Es
esta la cuarta vez que hacemos referencia en estas páginas a la lamentable
contienda en Siria; una de las entradas anteriores se titula Homs. Pues bien,
de esa ciudad, Homs, es originaria la familia de Manar Almustafa. Y esa familia
sufrió los efectos de una bomba sobre su hogar, que en el caso de esa mujer
dejó su cuerpo lacerado por el fuego en su noventa por ciento.
De
eso ha pasado año y medio e ignoro cómo llegaron a Melilla hace ahora dos
meses. Entonces solicitaron asilo político. Ahora se les ha concedido protección subsidiaria y han podido
pisar tierra peninsular, poniendo rumbo a Barcelona donde Manar podrá ser
tratada de sus quemaduras.
Ustedes
quizás se pregunten cómo es posible tamaña insensibilidad para no haber
resuelto este caso en escasos días, o si me apuran, en horas. Pero deben
comprender que quién tiene autoridad y poder suficientes para ello habrá estado
muy ocupado en acudir a su misa diaria, en elaborar y defender en el Congreso
la ley de Seguridad ciudadana y en decidir sobre las concertinas de esa
frontera.
Y es
que las cosas son así, vivimos en un mundo donde el capital tiene libertad para
moverse por doquier, para lograr mayores rendimientos dejando tras de sí
miseria y desolación, pero donde las personas no pueden, ni siquiera en casos
tan flagrantes como el que nos ocupa, trasladarse de país buscando una vida
mejor.
Y nosotros,
¡hablando de Cataluña!
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