domingo, 24 de enero de 2021

Anuncios radiofónicos (2)




 Hoy les presento una nueva entrega de anuncios radiofónicos recientemente escuchados. Al igual que en la vez anterior, debo fiar a mi memoria su contenido – que ya es fiar-, aunque no me parece tan importante la exactitud de las frases como su mensaje. Pero, en fin, ahí les va, otra vez una voz joven y femenina diciendo:


- Hola cariño, ¿qué tal te ha ido el día?

- Bien, sin novedad -contesta una voz de hombre joven.

- Pues ha llamado tu hermano, que le han dicho que le sacan del ERTE y le pasan al ERE, y que le llames.

- Pues a mí no me han dicho nada. Voy a llamarle ahora mismo.

- Vale, pero no lo pienses mucho y hazte de Legálitas, como él.


Estos anuncios radiofónicos de Legálitas aventuran una campaña intensa y potente. Este anuncio sobre la extinción o supresión temporal de un vínculo laboral, merece un comentario aparte. Hay gente que piensa que los sindicatos son algo que pertenece al pasado, algo ya anticuado; otros piensan que no tienen futuro; algunos pueden pensar que los sindicatos son los causantes del problema laboral y, por tanto, responsables del paro, y siempre hay quienes piensan que qué necesidad tenemos de sindicalistas y comités de empresa, si las relaciones entre empleador y empleado debieran tener siempre una correspondencia biunívoca, sin nadie más de por medio, para que negocien ellos directamente. Aunque les pueda parecer increíble, esto últimos son más numerosos cada día, en aras del liberalismo y la libertad. O mejor dicho de una visión equivocada e interesada sobre estas cuestiones. Seguramente, estos colectivos que hemos enumerado, cuando ven en la tele las imágenes de un ministro de trabajo, con los representantes de las organizaciones patronales y los de los sindicatos, pensarán que se han reunido para comer y no para discutir sobre salarios mínimos, reformas laborales, ERTE´s, o zarandajas del mismo pelo. Y no se preguntarán quién les paga a unos y otros, y cómo se financian sus actividades. Ni por qué las organizaciones empresariales se prestan a ese juego.


Y los que no se consideran a sí mismos como trabajadores, quizás porque hacen un trabajo menos, poco, o nada manual, y piensan que pertenecen a la clase media y no a la trabajadora (porque esto viste muy poco), cuando vean amenazados sus derechos laborales, estarán felices de acudir a una empresa como Legálitas, pensando que una empresa cuyo objetivo es ganar dinero les va a defender a ellos (felices miembros de la clase media) en contra de los intereses colectivos de la clase empresarial en general. Si eso fuera así, ¿cuánto tiempo haría falta para que, de una manera o de otra, esa empresa fuera absorbida, o sus prácticas modificadas, hasta que dejara de molestar al mundo de empresas al que pertenece?


¡Qué cosas hay que escuchar!










lunes, 18 de enero de 2021

Anuncios radiofónicos




 

Hace unos días, mientras me afeitaba, un anuncio en la radio llamó mi atención. Pero entre que quise mejorar la sintonía, los malabarismos que hube de ejecutar para dejar los trebejos de afeitar sin cortarme el cutis, lo exiguo del anuncio, y mi mala memoria, me costó resumir lo malamente escuchado. Más o menos, una voz de mujer joven decía:


- Oye, papá, que me acabo de enterar de que el pariente del rentero tuyo ha entrado en ERE. ¿No trabajaban los dos juntos en la misma empresa?

- Creo que sí, trabajan juntos… vaya, lo que me faltaba, me fastidia porque le tenía aprecio a ese chico, nunca me ha fallado con la renta -contesta una voz varonil y madura.

- Pues ten cuidado. Lo mismo deja de pagarte ahora, si no tiene trabajo...

- ¿Y qué voy a hacer?

- Habla con los de Legalitas, pero no pierdas tiempo. Para eso están.


Este tipo de anuncios radiofónicos son muy efectivos, no tenemos más que recordar la larga serie de Securitas Direct, con una tipología completa, con robos en los pisos, en los chalets, con ocupaciones, etcétera. Cada poco sacaban uno nuevo y España entera quedaba viviendo en un perpetuo estado de inquietud. Al final, no se sabía bien si el país estaba pasando una etapa de ocupaciones de pisos, no solo vacíos (que también los okupas se metían en pisos mientras sus dueños habían bajado a comprar el pan y al subir se encontraban con su piso ocupado), o bien, era tal la sicosis creada que hasta que pudimos encontrar en los medios (no en todos, claro, ya me entienden) que la evolución en las estadísticas de ocupaciones ilegales no permitía sostener esta última opinión, no se restableció la calma; esto no resultó óbice para que ilustres prohombres de la política española introdujeran el problema en sus alocuciones diarias, claro está.


