miércoles, 30 de septiembre de 2020

Continente y contenido

Uno. El amigo Torra es independentista, nos guste o no, y tiene reconocido el derecho a serlo y a hacer política en favor de sus ideas. Este derecho aún no está abolido en España; otra cosa es que a algunos les gustaría que lo estuviera, pero en eso no vamos a entrar. Cada uno que piense como quiera. Quedémonos con que Torra tiene derecho a decirlo en las campañas electorales, y animarlas con sus colores y sus banderas – observen que tanto los independentistas como los nacionalistas de todo tipo, y los que no lo son pero entienden España como una e indivisible, son los más adictos a enarbolar sus correspondientes banderas, en campaña, fuera de ella, en los balcones y hasta en las mascarillas-, pero a lo que no tiene derecho el susodicho Torra es a colgarla en su balcón oficial en plena campaña. Esto lo sabía Torra, lo sabía el PP, que lo había organizado así, y lo sabía la justicia.

Por consiguiente, ¿qué será lo que ocurra a partir de esa situación? Pues muy simple: Torra colgará la bandera, el PP lo denunciará y la justicia lo inhabilitará para ejercer el cargo de Honorable President. De este modo todos cumplen el guion preestablecido, cumplen con lo que se esperaba de todos ellos. Si la situación política en Cataluña estaba en un punto muerto, ahora vuelve a la casilla de salida, todos y cada uno pueden sentirse satisfechos y orgullosos de su proceder, todos ganan en este juego. Uno dirá que el centralismo dictatorial oprime la libertad de Cataluña, el otro dirá que vigilan y son los garantes de la ley para que nadie se la salte, y que si no fuera por ellos y tal y cual, y el tercero, la justicia, se limita a cumplir lo que está escrito. Afortunadamente, existen juegos en los que todos son vencedores, éste es uno de ellos.

Entonces, ¿nadie pierde? Sí, hombre, pierden los de siempre, los que no tienen trabajo, o es un trabajo precario y mal pagado, los que no ven un futuro claro ni a corto ni a medio plazo, sean catalanes u onubenses, por citar a los más distanciados geográficamente, pero esos ¿a quién le importan?


Dos. El mismo escenario, es decir, Cataluña, aunque como en el caso anterior, haya mayoría de actores no catalanes. La entrega de nombramientos a los que han sacado la oposición de juez, que en el argot se conoce como entrega de “despachos” se efectúa, en esta ocasión en Barcelona. El acto lo dirige el Presidente del Poder Judicial, un tal Lesmes, que está cogiendo traza de monárquico pues está anclado en un puesto que ya debería haber abandonado, que fue altísimo cargo en los tiempos de otro tal Aznar (lo cual puede significar algo o ser mera casualidad, vaya usted a saber), y es un acto que acostumbra a presidir el mismísimo Rey.

Pues bien, el Gobierno, que es quien tiene facultades para esto, decide que el Rey no acudirá a Barcelona a esa entrega de despachos. Y sin el Rey, el acto se desarrolla sin problemas y los nuevos jueces reciben sus papelitos. Pero, hete aquí, que el presidentes Lesmes dice que el Rey le ha telefoneado y le ha dicho que le hubiera gustado estar presente en el acto. No sabemos si se lo dijo para que lo supiéramos nosotros, o los nuevos jueces, o el mismo gobierno, pero suena a fíjate, con lo que me gusta acompañaros en estas cosas y el gobierno no me ha dejado. ¿Quería dejar en mal lugar al gobierno? ¿No sabía que debiera haber permanecido calladito, como un buen rey, en vez de piarla? ¿Tampoco sabía que Lesmes lo haría público y lo hizo para eso o le animó a que lo divulgara? ¿lo habían hablado ambos así?

