viernes, 12 de junio de 2015

Va de títulos







Políticamente correcto; así ha sido unánimemente calificado –si no con estas mismas palabras, sí en su sentido- el gesto que ha tenido el Rey al despojar a su hermana, la listilla, del título de duquesa de Palma (Obsérvese que el municipio de Palma lo hizo hace ya tiempo, a su manera, al eliminar el rótulo correspondiente de de la calle en que estaba colocado)
Pero el asunto no para ahí: ni el Rey ni nadie tiene la autoridad suficiente como para quitarle el derecho sucesorio a la corona. No hace falta ser abogado para comprender que el derecho que cualquier persona tiene a una herencia no desaparece porque al causahabiente se le ocurra un buen día despojar de dicho derecho al heredero. Y ya sabemos todos que la corona se transmite de la misma manera que se transmite cualquier herencia; mejor dicho, las herencias se transmiten de forma paritaria, a salvo de legítimas, tercios de mejora y otras zarandajas legales. Hasta en eso es la institución monárquica tremendamente antidemocrática. Por no decir absurda, que es lo que están pensando la mayor parte de ustedes, porque ¿qué derecho tiene determinada familia a reinar en país ninguno? Alguno dirá que se reina por la gracia de Dios, como ponía en las antiguas monedas. Ah!, sí, contestarán otros, hubo un referéndum que convocó aquél dictador y con ello se legitimó la monarquía. Ya, ya recuerdo, entonces, ¿por qué no se convoca nuevamente, desde la legalidad democrática actual?
Así, si la familia Borbón volviera a ganar podría despojar del marquesado del Bosque a Don Vicente cuando la selección no gane el próximo campeonato.

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