viernes, 27 de noviembre de 2020

Las autonomías




 

En la anterior entrada – Nos tienen envidia (2)- decíamos que lo correcto sería que todos los países de la UE tuviéramos la misma política fiscal y pagáramos según los mismos baremos. ¿Qué decir entonces de las diecisiete autonomías españolas?


Porque aunque esto del Wuhanvirus, durara unas semanas más, unos meses más, o unos años más – que todo puede suceder, aunque yo, optimista como siempre, me inclino por lo segundo o lo tercero- ya se justificaría abordar el asunto que hemos propuesto al inicio; y si a este virus, dure lo que dure, le siguiera otro, más o menos dañino, sería de todo punto imprescindible darle un repaso a ciertas cosillas que día a día se nos revelan sumamente importantes. Veamos:


España tiene un himno y una bandera que nos identifica de puertas afuera. Otra cosa es que el himno fuera cantado (si supieran los curas y frailes...) y la bandera, tricolor, pero eso no vamos a abordarlo ahora. Cada autonomía tiene su bandera y su canción, y eso no es grave. Tiene su parlamento propio, gobernado, solo o en coalición, por un partido político que puede ser el mismo que gobierna en España, o no. Hay asuntos transferidos y otros no. Y esta situación provocada por el Wuhanvirus – suena bien, ¿verdad?- nos ha revelado los problemas que pueden derivarse de esa disparidad. Me explico: cada comunidad autónoma puede organizar su sanidad como lo estime oportuno, y el Estado se reserva el correspondiente Ministerio de Sanidad que puede dictar unas normas, pero con un presupuesto que nada tiene que ver por su monto, muchísimo menor, con el presupuesto que cada comunidad destine a su sanidad que es decisión propia de cada una. Algo parecido ocurre con Hacienda. Las autonomías pueden modificar los tipos impositivos a su antojo, normalmente a la baja, como hemos visto hacer en la Comunidad de Madrid, renunciando a los ingresos de patrimonio y grandes fortunas estimados en unos 1,000 millones de euros anuales con la única condición de que esos contribuyentes se domicilien en los madriles; como si esos personajes tuvieran algún problema para cambiarse de domicilio. Pero imaginen lo que la sanidad madrileña hubiera podido hacer con esos 1,000 millones. Que por cierto, según un instituto de investigación económica valenciano, esa cifra se eleva a 4,100 M€ en el último año. En cambio la insigne presidenta de la Comunidad de Madrid ha exigido vehementemente – ella es así- al gobierno central recursos por 1,500 millones, sin dignarse dar cuenta de cómo y dónde los ha empleado. Imaginen lo que la sanidad madrileña hubiera podido hacer con esos millones de euros adicionales cada año. Se me ocurre pensar que quizás los miles de muertos en las residencias de ancianos madrileñas hubieran podido estar mejor atendidos y hubieran sido menos, ¿verdad? Todo esto al margen del daño fiscal causado a las autonomías de origen de esas grandes fortunas. ¿Será que los madrileños partidarios de esa discriminación fiscal son más madrileños que españoles? No puedo creerlo, con el uso y exhibición que hacen de la bandera rojigualda, pero como dijo Cervantes cosas veredes, amigo Sancho. Pensándolo bien, lo más seguro será que usen esa bandera como trampantojo; es lo propio de trileros.


Si somos un país, si tenemos una bandera, que para algunos es lo más sagrado que un español puede tener, aunque de momento no sea la tricolor, si tan español es uno de Madrid como otro de Pontevedra, sean naturales o de residencia, pienso que todos los españoles debiéramos pagar los mismos impuestos y tener los mismos derechos sanitarios para cuando llegue el siguiente virus, sea de Wuhan o de Wisconsin. Lo digo desde una comunidad en la que pagamos el impuesto de IRPF más progresivo de la península, y donde se paga Patrimonio y Sucesiones, pero donde las carencias (que aún y con todo hay y no son pocas) son menores que en esas otras tan neo liberales.


No se dejen engañar, amigos, exijan lo que es justo. Quitar impuestos solo beneficia a los que han de pagarlos. Los del común, ¿con qué podremos pagar los servicios públicos que se financian con impuestos?


lunes, 23 de noviembre de 2020

Humilde sillarejo





Traigo hoy a estas líneas un material distinto del habitual. No es la poesía algo que entusiasme a la mayoría, sea la de los lectores o la de los productores (yo no me considero escritor). Pero todos, unos y otros, hemos apreciado, al menos una vez en la vida, ambos géneros, poesía y prosa. La música acompaña, y escuchando ciertas canciones - en español, claro-, habremos tenido la felicidad de notar ese flujo de palabras que el cantante nos regala y habremos notado como concuerdan unas con otras: eso es poesía.