Sea como fuere ha habido ministros, poco monárquicos, que han protestado, en tanto el gobierno se ha puesto de perfil y no ha dicho esta boca es mía. El asunto no tiene en sí mayor trascendencia, los asuntos que interesan a la ciudadanía siguen irresolutos, pero algunos estamos hartos de que personas a las que deseamos ver fuera de sus cargos, uno porque no tiene sentido ni justificación y el otro porque debiera haber desaparecido hace ya dos años, se aferren como lapas a sus sillones.

¿Hasta cuando, Catilina, abusarás de nuestra paciencia?


Nota aclaratoria: si bien el continente ha sido cosa mía, la responsabilidad del contenido es enteramente de mi mujer.





 

martes, 22 de septiembre de 2020

La Comisión




 Bueno, ya podemos dormir tranquilos; todos en general, y los madrileños mucho más, aunque si en vez de esperar al lunes respetando el descanso del fin de semana - una conquista social derivada de la implantación de las cuarenta horas semanales, o de dividir el día en tres tramos de ocho horas cada uno, uno para el trabajo, otro para el ocio y otro para el descanso, según se mire-, Pedro e Isabel, o Isabel y Pedro se hubieran puesto manos a la obra el mismo viernes (o el viernes anterior, por ejemplo) llevaríamos un tiempo ganado. Porque para reunirse y concluir que hace falta una comisión para enfrentarse al problema, no parece necesario esperar tanto tiempo. ¿Quiere eso decir que no se sabe qué hay que hacer? ¿Deberá esa comisión investigar lo que sucede y tratar de poner los remedios, si existen? ¿Y mientras tanto que el virus siga campando por Madrid? ¿O es que no es asunto urgente al que tratar de poner coto cuanto antes?

La España de las autonomías se creó en un intento de dar pábulo a lo que se llamaba las nacionalidades históricas, y para completar el panorama se optó que al resto, pues … eso, ¡café para todos! Esta fórmula mágica está perfectamente engarzada en el funcionamiento político del país, hasta el punto de que hoy no hay nadie que se precie de ser poco autonomista. Y debiéramos reconocer que todo tiene un límite y – ay!, la que me va a caer encima-, a la mayor parte de las actuales autonomías el traje le viene un poco grande, y le vendría bien un nuevo diseño del reparto de competencias, pero sobre todo al país en su conjunto, que entiendo que ganaría en muy variados aspectos.

Y para empezar por lo que nos trae a este comentario, debiéramos hablar en primer lugar de la sanidad. Para mí, si algo ha quedado claro entre las consecuencias de esta pandemia es que el Ministerio de Sanidad ha aparecido, como lo que es, un ministerio sin poder, al tener sus facultades transferidas en favor de las autonomías, algunas de ellas tan pequeñas como La Rioja, y otras de comportamiento tan bizarro como Cataluña o Madrid. Porque, no olvidemos, que por mor de esas autonomías cada una de ellas ha podido llevar a cabo la política sanitaria que le ha parecido oportuna, y así, hemos visto que la cada vez menor inversión que esas autonomías realizaban a lo largo de los años, se ha traducido ahora en escasez de hospitales públicos, escasez de camas hospitalarias, escasez de personal sanitario y escasez de capacidad para hacer frente a un problema tan grave como el del covid-19. Y el Ministerio de Sanidad ha hecho poco más que recomendaciones, y el Gobierno del país ha debido acudir al Congreso para ganarse el derecho de decretar un estado de alarma y las consecuentes renovaciones del mismo. Pero nunca ha podido obligar a ciertas autonomías, como las señaladas más arriba, a actuar de determinada manera, encontrándose con que un tipo como el Honorable Torra, o la responsable de la cuenta de twitter del perrito de la ex presidenta Aguirre, tienen autoridad suficiente como para ponerse por delante de epidemiólogos, y otros científicos especializados en pandemias.

Y aparece Pedro y se reúne con Isabel y acuerdan crear una comisión para que se ocupe del caso. ¿Qué pensarán los madrileños afectados? ¿Que no es urgente? ¿Que no es para tanto? ¿Cómo puede esperarse tanto tiempo en dar una solución – que la tiene que haber- como si fuera un asunto menor?

