viernes, 13 de diciembre de 2013

La consulta






No cabe ninguna duda de que es el tema del día. Ya no importa la crisis, ni el paro, ni los recortes en educación o en sanidad, la pérdida de poder adquisitivo de las pensiones. Qué decir de la corrupción, de la falta de libertad que augura la nueva ley de seguridad ciudadana, de la pérdida de fe en nuestro futuro como país. Para qué vamos a considerar que nunca ha habido dos gobiernos tan iguales como los gobiernos del PP y los de CIU, idénticos en sus políticas neoliberales e idénticos en sus tintes nacionalistas, sólo que cada uno en su ámbito: para unos España es lo más importante; para los otros, lo importante es Cataluña. Y ambos olvidando que lo único realmente importante, y para lo que habría que gobernar, es para los españoles y para los catalanes.
Dicho esto, el anuncio de la consulta, como es lógico, les ha venido bien a ambos: les permite reafirmarse en sus creencias y la gente deja de hablar de lo que importa. Pero vayamos un poco más allá: en Cataluña se han llevado a cabo en los últimos años, en una buena cantidad de municipios, una especie de plebiscitos no vinculantes y no autorizados que han dejado claro aquello de nosaltres sols i la barretina. El ínclito Rajoy ya ha dicho que no autorizará la nueva consulta. Ahora bien, si el gobierno catalán la organiza, aunque no tenga efectos prácticos ¿cómo va el gobierno español a impedirlo? ¿Enviará los tanques? ¿La legión? ¿La cabra Blanquita?
Imaginemos otro escenario. A la pregunta de si se quiere que Cataluña sea un estado, se consigue un setenta por ciento de respuestas afirmativas. Y a la segunda pregunta, de si se quiere que sea un estado independiente, otro setenta por ciento –cosa posible, pues coincidirían votantes del sí y del no de la primera pregunta- contesta que no, que de independencia nada. ¿Qué pensarían los nacionalistas españoles? ¿Estaríamos en el mismo punto de partida que antes de la consulta? ¿Habría que seguir practicando el tancredismo político?
Entretanto, como para ese escenario aún quedan once meses –qué embarazo más largo- seguiremos sufriendo las consecuencias de la acción de nuestros gobiernos, cosa que cada día que pasa me parece que nos tenemos bien merecida.


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