Hay poesía de varias maneras. Antes, se procuraba seguir ciertos métodos pausados, y según cuáles fueran se escribían coplas, sonetos, endecasílabos, etcétera; más modernamente se recurre a la poesía libre, no sujeta a tales normas.

Y los que no somos poetas nos agarramos a esta poesía libre, como náufragos al madero, y damos rienda suelta a nuestra verborrea...

Esto es lo que os ofrezco hoy; con la mente puesta en uno de esos muros costeros que habitualmente encontramos por doquier, he tratado de escribir un poema (así lo llamamos) esperando de vuestra benevolencia unas críticas amables.





HUMILDE SILLAREJO


Humilde sillarejo,

piedra sobre piedra, en seco,

sin ninguna pretensión,así te construyeron,

mirando un mar septentrional y áspero.


Vocación de medianero,

capaz de soportar los vientos cargados de sal y de hielo.

Erguido de humedades y de humedades seco,

secadero para redes, apoyo de los aperos.


Así te construyeron:

afán de eternidad del cantero

que piedra a piedra y en seco

levanta el lienzo.


Mas yo no tengo piedra, ni cemento, ni mortero,

me anima la ilusión de la palabra, la magia hueca del verso,

por eso en esta hora te nombro muro literario.

Muro literario sí, si permites que a tu vera juguemos,

recogidos y absortos, el juego eterno,

el eterno juego del verbo.


Palabra a palabra te alzo,

a tu sombra me cobijo,

y miro al mar, por si encuentro,

la inspiración que preciso.




José Mª Pozas, San Sebastián, 4 de enero de 2007.











 



 

lunes, 16 de noviembre de 2020

De la A a la Z (2)



Recomendable leer antes "De la A a la Z", del 14 de mayo de 2018 en este blog.


Es el hombre más rico del mundo, y según la cotización actual su empresa tiene un valor similar al del PIB de España, para hacernos una idea. Estudió informática en Princeton, y, como es típico en estos casos, instaló tres servidores con los que comenzó a procesar la información básica de los libros que quería vender a través de su incipiente negocio, en el garaje de su casa alquilada en Seattle. Corría el año 1995 y en dos años tenía 50,000 visitantes diarios interesados en comprar su lista de libros; a ese negocio pronto le añadió el kindle, un dispositivo electrónico para leer libros digitales. Ya en 1996 se reincorporó en Delaware, según podemos leer en Wikipedia. ¿Que quiere decir esto? Sencillamente que su firme voluntad de incumplir con el fisco americano era así de temprana; incorporar (de corporate) en el léxico empresarial hispano norte-americano, es la traducción directa de constituir. Constituir una sociedad en Delaware (el estado de acogida de Joe Binden, qué casualidad) no tiene otra finalidad ni sentido que el de no pagar impuestos. Su empresa vendía más libros que las demás juntas, y, lo que es más importante, con mayor beneficio unitario. Se compró The Washington Post, y varias cosas más, entre ellas la casa donde ahora vive, en Medina, un pueblo de unos 3,000 habitantes a media hora en coche de Seattle, donde también vive Bill Gates, pueblo que como recauda poco por sus impuestos municipales está pasando serios problemas económicos, a pesar del número de millonarios que allí habitan. Los ricos también lloran; o con tal de no pagar ni las tasas de urbana dejan que los más desfavorecidos de sus vecinos las pasen canutas, si el ayuntamiento no puede pagar ni la recogida de la basura.

En 2014, en Berlín, fue elegido como el peor jefe del mundo en el congreso de la Confederación Internacional de Sindicatos; los problemas con sus empleados se repiten por doquier. Ya no solo vende libros, ahora se le puede pedir casi cualquier cosa de entre las que existan, con tal de que su nombre esté entre la A y la Z. Si, estamos hablando de Jeff Bezos, quien a pesar de su apellido no tiene origen español; su empresa es Amazon.