Otro día hablaremos de las transferencias en educación y, sobre todo, en política fiscal.

Ay!, las autonomías...




sábado, 19 de septiembre de 2020

La pesca y otras cuestiones

 



Sentado, desde mi ventana, veo el mar a la plácida y postrera luz del atardecer. Los escasos rayos de sol confieren un tono arena a las murallas del castillo, construidas con precautorio afán defensivo y convertidas ahora en icono turístico al servicio de la única industria que alimenta los desvelos de sus habitantes. La mar, encalmada, muestra diversos bancos de colores, dependiendo de las corrientes provocadas por las distintas temperaturas de sus aguas.. En la orilla, exenta ya del ajetreo diario de los bañistas, un pescador se entretiene con sus tres cañas que lanza consecutivamente hacia las profundidades. Viéndole, casi solo, tomo conciencia de la fe inquebrantable que ese hombre ha de tener en el ejercicio de su actividad, pues el anzuelo que metros más adelante cae al agua y se sumerge, esperando encontrar la boca del pez, ha de tener una probabilidad bajísima de éxito si comparamos la inmensidad del mar con el tamaño absurdo del engaño que el pescador lanza. Poco importa que en vez de una caña el pescador lance tres. Le sirven fundamentalmente para estar entretenido con su manejo, porque lo que es triplicar las posibilidades de captura sigue siendo igual de ridículo.


Si preguntáramos a los pescadores para qué echan la caña, muy pocos contestarían que para pescar una lubina o una dorada, aunque sea ese su sueño. La mayoría y los más sinceros nos dirían que lo que caiga, lo que pique. Y solo un puñado de ellos confesaría que lo hacen para alimentar a los peces, con un guiño en la mirada.


Algo parecido le sucede a Pablo Casado. España tiene tan variados y graves problemas con los que bregar que el actual gobierno no va a hacer otra cosa que tratar de encontrar una solución y cerrar la hemorragia. A esos problemas, congénitos, se suma ahora el efecto de la pandemia covídica. De modo que nos podríamos contentar como aquél que decía virgencita, virgencita, que me quede como estoy. Es decir, podríamos echar las cañas y aplacar un poco el deseo de los peces, o con mucha suerte, que pique alguno de ellos, desesperado por su hambre, pero de ahí a que demos solución a esos problemas clásicos de la economía española, es decir, que levantemos una dorada o una lubina, es como creer en brujas, aunque las haya.


Pero, sin embargo, Pablo Casado, nuestro joven diputado por Avila - según sus palabras- , se empeña en pescar peces grandes. Aunque tenga que viajar a Cataluña, o quizás precisamente por eso. Para hacer como que hace algo, que parezca que se ocupa de los problemas de los españoles, se acerca a Badalona a encontrarse con su alcalde, que es de su cuerda, y que ha sido azote de los sin papeles e indocumentados, y que ahora está especializándose en la lucha contra la ocupación ilegal de viviendas ajenas. Es decir, lucha contra los okupas; no me pregunten la razón de la k, poco usada en español, en vez de la tercera letra de nuestro abcedario, porque lo desconozco.


Lo que sí sé es que, en España como en cualquier otro país, hay individuos que solucionan sus problemas de vivienda ocupando las de otros, principalmente, viviendas pertenecientes a bancos o empresas que, a veces, se las han arrebatado – legalmente, eso sí, faltaría más- a sus propietarios anteriores. Y los seguirá habiendo, y seguirán llegando indocumentados, mientras el mundo no sea capaz de mejorar las condiciones de vida de los más necesitados, en España y fuera de España. El pescador que reconoce que se entretiene lanzando la caña, y si algo pica, pues bienvenido, es digno de admiración. Pero el político que quiere ganar votos en Badalona, Cataluña y por doquier, diciendo que va a solucionar el problema de los okupas, y de paso esos otros más graves y reales, o es un imbécil total, o piensa que lo somos los demás, lo cual es más grave además de insultante.


