martes, 5 de enero de 2021

Una consideración familiar





 

El discurso real de Nochebuena ha batido – supongo yo- todos los registros de audiencia. Considerando a los dos reyes de esta restauración monárquica que nos legó el franquismo, he podido ver los suficientes discursos para hacerme una idea, pero no he seguido ninguno con la misma atención que en esta ocasión; seguro que no seré el único. Y he de decir que en ninguno he aprendido tanto como en este. Cuando hablamos de padres o madres, de hijos y nietos, y de familiares en general, siempre lo hemos hecho utilizando esos sustantivos aderezados de los adjetivos adecuados en cada caso: mi querida madre, mi querido padre, mis adorados nietos, etcétera. Ahora, gracias a su Majestad el Rey Felipe VI, sé que puedo hablar de mis allegados más íntimos utilizando un nuevo sintagma: consideración familiar. Mis hijos son una consideración familiar, del mismo modo que el anterior rey, ese que llamábamos el Emérito, es ahora una consideración familiar del nuevo. El Rey Felipe VI ya no cita a su predecesor, diciendo “mi padre”. Ahora dice “mi consideración familiar” y todos hemos de entender que se refiere al cazador de elefantes, de modo que los demás, nosotros quiero decir, hemos de hacer lo mismo.


Otra cosa que me ha dejado gratamente sorprendido ha sido la maestría con la que Nuestro Señor el Rey aparece en la televisión. Pulcramente vestido, acusando en su edad madura las canas que le han brotado debido a que la labor de monarca está cargada de trabajo y responsabilidad, pero – todo hay que decirlo- tan bien repartidas y pobladas que hacen que aquellos que solo tenemos cuatro pelos mal puestos, sintamos una sana envidia y una íntima satisfacción de tener un monarca tan bien presentado.


Y no como el personaje que gobierna en el Reino Unido, con esos pelos, por Dios... Pero no es por ese detalle por lo que le cito, aunque fuera suficiente motivo, sino porque es también otro ilustre ejemplo de consideración familiar . Verán ustedes: en el mismo momento en el que, ufano de lo que hacía al firmar la salida de su país de la UE, eso que llamamos el brexit, Stanley Johnson, que es el padre de ese engendro, declaraba públicamente que solicitaría la nacionalidad francesa para poder seguir siendo legalmente europeo. De este modo, BoJo, como llaman en Inglaterra a su premier , convirtió a su padre en una consideración familiar, igual que Nuestro Señor el Rey al suyo.


¿En esto se parecen, se preguntarán ustedes? Pues sí, al menos en eso. Mientras que hay otro punto en el que difieren radicalmente. Los ingleses podrán quitarse de encima al de los pelos cunado les toque votar; los españoles tendremos Rey hasta que abdique en su hija o se muera; y la monarquía seguirá después. Tiene un origen, para algunos divino, y para otros, amparado en la Constitución, que como todos sabemos no se puede modificar: una de las pocas instituciones en este mundo que no pueden mudar.


A joderse y aguantar, reza un dicho popular.













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