jueves, 21 de enero de 2016

Capitales culturales (2)








No tengo noticias de cómo se han desarrollado estos días de capitalidad cultural en Wroclaw. Pero aquí en San Sebastián –Donostia, si prefieren-, ha sucedido algo que no me resisto a contarles.
Ustedes saben que el acto inicial de las fiestas es la izada de la bandera de la ciudad en la plaza de la Constitución (la Consti, para los donostiarras), momento en el que empieza el redoble de los tambores. Pues bien, ayer me llegó la noticia de que en ese acto, cuando después se procedió a izar la bandera de Europa y se escuchaba el Himno de la Alegría –ya saben, ese fragmento del final de la Novena Sinfonía de Beethoven convertido en himno europeo-, una parte de los asistentes prorrumpió  en una sonora pitada. El asunto se mantuvo silenciado durante toda la jornada, por lo que a las 12 de la noche de ayer, cuando se procede a la arriada de la bandera en un acto mimético al de la víspera, me apresté a escucharlo por la radio, que uno no es hombre de actos multitudinarios. Y he aquí, que la pitada volvió a repetirse. Las locutoras que retransmitían el acto en Radio San Sebastián, de la Cadena Ser, coincidieron en la falta de urbanidad y civismo de los autores.
¿Significa esto que los donostiarras no son amantes de la música, o de Beethoven en particular? ¿Significa que tienen algo contra Europa, a pesar de celebrar su capitalidad cultural? Más bien pienso que la gente está ya tan harta de ciertas cosas que aprovecha la oportunidad que tiene a mano para manifestar su posición. Porque, ¿hemos de sentirnos identificados con un gobierno europeo que es directamente responsable de la situación crítica que vivimos, de la subsecuente política de recortes que han orquestado como si no hubiera otra solución, haciéndolos caer, exclusivamente, sobre los hombros de los más débiles? Parece claro que la gente está ya más que harta de esta situación. Y, en consecuencia, a la más mínima oportunidad, lo hace constar.
Como las locutoras de la cadena Ser, seguramente habrá habido otras personas que hayan pensado que las protestas hay que guardarlas para la ocasión propicia, que no hay que confundir y mezclar unos asuntos con otros y que cada cosa en su sitio. Yo no estoy de acuerdo con este proceder; antes  bien, pienso que se debe aprovechar cada momento para la protesta. Sólo faltaría que pensaran que estamos de acuerdo. ¡Pues no señor!

No hay comentarios:

Publicar un comentario