Lo que sí está consiguiendo es publicidad gratis para Securitas Direct, que tiha encontrado un nicho de mercado inmenso, alimentando el temor de algunos propietarios mientras la prensa de la derechona bombardea con los millones de ocupaciones de pisos que, por lo que dicen, se ocupan a diario en España para siempre jamás.


Y si quieren conocer la realidad de este fenómeno de la ocupación de viviendas, no tienen más que clicar en el siguiente link de un medio tan poco sospechoso de parcialidad como es El País: https://elpais.com/espana/2020-09-05/una-dudosa-alarma-sobre-los-okupas.html


domingo, 13 de septiembre de 2020

Jorge, el ministro

 




Me temo que ustedes, queridos lectores, se van a hartar con el caso kitchen, que como todo el mundo sabe quiere decir cocina en inglés. Cocinar, aparte de preparar los alimentos para no comerlos crudos, tiene otro significado por extensión, cual es el de preparar otras cosas no necesariamente alimenticias, pero que nos pueden dar de comer, al menos por un tiempo.


Jorge Fernández Díaz, hijo de un coronel de la Guardia Civil con mando en plaza (Barcelona) cursó estudios de ingeniería y casó con mujer relacionada con Mallabia, Vizcaya, cosa que no muchos mallabitarras conocerán. Esto es pura anécdota, como también lo es el hecho de que él naciera en Barcelona. Educado en esa familia poco puede extrañarnos que optara por una salida profesional que poco tenía que ver con la ingeniería. De modo que militó en UCD, Alianza Popular y, finalmente, en el Partido Popular, bahía en la que todas las aguas de esas corrientes remansaron.


En lo personal se dice que en Las Vegas, Nevada, se cayó del caballo, como San Pablo, tras una revelación que, se supone, no tendría nada que ver con el juego. Sea como fuere, el Opus Dei le acogió en su seno, o quizás vio en él terreno donde afianzar su poder y obtener réditos más adelante, ya me entienden, posibilidades de cocinar o “afinar” algo en un momento dado. Por el camino, él iba haciendo su carrera política hasta que llegó a ministro, cargo nada despreciable.


Y en esta etapa se produjeron los hechos por los que ustedes se van a hartar de semejante personaje. Mis amigos creyentes estarán carcomidos por la rabia, sin entender que haya gente de un proceder radicalmente tan opuesto a los ideales de su fe, mientras se hacen fotografiar en actitudes orantes, que uno no sabe si en ese momento está rezando a su Dios o está tramando como perjudicar a sus adversarios políticos aunque ello incluya la calumnia, la difamación o la injuria. Sé muy bien que esos amigos creyentes de quienes les hablo no pueden entenderlo ni lo entenderán nunca, así como el hecho de que la jerarquía de esa Iglesia que conspira al unísono con personajes como nuestro Jorge, permita que en el siglo XXI se concedan, por su intersección, medallas por no sé qué mérito a la Virgen de los Dolores o a la de Archidona, población, que con todos los respetos es más conocida que por su virgen por otro hecho que no viene a cuento referir aquí.


Me pregunto, también, si debiera ser llamado a declarar su confesor, su director espiritual, su coacher, o como se diga ahora, pues resulta obvio que puede estar enterado de lo que Jorge haya hecho, y por mucho que nos digan que el secreto de confesión justifica el silencio, algún día habrá que revisar ese tipo de milongas.


Pero dicho todo esto, bien seguros podemos estar de que la presunción de inocencia, primero, y la falta de pruebas después, que para eso tenemos una justicia totalmente independiente del poder ejecutivo, como sabemos todos, dejará este asunto en agua de borrajas.


Además, y esto es demostrable, Casado era, en aquellos momentos, solamente un joven diputado por Avila.



martes, 8 de septiembre de 2020

Tiempos de tribulación






Agosto ha sido un buen mes para ir dejando recados. La gente está confusa, algunos en la playa (pocos), otros (pocos también) en el tajo, los ERTES´s cumpliendo con su cometido, y en definitiva, la paz social bastante asegurada. De modo que ha sido el momento, como decíamos más arriba, para ir soltando algunas píldoras.

