jueves, 20 de marzo de 2014

El cabo de Hornos





Yo no sé quien le escribe a Rajoy los discursos. El es todo voluntad y lee lo que le pongan por delante, sin reparar en nada, con esa manera suya tan peculiar.
Cuando lo del estado de la nación, nos obsequió con una metáfora muy curiosa: Hemos doblado el cabo de Hornos de la crisis, o algo así. Rajoy es de Pontevedra, provincia costera donde las haya; es hombre leído y versado en mil asuntos, y como diría su vicepresidenta, se sacó en su momento unas oposiciones dificilísimas. Debiera por tanto saber que pasar el cabo de Hornos, aún siendo ardua tarea, no termina con el peligro y lo que viene después no es calma y placidez. Y eso que los marinos que lo surcaban se colocaban como distintivo un arete en su oreja; a él aún no se lo hemos visto.
Resulta que después de Hornos, uno se encuentra en la zona de peores vientos del planeta. El cabo de Hornos está en la latitud 56ºS, y todo lo comprendido entre los 40 y los 60 recibe estos curiosos nombres: los cuarenta rugientes, los cincuenta aulladores y los sesenta bramadores. Y es sabido que el estado de la mar guarda relación con los vientos que la dominan y la violencia de éstos con el ruido que producen. En toda esa zona son frecuentes las tormentas, que se forman de improviso, e icebergs a la deriva junto con olas de 30 metros.
Así que calculen ustedes lo que nos queda tras pasar el cabo de Hornos. Es de pensar que el negro de Rajoy no sabe que desde que se abrió el canal de Panamá ya no se utiliza tal ruta. O quizás sepa más que nosotros y no confíe en el buen hacer de Sacyr. En cualquier caso, pienso que podía haberse referido al cabo de Buena Esperanza, que suena como más prometedor (lo de Aguirre lo está pensando usted, querido lector).

2 comentarios:

  1. me ha gustado y tiene chispa su escrito aunque Rajoy y su negro no opinar'an lo mismo, creo.
    Aprovecho para comentarle que prefiero estos escritos a los de ficci'on pero claro, es una opini'on muy personal.

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  2. Gracias, Anónimo, por su comentario, su sinceridad y las pistas que me da. Soy plenamente consciente de que mi afición por la escritura supera a mi ingenio, pero...
    Me gustaría ser como Juanjo Millás, por ejemplo, capaz de sobresalir tanto en la ficción como en el comentario; yo no tengo más mérito que el intentarlo, pero me gusta que alguien lea lo que escribo y me transmita sus impresiones.
    De nuevo, gracias.

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