Quien sí tiene apellido español y desciende directamente de españoles – republicanos por mas señas, ya me entienden- es Anne Hidalgo, que ya va por su segunda elección; la alcaldesa de París ha pedido a los parisinos que no compren en Amazon porque esto puede suponer la muerte de las librerías y del pequeño comercio de su ciudad.

Así que estamos ante la mayor empresa del mundo, la que menos impuestos paga (confieso que en este punto seguro que tendrá fuertes competidores), y la que puede acabar con algo tan vertebrador, desde todos los puntos de vista, como es el pequeño y mediano comercio. Éste se ha enfrentado ya a la libertad de horarios, que es uno de los puntos fuertes de los grandes almacenes y las grandes superficies, y se ha dejado gran parte de su energía en esa lucha. La batalla a la que se enfrenta ahora con empresas como Amazon le puede suponer su muerte definitiva, como dice la alcaldesa de París.

Comprar en Amazon es facilísimo; desde casa, sin moverte de tu butaca, para qué salir si, además, no tienes ni tiempo para ir de compras, esta vida no te da para más, etcétera, comprar, digo hasta los libros del cole de los niños, bien ordenaditos y con todo lo que necesitan los enanos…

¿Seremos tan imbéciles como para colaborar en esta extinción? Apoyaremos con nuestro dinero a estas empresas que no pagan impuestos? ¿Cómo se pagarán entonces nuestra educación, nuestra sanidad, nuestras pensiones?

No solo las librerías, también los editores de libros están descontentos por las condiciones que les pone Amazon y piden unas mejores. Pero pronto no tendrán fuerza alguna, porque no habrá un segundo Amazon al que puedan irse. Es decir, en estos mercados bilaterales, Amazon aprieta por los dos lados, a los suministradores en el origen de la cadena y a los detallistas en el último: se lleva el mayor bocado de las dos partes, para el exclusivo beneficio de sus accionistas. ¿Es esto lo que queremos?

Posdata: habiendo escrito este texto hace ya unos días, me encuentro en el día de hoy, 16 de noviembre, con la noticia de que Amazon va a abrir próximamente un nuevo centro de distribución en Oiartzun, a escasos 15 kms de donde esto escribo, en una parcela de una conocida empresa de transportes. No tienen problemas para crecer y cercarnos. 












 

jueves, 12 de noviembre de 2020

La vacuna y el dinero





No hay ninguna duda de que el anuncio de que la vacuna contra el covid-19 estará lista próximamente ha sido la mejor noticia que cabía esperar. El dinero, que como estamos hartos de escuchar, es cobarde, ha salido de sus refugios como potro desbocado y ha buscado ávidamente posicionarse en valores que mayormente estén relacionados con una solución final de la pandemia. Hasta aquí, todo normal. Dos noticias, una de hoy y la otra de ayer, en periódicos de total fiabilidad, me han llamado la atención, y es lo que quiero comentar en este momento.

El CEO (Chief Executive Officer, o sea el mandamás en la jerga empresarial) de Pfizer, que es la persona que vimos dar la noticia, ha ingresado en un par de días, los de la euforia bursátil, una cantidad en torno a los 4,7 millones de euros, al vender una parte sustancial de sus acciones en la compañía. El Insider trading, es decir, el negociar con información privilegiada está tan mal considerado que en algunos países es ilegal, y en otros, falto de ética. Yo no debiera vender activos bursátiles de mi compañía aprovechando el conocimiento que tengo de su evolución, como podría ser este caso. Aquí eso no ha ocurrido, y para que no ocurra, en Wall Street tienen una reglamentación para que el ejecutivo que quiera vender deje constancia de su intención. Así lo hizo nuestro hombre de Pfizer, hacia el mes de agosto. Pero me parece lícito pensar que, desde su posición, algo sabría acerca del desarrollo de los trabajos. Lo mismo hicieron algunos directivos de Moderna, que es otro de los laboratorios que están en la carrera. Y – esto me parece más sustancial- lo mismo ha hecho la vicepresidenta de Pfizer, es decir, su mano derecha, que se ha embolsado casi 1,5 millones de euros. ¿Lo hablaron? ¿Tuvieron ambos la misma idea y no lo comentaron entre sí? Piensen ustedes lo que quieran, pero espero – quiero decir que no tengo dudas-, por nuestro propio bien y el de toda la humanidad que el anuncio no sea un bulo; eso sería pasarse varios pueblos, como se dice coloquialmente.

