sábado, 22 de agosto de 2015

PERLAS AGOSTEÑAS (3)







Seguro que muchos de ustedes lo han visto más de una vez: en las playas concurridas, chicos y chicas africanas pasean por el frente de la playa cargados con bolsos, camisetas, gafas, relojes, etcétera, para que los veraneantes puedan ver esos objetos y satisfacer su deseo de comprar.
Por la tarde, a la hora del paseo, los mismos “comerciantes” exhiben su mercancía junto al muro que delimita el paseo con la playa. Con unos macutos que recogen todos sus productos en un abrir y cerrar de ojos, saltan de nuevo a la playa cuando corre el aviso de que los municipales andan cerca. Con el pie en la arena no pueden ser detenidos, la playa es jurisdicción de Costas y ahí pierde efectividad la posible incautación de la mercancía por parte de los “munipas”.
En el mismo muro, cada cierto trecho, puede encontrarse un letrero que dice “No a la venta ambulante no autorizada. Por un comercio responsable, de calidad, honesto, social, autorizado, cercano, legal y garantizado”. Y advierte, además, de la posible sanción a los infractores, sean vendedores o compradores, con multas de hasta 1.500 euros.
Hasta aquí los hechos. Cada uno puede extraer las consideraciones que su capacidad de análisis le sugiera. A mí, particularmente, me da mucha pena ver a estas personas que no tuvieron la suerte de nacer donde nosotros, tratando de ganarse la vida de esta manera, cosa que se me antoja bastante difícil. Y pienso en los sacrificios que habrán hecho para alcanzar este paraíso nuestro y en los peligros que habrán tenido que afrontar para, finalmente,  encontrarse con nuestra incomprensión y desprecio.
También me da qué pensar la inquina que el Ayuntamiento demuestra hacia ellos, dedicando efectivos policiales que estarían mejor vigilando otras actividades con un resultado recaudatorio mayor. Se supone que defiende los intereses de los comerciantes de la localidad, que pagan sus impuestos, pero dudo del futuro de esos mismos comerciantes vendiendo mercancías tan baratas. Imagino que habrá un mayorista que provee a unos y otros, y al que los munipas también vigilan. Se me ocurre que si los africanos se ganan el pan con esta actividad, no estarán apremiados a ganárselo de otra manera. Y que este comercio también es honesto, social, cercano y de calidad, y que lo autorizado y legal no siempre engloba actividades dignas de esos epítetos. En fin, cosas así.
¿Qué les parece a ustedes lo de los 1.500 euros? ¿No les parece un poco exagerado?

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