viernes, 18 de marzo de 2022

La cacerolada




 

La cacerolada, ese tañer de cazuelas y sartenes desde ventanas y balcones no es otra cosa que el culmen de un movimiento social en contra de un gobierno desalmado, para defender los derechos básicos de la población que se siente atosigada por las políticas nefastas del malhadado gobierno. En ocasiones se ha logrado derribar al gobierno, bien porque éste no haya podido remedar la situación, haya decidido acudir a las urnas y allí haya recibido su merecido castigo, o bien porque el ejército nacional, garante de la situación y la paz social, haya puesto fin a ese gobierno, patrocinando otro con las capacidades necesarias para el caso.


Ahora, olvídense de lo que acaban de leer y enfoquemos la situación desde otro punto de vista. Ante la subida continua de los carburantes, que acarrea subida de precios en los productos de consumo, los transportistas empiezan a organizar piquetes de huelga alegando la pérdida irremediable en su actividad pues lo que cobran nos les da para pagarse el jornal, ni para atender a los gastos del camión, entre los cuales está el gas-oil que han de consumir. Quienes les pagan la carga son más fuertes que ellos, quizás tienen otros a los que recurrir y no les suben el porte. El gobierno dice que sí pero que luego, un poco más tarde. Enseguida empezamos a ver piquetes no organizados en los cruces, cerca de las fábricas o los polígonos comerciales. Y los piquetes amenazan. Y de las amenazas se pasa a la acción. Hay piedras y palos y en algún caso aparece una pistola, no se sabe si real o de juguete. Desde los puentes de las autovías se lanzan objetos. En los lugares de aparcamiento empiezan a aparecer camiones culpables de no seguir la huelga con las lonas rajadas o con las ruedas pinchadas. Estas acciones se multiplican y el paro de los camiones se extiende: si mal se puede pagar el litro de gasoil, peor es arreglar los pinchazos o comprar lonas nuevas.


Otros sectores productivos sufren los problemas de abastecimiento. Los pesqueros ya no salen a pescar, ante la posibilidad real de no poder vender la pesca: las lonjas son salas vacías. Lo mismo ocurre con los centros de distribución de otros productos de consumo. El gobierno y las grandes redes comerciales insisten en que no hay peligro de escasez, y que debe primar el sentido común. A estas alturas los consumidores ya han pensado en la necesidad de hacer acopio de papel higiénico, por ejemplo, y la oposición política atiza el fuego de la discordia. De aquí a la gran cacerolada es cuestión de poco tiempo, el objetivo está próximo, vamos, un esfuerzo más, que el gobierno se tambalea... Recuerden el comienzo de estas líneas.


Si nunca lo tuvo fácil, el gobierno de Allende en Chile sufrió también el asedio de una huelga de camioneros a finales de 1972, cuya incidencia en el golpe del 11 de septiembre de 1973 es ampliamente reconocida. El gobierno español ha comenzado a hablar del origen extremo derechista de esta situación.


¿Curioso, verdad?









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