martes, 28 de mayo de 2013

El Cuarteto de Alejandría (y 2)




   Segunda y definitiva parte de este artículo aparecido en OP Machinery, en su nº de marzo del corriente año.







EL CUARTETO DE ALEJANDRÍA (2)



Si leyeron la primera entrega sobre esta obra espero haber despertado su interés lo suficiente como para que se sumerjan en estas líneas. Al margen de las connotaciones psicológicas tan abundantes pero de cuyo comentario no me siento capaz, paso a otros aspectos que me han llamado la atención y que enlazan con la actualidad de nuestro tiempo y nuestros días.
Las continuas referencias a las ciencias ocultas, al estudio de la Hermética y la Cábala entre iniciados locales, (que despierta las sospechas del contraespionaje inglés), con esa hermandad de estudiosos gnósticos que volveremos a encontrar en el Quinteto de Avignon, identifica a los judíos y justifica una historia que al final  es de amor aunque en su inicio tenga objetivos más terrenales. Y siguiendo con los judíos, un personaje advierte que si dejas entrar en tu vida al zorro judío te comerá vivo, en tanto que el copto más representativo dirigía una conspiración tendente a cobijar al Egipto independiente bajo la protección del nuevo estado que se estaba afianzando en Palestina: esta es la contradicción que señalaba más arriba.
Pero Durrell no es mucho más compasivo con los europeos. Nos señala que el día de Francia y Gran Bretaña ha pasado, anticipa cómo la descolonización europea no acierta en sus designios -cosa que comprobaremos en el proceso de descolonización que se sucede en los años siguientes a la publicación del Cuarteto, con enormes problemas de fronteras y disputas entre los nuevos países- al no confiar en los coptos y fomentar el rigor de un nacionalismo basado en una religión fanática. Posiblemente Inglaterra pensara que podría mantener su influencia más fácilmente en un Egipto peor administrado por las élites árabes, dedicadas al expolio del país en un clima de corrupción generalizada. Después, Nasser, alejandrino él mismo, creará la República Arabe Unida, se enfrentará a la antigua metrópoli en la guerra por el Canal de Suez y será la cabeza del régimen político que ha llegado hasta nuestros días en la persona de Mubarak. Me apetece imaginar cómo hubieran sido las cosas si esa idea que Durrell pergeña se hubiera consolidado, si los coptos hubieran quedado al frente del país, en alianza con la pujante Israel. ¿Qué Oriente Medio hubiéramos visto en ese caso?
Y entretanto, aquella religión fanática de que habla se ha exacerbado hasta el extremo del yihadismo militante, y el brazo armado de Al Qaeda, cual moderno cruzado, pretende extender por la fuerza la fe verdadera. Justamente estamos viendo ahora cómo los extremistas musulmanes, alcanzado el poder democráticamente, se aprovechan para gobernar a su conveniencia. ¡El eterno dilema de si la democracia debe impedir el asalto democrático del poder por los que se apoyan en el sistema para acabar con él desde dentro! Y debiéramos preguntarnos también qué sentido tiene ese pretendido orgullo con el que el Ministro español de Defensa ha señalado que la única ayuda que ofreceremos a los franceses en el conflicto de Malí sea un Hércules de transporte. ¡Claro, mientras tengamos al ejército francés que nos haga el trabajo sucio no necesitamos mancharnos las manos! Porque el avance yihadista por el norte de África es incontestable, al margen de los intereses particulares de Francia en el uranio de Niger.
En fin, son mil seiscientas páginas en la edición de Edhasa que yo he leído, y les juro que no se aburrirán; eso sí, es literatura, verdadera literatura, una novela escrita con una enorme riqueza de léxico, que habla de todas estas cosas que se comentan y que tiene pasajes de una enorme riqueza. Sólo hace falta una atención constante, pero el placer de su lectura les arrastrará y pervivirá mucho más allá de las horas que dediquen a sus páginas.

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