Pues bien, estos anuncios radiofónicos de Legalitas aventuran una campaña intensa y potente. Este del piso en arrendamiento encaja perfectamente en el campo en el que trabaja una empresa que te ofrece, mediante un canon periódico, el derecho a obtener los servicios de un abogado. Claro está que si puede defender al que no cobra, lo mismo podrá hacer con el que no paga, que alguna defensa podrá tener, a condición de que esté al corriente de las cuotas. Es la ventaja de tener un nutrido plantel de abogados.


Pero no olviden que también hay pólizas de seguro que le cubren a uno del impago de la renta, como escuché también – no recuerdo si ya me había afeitado, o no- otro día, en la misma emisora de radio; eso sí.



jueves, 14 de enero de 2021

Un piso con baño

 Artículo publicado en la revista OPMachinery, en su número de noviembre-diciembre últimos.



Hace un par de semanas un colega de aficiones socio económicas me envió una nota de audio que un periódico publicó en su sección de Cartas al Director. Como el individuo en cuestión no indicaba su nombre, no faltaré a la discreción debida si reproduzco sus palabras: “Discrepo de quien opina que las casas con un baño son de gente pobre. Yo no me considero pobre. Llevo 46 años trabajando. Nos dieron la casa en el 78, hace 42 años. Y tenemos dos habitaciones y un baño, salón y cocina. No me considero pobre.”


No podemos conocer el motivo que impulsó a este hombre a esa aclaración, pero sí podemos aseverar que a él le pareció infamante: él no se considera pobre. Seguramente nuestro amigo esté ya jubilado, si ha cotizado en el régimen normal. Dice nos dieron, lo que indica que está casado, pero no sabemos si ha tenido o no familia. Llevaba cuatro años trabajando, y parece que no le fue tan mal como para entrar, con ayuda familiar o sin ella, en el proceso de compra del piso – aunque él hable de una casa; hoy eso sería de todo punto imposible. Desde ese momento en adelante, y a lo largo de esos 42 años, no sabemos cómo le ha ido en lo económico, y sigue en el mismo piso, que dicho de paso, tiene todo lo que debe tener para que una pareja viva cómodamente.


Hay mil y una maneras de estimar la pobreza; la riqueza es cada día que pasa más inconmensurable, por tal sendero ha ido el vertiginoso desarrollo de este sistema que algunos ya ni llaman capitalismo. Que si el PIB per cápita, que si el índice de Gini, que si el Indíce de Desarrollo Humano, hay distintos métodos que tratan de establecer baremos, pero por mucho que nos esforcemos no encontraremos nada exacto. Y además hay que contar con el factor subjetivo. Nuestro hombre, me atrevería a afirmar, está satisfecho con el piso (el pisito iba a decir, pero no) que le dieron en el 78. Que haya tenido algún apuro para pagarlo, o no, en él han crecido sus hijos, quiero suponer, y sus muebles han sido mudos testigos de las broncas que haya podido tener con su mujer. Allí sigue, no ha tenido la tentación de cambarse a otro con dos baños, o los estudios de su prole no le han dejado, y ahora, a su edad, echando la vista atrás, hace balance y se siente satisfecho. Sentirse satisfecho con lo que se tiene, con lo que se es, y con la forma en que se vive, es la base de la felicidad, como todos sabemos. Por eso él reivindica su situación: no es pobre. Por más que su piso no tenga más de un baño, que le basta y le sobra.


Posiblemente tenga también un utilitario con muchos kilómetros, o venga de cambiarlo por otro parecido. No es como esos, que a la hipoteca de su piso de dos baños añaden el préstamo por el Audi o el BMW, o el Mercedes si tienen una edad como la suya, que esto de las marcas de los coches para aparentar que no se es pobre, va por edades. Ellos sí que son pobres, los que han hipotecado su tiempo y su vida para pagar deudas por bienes que, a todas luces, les vienen grandes.


Al margen de los millones de ciudadanos que están en auténticos niveles de pobreza, que cada día son más y cuyo número va a seguir aumentando, hemos de concluir que no, nuestro hombre no es pobre, aunque solo tenga un baño.


Y afortunadamente para él, ha llegado a un horizonte vital al que no todos los demás van a poder llegar en esas condiciones. Sobre todo los más jóvenes. Las condiciones de vida empeoran para la mayoría y no hay indicios de que vayan a mejorar; no, tener un piso con cocina, salón, dos habitaciones y un baño, no es cosa de pobres. Pobres son, por ejemplo, los sin casa, que duermen en la calle donde pueden, o con suerte en un refugio público, y pasan el día en espera de que vuelva esa negra noche.











jueves, 7 de enero de 2021

America great again





 

Nadie ignora a estas alturas lo ocurrido en el Capitolio de Washington. Los próximos días serán pródigos en comentarios, razonamientos, explicaciones, reparto de culpas, anatematizaciones de todo tipo y, hasta en proyecciones del mismo pelo.


