No
cabe ninguna duda de que es el tema del día. Ya no importa la crisis, ni el
paro, ni los recortes en educación o en sanidad, la pérdida de poder
adquisitivo de las pensiones. Qué decir de la corrupción, de la falta de
libertad que augura la nueva ley de seguridad ciudadana, de la pérdida de fe en
nuestro futuro como país. Para qué vamos a considerar que nunca ha habido dos
gobiernos tan iguales como los gobiernos del PP y los de CIU, idénticos en sus
políticas neoliberales e idénticos en sus tintes nacionalistas, sólo que cada
uno en su ámbito: para unos España es lo más importante; para los otros, lo
importante es Cataluña. Y ambos olvidando que lo único realmente importante, y
para lo que habría que gobernar, es para los españoles y para los catalanes.
Dicho
esto, el anuncio de la consulta, como es lógico, les ha venido bien a ambos:
les permite reafirmarse en sus creencias y la gente deja de hablar de lo que
importa. Pero vayamos un poco más allá: en Cataluña se han llevado a cabo en
los últimos años, en una buena cantidad de municipios, una especie de
plebiscitos no vinculantes y no autorizados que han dejado claro aquello de nosaltres sols i la barretina. El
ínclito Rajoy ya ha dicho que no autorizará la nueva consulta. Ahora bien, si
el gobierno catalán la organiza, aunque no tenga efectos prácticos ¿cómo va el
gobierno español a impedirlo? ¿Enviará los tanques? ¿La legión? ¿La cabra
Blanquita?
Imaginemos
otro escenario. A la pregunta de si se quiere que Cataluña sea un estado, se
consigue un setenta por ciento de respuestas afirmativas. Y a la segunda
pregunta, de si se quiere que sea un estado independiente, otro setenta por
ciento –cosa posible, pues coincidirían votantes del sí y del no de la primera
pregunta- contesta que no, que de independencia nada. ¿Qué pensarían los
nacionalistas españoles? ¿Estaríamos en el mismo punto de partida que antes de
la consulta? ¿Habría que seguir practicando el tancredismo político?
Entretanto,
como para ese escenario aún quedan once meses –qué embarazo más largo- seguiremos
sufriendo las consecuencias de la acción de nuestros gobiernos, cosa que cada
día que pasa me parece que nos tenemos bien merecida.
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