Pues
sí, amigos, hoy es el día de la victoria: Unos dirán, y con razón,
que han ganado, y los demás podrán decir que las pérdidas han sido
menores de lo esperado.
Lo
cierto es que mirándolo en su conjunto, que es como hay que mirar
estas cosas, podemos decir que ha habido un claro ganador: la
ciudadanía española, España, el Estado español, o como quiera que
nos guste decirlo. Victoria que ha sido mayor donde más se
necesitaba, en Cataluña, donde las fuerzas disgregadoras del sistema
político, esa derecha excluyente y casposa que ha hecho de la
bandera su arma electoral ha salido escaldada. Los ciudadanos
catalanes, independentistas o no, han dicho que no quieren el
artículo 155, inclinándose por la negociación y el diálogo.
En
Euskadi, algo parecido, más claro aún, la única derecha es la
nacionalista, y, como siempre, pueden verse dos bloques potentes, uno de izquierdas, nacionalista el otro.
Ahora
hay que poner las luces largas, como se dice, hay que saber otear el
horizonte. La sociedad española se ha dotado de partidos que, siendo
tan diferentes, han de poder entablar conversaciones y llegar a
acuerdos, dejándose en el camino -no hay más remedio- pelos en la
gatera. Nuestro país afronta graves retos, y debemos poder hacerlo
con la fuerza que da el entendimiento y la concordia. No hay otra
solución.
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