jueves, 7 de enero de 2021

America great again





 

Nadie ignora a estas alturas lo ocurrido en el Capitolio de Washington. Los próximos días serán pródigos en comentarios, razonamientos, explicaciones, reparto de culpas, anatematizaciones de todo tipo y, hasta en proyecciones del mismo pelo.


Yo quiero señalar, a vuela pluma, unos cuantos factores que me parece que están en la génesis de lo que ahora llamamos el trumpismo. El primero de ellos es la caza de brujas de McCarthy en los primeros años cincuenta, que trajo entre otras cosas, la declaración oficial del comunismo como enemigo histórico de la nación americana. Tratando cuidadosamente de meter en la cabeza de los americanos la idea de que socialismo, comunismo, sindicalismo, progresismo, etcétera, son todos la misma cosa. Así, no se permitió en USA otra idea que no fuera esa, con lo cual el capitalismo era lo único justo y perdurable; sus facetas fueron la competencia (no siempre libre, como sabemos), el individualismo a ultranza, la privatización de todos los servicios y eso tan curioso que los americanos llaman perdedores, que es lo peor que uno puede ser en la vida.


De este modo no tiene nada de extraño que, tras el gobierno de Roosevelt, un gobierno bastante socialdemócrata, los partidos demócrata y republicano vinieran a significar lo mismo, y las campañas electorales algo que no me atrevo a describir. La actual democracia americana es la expresión final de este proceso. El Tea Party, de hace diez años supuso la concreción política de ese proceso, con la aparición de Steve Bannon y compañía, los contactos personales de dudosa moral y el uso de las nuevas herramientas sociales.


Así apareció el amigo Trump, con dinero para entrar en campaña y el terreno bastante abonado. Hay que reconocerle que ha hecho muy buena labor durante su mandato, como lo demuestra el hecho de haber subido el techo electoral hasta cifras nunca alcanzadas, y haber despertado al electorado más consecuente, que ha ganado por los pelos. Ahora la situación se ha polarizado, el trumpismo ha demostrado su fortaleza, y queda por ver si la alternativa será capaz de mantener alta la moral de sus votantes. Si no recupera niveles de bienestar, o al menos el electorado americano no aprecia el esfuerzo, dentro de cuatro años volveremos a estar en el mismo peligro. El electorado americano y todos nosotros, porque es claro que todos necesitamos una América grande otra vez, no a costa de los demás ni levantando muros en la frontera mexicana. El enemigo está localizado, es muy cercano, todos lo conocemos, no hay que llamarse a engaño.


Aprenderemos esta vez?

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