En el juego de la bolsa a veces ocurre que las acciones de determinada compañía empiezan a subir; los que siguen la marcha del mercado se fijan y quizás comiencen a escuchar rumores que explican el movimiento, por lo que la subida de ese valor se acentúa . Cuando los que han comprado esos valores a los precios iniciales consideran que ya han ganado bastante, venden todo el paquete y realizan sustanciales beneficios. Unas veces han aumentado su cartera con acciones depositadas por los de a pié – es decir, ustedes mismos- en un banco, y otras han hecho que la propia compañía orqueste unos préstamos para financiar la operación, préstamos que se devuelven al vender. Pero fíjense que son los propios directivos de la compañía los que pueden hacerlo y ganarse un buen dinero extra. Por algo, esas prácticas se conocen como extracción de rentas, una manera sutil para no decir engaño y mangancia.

Los que parece que no son sospechosos de tales prácticas son los verdaderos artífices de la vacuna: un matrimonio alemán de origen turco, propietarios de BioNTech, que es la compañía que ha desarrollado el producto. De alguna manera, tienen un acuerdo con Pfizer, que es la que lo va a comercializar. Y la que va a ganar más dinero, claro.









sábado, 7 de noviembre de 2020

Nos tienen envidia (2)




Volvemos hoy sobre una entrada en este blog del pasado mes de julio, titulada “Nos tienen envidia”. Obviamente, los países del norte de Europa, miembros del mismo club al que nosotros pertenecemos, no nos tienen envidia. Hombre, podrá gustarles la paella, el vino, el clima y las playas y ... eso es todo.

Hace decenios se hablaba de la Europa de las naciones y la Europa de los Estados: se optó – como es lógico a efectos mercantiles- por lo segundo. Y se siguió hablando del Mercado Común Europeo, que era, en definitiva, de lo que se trataba: la consecuencia lógica de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, la CECA, que había sido un escalón previo, ya en 1951. De modo que eso era Europa y eso quería ser, un mercado común: las transacciones interiores son de hecho más del 60% de las ventas medias de cada país integrante; el tercio restante se vende al resto del mundo.

Ese era el objetivo y se va cumpliendo. Por eso a la Europa industrial y tecnológica, la del norte, le interesará siempre un sur con capacidad de compra, y ello justifica los programas de ayudas regionales de las cuales se beneficiaba fundamentalmente el sur: el Norte aportaba dinero y el Sur lo recibía. Hace un par de años que España ha salido de esa condición y actualmente paga más de lo que puede recibir: somos contribuyentes netos. Ahora es el Este europeo el que se lleva los fondos al desarrollo. Al margen de la Política Agraria Común, el gran negocio de Francia, Alemania y Dinamarca, y del que España es un beneficiario menor pero no despreciable, la situación es, a grandes rasgos, la descrita.

De modo que puede seguir viéndose al Sur como un sumidero de ayudas, si no se quiere profundizar en los aspectos descritos más arriba; siempre habrá quienes lo hagan. Pero por el contrario, sí es cierto que podemos ver al Norte como poseedor de ventajas que no son en absoluto baladíes. En términos económicos es fácil comprender que estar en el corazón geográfico y económico de Europa tiene también sus ventajas. Se cifra en un 5% la ventaja comparativa en costes para la industria centro europea comparando con la periférica. Esto hará que inversiones extra europeas elijan esas ubicaciones, siempre más cerca de los mercados importantes.

Pero si además en esos países se sigue practicando el tax deal, es decir, la negociación fiscal de esas inversiones, la ventaja comparativa puede ser insalvable. Las multinacionales americanas por ejemplo, que se establezcan en Holanda, Luxemburgo o Irlanda pueden llegar a no pagar impuestos. Se ha calculado que esto supone una pérdida de más de 10,000 millones de euros anuales para los otros países que, como los del sur, no lo hacen.