Yo quiero señalar, a vuela pluma, unos cuantos factores que me parece que están en la génesis de lo que ahora llamamos el trumpismo. El primero de ellos es la caza de brujas de McCarthy en los primeros años cincuenta, que trajo entre otras cosas, la declaración oficial del comunismo como enemigo histórico de la nación americana. Tratando cuidadosamente de meter en la cabeza de los americanos la idea de que socialismo, comunismo, sindicalismo, progresismo, etcétera, son todos la misma cosa. Así, no se permitió en USA otra idea que no fuera esa, con lo cual el capitalismo era lo único justo y perdurable; sus facetas fueron la competencia (no siempre libre, como sabemos), el individualismo a ultranza, la privatización de todos los servicios y eso tan curioso que los americanos llaman perdedores, que es lo peor que uno puede ser en la vida.


De este modo no tiene nada de extraño que, tras el gobierno de Roosevelt, un gobierno bastante socialdemócrata, los partidos demócrata y republicano vinieran a significar lo mismo, y las campañas electorales algo que no me atrevo a describir. La actual democracia americana es la expresión final de este proceso. El Tea Party, de hace diez años supuso la concreción política de ese proceso, con la aparición de Steve Bannon y compañía, los contactos personales de dudosa moral y el uso de las nuevas herramientas sociales.


Así apareció el amigo Trump, con dinero para entrar en campaña y el terreno bastante abonado. Hay que reconocerle que ha hecho muy buena labor durante su mandato, como lo demuestra el hecho de haber subido el techo electoral hasta cifras nunca alcanzadas, y haber despertado al electorado más consecuente, que ha ganado por los pelos. Ahora la situación se ha polarizado, el trumpismo ha demostrado su fortaleza, y queda por ver si la alternativa será capaz de mantener alta la moral de sus votantes. Si no recupera niveles de bienestar, o al menos el electorado americano no aprecia el esfuerzo, dentro de cuatro años volveremos a estar en el mismo peligro. El electorado americano y todos nosotros, porque es claro que todos necesitamos una América grande otra vez, no a costa de los demás ni levantando muros en la frontera mexicana. El enemigo está localizado, es muy cercano, todos lo conocemos, no hay que llamarse a engaño.


Aprenderemos esta vez?

martes, 5 de enero de 2021

Una consideración familiar





 

El discurso real de Nochebuena ha batido – supongo yo- todos los registros de audiencia. Considerando a los dos reyes de esta restauración monárquica que nos legó el franquismo, he podido ver los suficientes discursos para hacerme una idea, pero no he seguido ninguno con la misma atención que en esta ocasión; seguro que no seré el único. Y he de decir que en ninguno he aprendido tanto como en este. Cuando hablamos de padres o madres, de hijos y nietos, y de familiares en general, siempre lo hemos hecho utilizando esos sustantivos aderezados de los adjetivos adecuados en cada caso: mi querida madre, mi querido padre, mis adorados nietos, etcétera. Ahora, gracias a su Majestad el Rey Felipe VI, sé que puedo hablar de mis allegados más íntimos utilizando un nuevo sintagma: consideración familiar. Mis hijos son una consideración familiar, del mismo modo que el anterior rey, ese que llamábamos el Emérito, es ahora una consideración familiar del nuevo. El Rey Felipe VI ya no cita a su predecesor, diciendo “mi padre”. Ahora dice “mi consideración familiar” y todos hemos de entender que se refiere al cazador de elefantes, de modo que los demás, nosotros quiero decir, hemos de hacer lo mismo.


Otra cosa que me ha dejado gratamente sorprendido ha sido la maestría con la que Nuestro Señor el Rey aparece en la televisión. Pulcramente vestido, acusando en su edad madura las canas que le han brotado debido a que la labor de monarca está cargada de trabajo y responsabilidad, pero – todo hay que decirlo- tan bien repartidas y pobladas que hacen que aquellos que solo tenemos cuatro pelos mal puestos, sintamos una sana envidia y una íntima satisfacción de tener un monarca tan bien presentado.


Y no como el personaje que gobierna en el Reino Unido, con esos pelos, por Dios... Pero no es por ese detalle por lo que le cito, aunque fuera suficiente motivo, sino porque es también otro ilustre ejemplo de consideración familiar . Verán ustedes: en el mismo momento en el que, ufano de lo que hacía al firmar la salida de su país de la UE, eso que llamamos el brexit, Stanley Johnson, que es el padre de ese engendro, declaraba públicamente que solicitaría la nacionalidad francesa para poder seguir siendo legalmente europeo. De este modo, BoJo, como llaman en Inglaterra a su premier , convirtió a su padre en una consideración familiar, igual que Nuestro Señor el Rey al suyo.


¿En esto se parecen, se preguntarán ustedes? Pues sí, al menos en eso. Mientras que hay otro punto en el que difieren radicalmente. Los ingleses podrán quitarse de encima al de los pelos cunado les toque votar; los españoles tendremos Rey hasta que abdique en su hija o se muera; y la monarquía seguirá después. Tiene un origen, para algunos divino, y para otros, amparado en la Constitución, que como todos sabemos no se puede modificar: una de las pocas instituciones en este mundo que no pueden mudar.


A joderse y aguantar, reza un dicho popular.