Este artículo ha sido publicado en el número de junio-julio de la revista OP Machinery
Fiel
a su promesa de atenderme, encuentro a Lucas dispuesto a ilustrarme
con sus conocimientos sobre el agua.
-
Estoy muy seguro – me dice- de que de ésta, o consideramos el agua
como el mayor problema que tenemos, o lo pagaremos caro, pero muy
caro.
-
Vaya Lucas, me inquietan tus palabras; cuéntame, cuéntame…
-
Mira, no hay científico alguno sobre la superficie de la tierra,
salvo los que se venden a intereses de parte, que no esté alarmado
sobre la velocidad que está tomando el proceso de cambio climático.
No hemos sido capaces de limitar el vertido de Co2 a la atmósfera ni
lo estamos siendo, la destrucción de nuestras defensas forestales –
fíjate en el caso de la Amazonía o el sudeste asiático- más la
mercantilización de todas las actividades que siguen en pie, como el
hecho de que el que pueda pagar siga comprando derechos para
contaminar legalmente, como si esto fuera un asunto de ricos y
pobres; en fin, que, o se toman medidas urgentes o llegaremos más
pronto que tarde al punto de no retorno.
-
Qué me dices, Lucas, ¿tan grave es el momento?
-
Grave no, gravísimo, y entretanto seguimos sacando al santo en
procesión para que llueva.
-
¿En serio?
-
En lugares tan dispares geográficamente como Alhaurín de la Torre
(Málaga), Bornos y Vejer (Cádiz), Siruela (Badajoz), y un largo
etcétera. Hasta el obispo de Solsona (Barcelona) lo ha sacado a
pasear en Espunyola, y en Sevilla lo han sacado con la autorización
del Arzobispo. Es de suponer que a esta tropa se adhieran los
evangélicos esos del PP; todos ellos adoran al mismo dios, son
fetichistas, y creen que por rezar a unas imágenes van a arreglar el
problema.
-
¡Hombre, Lucas!
-
Hay que hablar claro, ya va siendo hora. La mayoría de la población
sigue creyendo que el cambio climático y la consecuente escasez de
agua, de existir, es algo a muy largo plazo, tanto que quizás no lo
verán nuestros biznietos, además de que entretanto se inventará
algo eficaz para combatirlo, pero no es así, ¡no es así!, hay que
entender que el agua se ha convertido en algo muy escaso, aparte de
que es el gran hurto de los tiempos modernos, y que si hay que regar
se haga en fincas públicas, no en las privadas, que hay que ahorrar
el agua de las piscinas, y cuidar los pocos humedales que quedan,
léase las Tablas de Daimiel, que están camino de convertirse en
otro caso Doñana. Pero hombre, si el agua es lo único esencial y su
manejo genera riqueza, ¿cómo diablos se va a privatizar su gestión?
Fíjate que en Chile se privatizó el agua, bajo Pinochet, y también
se ha hecho en el Estado de Querétaro (México) ¡el mes pasado!
Pero en Gales e Inglaterra (Reino Unido) países europeos avanzados,
se hizo otro tanto en 1989. En fin, el agua ha sido históricamente
causa de conflictos y de guerras, y no hay que descartar que se
desaten de nuevo. Una escasez de agua estará en el origen de
movimientos migratorios millonarios hacia nuestra Europa desde una
África sedienta.
-
Pues sí que lo pones bien, Lucas.
-
Es que no hay otra. Hay que empezar a cuestionarse muchas cosas que
tenemos muy enraizadas, por ejemplo, el turismo que tanta riqueza nos
proporciona: ya se sabe que una buena parte de lo que pagan los
turistas que vienen a España se queda en sus países de origen, que
allí pagan el avión, el hotel o el piso turístico, además de que
el avión es tremendamente contaminante; nosotros nos quedamos
cobrando un sueldo de camarero, al tiempo que sufrimos la carestía
de los alquileres magnificada en las poblaciones turísticas. Por
otro lado, sabemos que conseguir el cierre de un pozo ilegal puede
costar, de media, diez años: ¿Cómo se repara el daño causado en
ese período?
-
Lucas…
-
Espera, dejame acabar. ¿Has oído hablar del decrecimiento? No,
¿verdad? Hasta hora siempre hemos luchado por crecer más, a veces
de crecer de manera más consistente, hasta más limpia, pero, ¿de
no crecer? No, ¿verdad? Hemos hablado de la falta de materiales
necesarios para la industria, del final del petróleo, por ejemplo.
Pues posiblemente estemos en ese punto de la historia en el que
debiéramos olvidarnos de tanto consumo, del PIB como referencia, y
empezar a pensar en una nueva etapa en la que la vida se desarrolle
de acuerdo con otros roles, fundamentalmente no contaminantes, no
dañinos, verdes en una palabra. O eso, o el caos. ¿Qué te parece?
-
Que me has dejado mudo, Lucas.
-
Piénsalo un poquito, por favor. Es muy importante...
-
Lo haré. Hasta luego, Lucas.