol femenino está en auge, el Real Madrid, para no ser menos ni el último, ha comprado un equipo femenino de fútbol recién ascendido a la primera división de esa nueva categoría en nuestro país. Como decía aquél, si es por dinero …


Seis. Seguramente ustedes conocen las declaraciones de hace unos años, quizás seis o siete, del multimillonario Warren Buffet. Señalaba este hombre que las secretarias de su oficina pagaban más que él en la declaración de la renta. Y no lo veía ni lógico ni normal.
Pues bien, ahora un grupo de multimillonarios, igualmente americanos, han dado a la luz un comunicado en el que vienen a decir lo mismo. Es un grupo de 19 personas, de las cuales solo una ha preferido permanecer en el anonimato. El más popular es Georges Soros, que llegó a hacer tambalearse a la Libra Esterlina, orgullo de los ingleses y a la cual rinden veneración. Vienen a decir que ellos son parte del problema de la enorme desigualdad de la sociedad americana, y tomando la propuesta de la senadora Elizabeth Warren, que está en la carrera electoral por el lado demócrata para suceder al de la trompeta, dicen que pagar más es “patriótico y fortalece la libertad y la democracia de Estados Unidos”
Entretanto, en España hemos tenido una animada discusión con la donación del dueño de Inditex a varios hospitales públicos españoles. Para situar las cosas en su justa medida hay que señalar que en la clasificación mundial de acaudalados millonarios, todos los de la lista (dejemos abierta la duda en el caso del anónimo) se encuentran a bastante distancia por detrás de nuestro compatriota.


Siete. Ha pasado otro mes, recuerden que el 10 de junio era el día en que se iban a exhumar los restos del dictador, y estamos como al principio.
Muchos españoles nos preguntamos cómo es posible que el Estado siga pagando el sueldo del falangista que dice misa en Cuelgamuros, más los gastos de mantenimiento del edificio y su paraje, y otros muchos nos preguntamos también, cómo puede quedar en la impunidad el auto del Supremo declarando al dictador legítimo Jefe del Estado desde 1936. ¿Hasta cuando, Catilina?


Ocho. Pedro Sánchez ha mostrado su verdadera capacidad para escabullirse de sus responsabilidades políticas en la negociación con Podemos; la vez anterior negociaba con Podemos mientras tenía un acuerdo cerrado con Ciudadanos. Ahora nos recuerda constantemente que los españoles hemos votado mal y le hemos puesto en un brete. Por su parte, en Podemos la discreción era total hasta que apareció Irene Montero haciendo declaraciones, y Podemos ha vuelto a perder en los medios una credibilidad que estaba recuperando.
Por si no lo han tenido en cuenta ninguno de los dos partidos: ¿No creen que los españoles que han votado en plan progresista verían con agrado un gobierno de coalición en que los ministerios de Podemos fueran encomendados a independientes? Al fin y al cabo, eso sucede en el Psoe y, que yo sepa, en Podemos no dan carnet. ¿O es que Pablo Iglesias posee el don de la ubicuidad, y puede, como la divinidad, estar en todos los sitios a la vez?
¿Qué tal para ministro de Hacienda el representante del cuerpo de inspectores de Hacienda? ¿O para el ministerio de Justicia el presidente de la unión democrática de jueces y fiscales?
A titulo de ejemplo.