Para eso nada mejor que una entrevista amable con alguien de rostro conciliador. El 3 de agosto podíamos leer, en uno de los principales diarios del grupo Vocento, e imagino que en todos los demás, unas declaraciones de Pedro Fernández Alén, presidente del Consejo Económico y Social y secretario general de Cepyme; es decir, alguien que tiene un cargo institucional, además de otro de parte, como es la Confederación de la pequeña y mediana empresa – que no otra cosa significa Cepyme. Tras los primeros pases de rigor, lo razonable de las medidas que está tomando el gobierno, lo bien que ha resultado el acuerdo final europeo sobre el volumen y el reparto de los fondos anti crisis, nos indica que no es el momento de que España ponga en marcha ningún tipo de reformas económicas, que nos tenemos que centrar en solucionar el problema de la covid-19, que de derogar la reforma laboral tiempo habrá cuando mejoren las cosas, y que todo se debe resolver dentro del marco del diálogo social (esto último, de cajón).

O sea, en tiempos de turbación no hacer mudanza, frase que se atribuye a San Ignacio de Loyola y que, a estos efectos, nos viene a decir, déjate de cambios que no es el momento, que ya te diré yo cuando haya llegado ese momento, que con un poco de suerte quizás no llegue nunca.

Han tenido que pasar dos semanas para ver la continuación del artículo anterior, y en el mismo medio, el 19 de agosto del primer año de la pandemia se hablaba de la posible necesidad de reducir salarios, además de prolongar los ERTES´s más allá de septiembre; que lo importante es mantener el empleo, y que el esfuerzo salarial se podrá recuperar “después”. Esta opiniones eran vertidas por la consejera vasca de Desarrollo Económico (que ha renovado su puesto en el nuevo gobierno vasco), y, otra vez, por el presidente del Consejo de Relaciones Laborales, organismo mellizo en versión vasca del estatal Consejo Económico y Social.

Finalmente, el 23 de agosto, en el mismo medio otra vez, podíamos leer unas declaraciones del Director General de Confebask (la patronal vasca), en el que recomendaba la bajada de salarios para salvar empleos.

De modo que el mes de agosto ha dado sus frutos, paso a paso, a lo que no es ajena, por supuesto, la marcha de la pandemia que no cesa en sus efectos devastadores sobre la actividad económica y el empleo. Vaya esto por delante. Sin embargo ha sido otra vez Alemania el país que ha puesto un poco de sensatez en la discusión al indicar que cualquier necesidad de llevar a cabo un ajuste salarial, debiera tener su correlato en el ajuste de jornada, cosa que siempre olvidamos por estos lares. Por su parte, el mayor sindicato europeo, con 2,3 millones de afiliados en los sectores del metal y eléctrico ha propuesto reducir la semanal laboral a cuatro días de trabajo con un total de 28 horas en lugar de las 35 vigentes. El ministro de Trabajo del gobierno de Merkel, del partido socialdemocrático que gobierna en coalición con el de la Canciller, ha visto con buenos ojos la propuesta, si está apoyada por las partes. La medida supondría la rebaja salarial correspondiente pero se garantizaría el empleo. La crisis originada por el coronavirus viene a sumarse a problemas estructurales de la industria alemana, no solo en el metal.

Este tipo de medidas que en Alemania se discuten con normalidad, en nuestro país son algo más difíciles de abordar. Por no hablar de una compensación del sacrificio salarial en acciones de la propia empresa, una transparencia mayor en la gestión y una participación de los trabajadores en la definición de sus políticas y objetivos de futuro. Amén de que los sacrificios sean proporcionales a la escala salarial, cosa que que no debiera ser preciso mencionar.