Lo sorprendente es que este asunto que cada año va a más, que beneficia a las empresas y a los gobiernos que lo pactan, no se haya puesto de manifiesto en estas negociaciones. La necesidad de una política fiscal común resulta obvia. Europa no podrá avanzar en su cohesión si cada país mantiene la política fiscal que le apetezca. Es contrario a la disciplina del mercado, y a la idea de Europa. Ni nosotros debemos pagar menos impuestos que ellos en lo referente al IRPF y Sociedades, ni ellos seguir con esos pactos individuales con las grandes multinacionales.










domingo, 1 de noviembre de 2020

Dos retazos de octubre



Uno. “Que el mundo fue y será una porquería,...” es más que evidente, nos lo vino a decir el tango Cambalache de Enrique Santos Discépolo. Pero no se alarmen, no vamos a hablar de tangos, aunque aprenderíamos más y de manera más divertida, ni de Argentina. Vamos un poco más allá, pasando los Andes. Como dice la cueca, cuando p´a Chile me voy, cruzando la cordillera, late el corazón contento, una chilena me espera... Pues bien, los chilenos han hecho algo que no tiene explicación: han votado, con una mayoría de casi el 80% de los votos, modificar la constitución. La suya, me refiero, no la nuestra, que como sabemos es inmodificable y no se puede. Y si se pudiera, no estaríamos en el momento adecuado.

No es el momento, nos dicen siempre que se quiere hablar de estas cuestiones. Unas veces porque estamos en una época alcista (¿hemos tenido alguna?), y la podemos pifiar: dejemos que el ritmo se mantenga y no lo pongamos en peligro. Otras veces, la mayoría, porque estando todo tan rematadamente mal, lo que necesitamos es tratar de mejorar y dejarnos de tonterías: no es momento de cambios, los experimentos con gaseosa. Hubo una excepción, en la plenitud de la crisis anterior, cuando Europa nos obligó a cambiar el artículo 135, y en un día de agosto de 2011, Zapatero y Rajoy firmaron ese cambio tan necesario en dicho artículo, que garantizaba que el pago de los créditos e intereses de la deuda pública gozara de prioridad absoluta. Esto nos permitió endeudarnos para cumplir con esos pagos, y el sobrante para el presupuesto. Después que los bancos europeos cobraron todos los préstamos que nos habían otorgado, nos echaron en cara ese endeudamiento, sin perdonarnos un ochavo; y ahora han venido los holandeses y demás a decirnos que somos unos manirrotos.

Dos. Gestionar la cuenta de Twitter de un personaje público ha de tener su aquél, salvo la de Trump, por ejemplo, que arrojaría por la borda todo el trabajo que otra persona hubiera hecho por él. Esperanza Aguirre tampoco es alguien que se deje gobernar, pero se podrá razonar con ella y convencerla. Pero llevar la cuenta de su perro, o perra, Pecas, ha de ser algo aparte. No es una persona, señores, es un perro, y has de meterte en sus zapatos para poder acercarte a su inteligencia, sus sentimientos, sus ideas, por primarias que sean. Ha de ser un trabajo ímprobo, de tal exigencia que la persona que lo lleve a cabo puede sufrir problemas mentales severos. La Presidenta de la Comunidad de Madrid hizo ese trabajo, de modo que si somos comprensivos con ella disculparemos muchos de sus gestos, sus poses, sus ideas y sus acciones.

Además ha sabido rodearse de personas igualmente brillantes. Uno, es su jefe de gabinete, Miguel Ángel Rodríguez (MAR) que fue jefe de prensa de Josemari Aznar y alcohólico conocido; el otro, Enrique López, su consejero de justicia, y ex magistrado del Tribunal Supremo y de la Audiencia Nacional, y como el anterior, también alcohólico; genovés, no de Génova, Italia, si no de la calle de Génova, Madrid, sede del PP, o sea de los que garantizan la independencia del poder judicial. Su Consejero de Sanidad, Enrique Ruiz Escudero, más político que médico, destaca por su mirada penetrante cargada de inteligencia, cosa en la que compite con el Vicepresidente Ignacio Aguado, otra lumbrera.

No tiene, por tanto, nada de particular el hecho de que con tales mimbres - con estos bueyes tenemos que arar, que decía aquél -, algunos tilden de Estado Independiente Asociado de Madrid a la estructura política que la tal Isabel Díaz Ayuso (¿sabrá lo que su segundo apellido quiere decir?) está pretendiendo montar. Hay mucha gente que se pregunta cómo los madrileños pueden votar a ese partido y a esa mujer – yo soy de los que piensan que si hubiera elecciones en estos momentos las volverían a ganar. Y hay algunos otros, entre los que me incluyo, que nos preguntamos cómo pudieron hacer las cosas tan mal los anteriores para que se produjera el cambio, aunque fuera con nocturnidad y “tamayazo” incluidos.

Lo dicho, con estos bueyes tenemos que arar. Suerte para los madrileños.