¿Se hará todo como en en la salida de la crisis de 2008 o esta vez será distinta?

















martes, 1 de septiembre de 2020

La política vasca










La política vasca ha sido un campo minado de muy difícil tránsito. La existencia de un terrorismo activo que ha dejado ochocientos y pico muertos en toda España, entre ellos políticos en activo, simpatizantes o afiliados de diversos partidos, periodistas y militares, así lo atestigua. Los años de plomo vascos no permitían la libre circulación de las ideas políticas hasta que, felizmente, hace una década desapareció esa actividad terrorista.

El partido que estaba detrás, ha experimentado a su vez cambios profundos, no solo de nombre, hasta el punto de lograr un protagonismo muy notable en el escenario político vasco. Y no me refiero solamente al hecho de que haya gobernado el Ayuntamiento de San Sebastián o la Diputación de Guipúzcoa.
Pero a pesar de eso muchos de los que pedían al nacionalismo radical que hiciera política y dejara de matar, ahora que ya hay paz le siguen tachando de filoetarra; ya sabemos que contra ETA se luchaba y se lucha políticamente mejor. Igual que contra Franco.

Hay un panorama en Euskadi con una doble polarización, la nacionalista por un lado, la ideológica por el otro. En el primer bloque tenemos al Pnv y a Bildu; en el segundo, Psoe y Podemos, y repite Bildu. El Pnv, un partido democristiano, sufrió la escisión de su parte “socialdemócrata” (EA) que terminó engrosando la izquierda abertzale. Es decir, los que se fueron eran más de izquierdas y más nacionalistas. Esto puede explicar la política de pactos. El Pnv prefiere pactar con el Psoe, que le obliga menos en lo social, mientras puede mantener a raya a Bildu en lo nacional, y obtener buenos réditos de su política de pactos en Madrid. Ante esta situación, Podemos, socio del socio del Pnv en el gobierno del Estado tiene difícil definir su espacio en la política vasca. No importa qué caminos se sigan, al final uno se topa con el partido nacionalista por excelencia.

Algo parecido está ocurriendo en el terreno sindical. Sin considerar los sindicatos españoles de siempre, UGT y Comisiones, cuya huella en Euskadi viene siendo más y más liviana, los auténticos protagonistas son los sindicatos nacionalistas. Tradicionalmente, el sindicato más relevante era ELA, cuya “traducción” al español es El Sindicato Vasco, con una gran masa de afiliados, una no menos importante caja de resistencia, y una cierta política pactista. El otro sindicato más a la izquierda, LAB, el sindicato abertzale para entendernos, era un sindicato más radical y luchador, temido por las organizaciones empresariales.
Paulatinamente, esta situación entre ambos se ha ido trastocando. Al igual que decíamos al hablar de Bildu, su sindicato LAB ha suavizado su práctica sindical, en tanto es ELA el que se ha vuelto más radical, hasta el punto de tensar tanto la cuerda con el Pnv que parece que pudiera romperse. De resultas de este enfrentamiento este partido aparece como adalid de las medidas progresistas, y es difícil decir si ello se debe al auge de Bildu y nota que le pisa los talones, o es la postura de ELA la que le empuja a su “radicalidad”.
Sus líderes se permiten declararse progresistas sin ambages, y los pactos con el Psoe en Madrid se llevan a cabo con toda naturalidad y provecho.

Ya sabemos que el nuevo gobierno vasco será una reedición del anterior. Se dice que cambiarán algunos nombres pero nada en lo sustancial. El electorado vasco no ha considerado que ni el Psoe, responsable de la cartera que gestionaba la política de residuos, y por tanto, de la catástrofe humana y ambiental del vertedero de Zaldibar, ni, por supuesto, el Pnv, auténtico responsable último, tengan culpabilidad alguna de lo sucedido. Estamos condenados a continuar con la misma política que tan bien les va a ambos partidos, aunque los socialistas estén cada vez más desdibujados.

¿Cuando será que despertemos y el dinosaurio ya no esté?