domingo, 4 de mayo de 2014

Adolfo Suárez


Este comentario se publicó en la revista OP Machinery, en su nº de marzo de 2014.


Todos ustedes tienen un claro criterio acerca del Presidente Suárez. Nada más lejos de mi intención que abundar en su figura. Solo quiero glosar ciertos pormenores de su vida, de su muerte y  de nuestro país, en diez claves, para mí significativas y que son las que más  me han llamado la atención, sin que el orden en que están escritas sugiera prelación ninguna.
1.  La primera es que su hijo mayor nos hizo un flaco favor al ofrecer una rueda de prensa el viernes anterior en la que anticipó que el fatal desenlace se produciría antes del lunes. A partir de ese momento, en los medios de comunicación, todo ha sido un derroche de información tal que ha llevado a causar en muchos –entre los que me incluyo- buenas dosis de hastío.
2. En muchos momentos, personalmente, hasta tuve dudas de la muerte del Presidente Calvo Sotelo. Aunque fue un presidente más efímero, quiero pensar que los funerales de Estado tienen un protocolo y un boato similares.
3.  La fecha del óbito coincidió con el aniversario de la muerte, en este caso en el exilio, del Presidente Largo Caballero, que también fue Ministro en otro gobierno de la República. Imagino que los dirigentes del Partido Socialista acudirían en la misma mañana del domingo a algún acto laico de homenaje.
4.  También me parece reseñable dejar constancia de que el Presidente Suárez fue desahuciado al no poder hacer frente al pago de una hipoteca sobre su casa de Ávila,  que hubo de constituir para hacer frente a los gastos de la enfermedad de su mujer y de su hija. Me parece de justicia señalar esto en una época como la actual, por contraposición a cualquiera de sus conmilitones y adversarios políticos. Se había negado a cobrar remuneración alguna del Estado por haber sido jefe del gobierno.
5.  Las declaraciones del President Mas, que vino a decir que “echamos en falta su visión de Estado, su coraje político y su mucha generosidad”, además de que  “miró de cara, se arriesgó y no rehuyó los problemas”, han suscitado diversidad de opiniones. A mí me han parecido muy oportunas. Se pueden aplicar perfectamente al finado y desnudan otra forma de hacer política, muy en boga en la actualidad española. Más claro, el agua.
6.  Con lo que no estoy de acuerdo es con esa manía, tan española también, de bautizar calles, aeropuertos, hospitales o museos con los nombres de personas de relevancia. Yo solo lo haría con los nombres de escritores, artistas o científicos, pero nunca de gobernantes. Simplemente, me parece un  culto a la personalidad, innecesario y gratuito.
7.  Aunque no tenga nada que ver con la persona a quien estamos despidiendo, no puedo dejar de preguntarme qué diablos pintaba el señor Rouco Varela oficiando la ceremonia. En la inhumación en Ávila podían también  habernos evitado la meliflua voz de su obispo.
8. Una curiosa coincidencia es la vecindad en el enterramiento con Claudio Sánchez-Albornoz, también ministro y presidente de la República en el exilio y autor de “España: un enigma histórico”, (obra que me regaló un estimado amigo), en la misma catedral abulense.
9. Nuestro personaje sufrió –si no la mayor- una de las mayores tragedias personales que le pueden sobrevenir a un hombre: Perder a su mujer y a su hija mayor, ambas por cáncer de mama. La misma enfermedad que sufrieron sus otras dos hijas, éstas con mejor suerte.

10. Como suele ser tan frecuente en nuestro país, los que desde su propio bando le denigraron y, al final, le abandonaron, ahora se han deshecho en elogios sobre su persona y su perfil político. ¿Creerán que los sinceros sentimientos que se han podido apreciar en la ciudadanía se repetirán en la despedida que ellos reciban?

2 comentarios:

  1. Vaya por Dios, Jose Maria, no sabia yo, de tus afanes politico-literarios que he descubierto por casualidad al hojear el blog de Albatros, pero como es una de mis debilidades he decidido publicar, este comentario, que imagino ampliaremos este verano en Peñiscola.

    Desgraciadamente acabo de leer en un periodico que el hijo de Suarez, padece un cancer de garganta, circunstancia esta, que es posible haya influido en la forma y manera de exponer o explicar todo lo relacionado con la muerte de su padre.

    Estoy bastante de acuerdo en tus comentarios sobre las "celebraciones" tan publicitadas sobre la muerte del, a mi manera de ver, mal llamado primer presidente de la democracia española, Adolfo Suarez, pues es evidente que no fue el primero, peeerooooo.....

    Es bastante anecdotico, que precisamente, en la hora de su muerte, se vuelquen politicos y medios de comunicacion de signos politicos en auge, en loas y panegiricos del personaje, cuando durante años, condenaron al mismo al mas profundo ostracismo, amparados en la cruel enfermedad que sufría.

    A ver si va a ser verdad lo que afirma en titulares el libro de Pilar Urbano, yo por si acaso me lo voy a leer y ya veremos.

    Ha sido un placer, encontrar esta literhartura, asi que ya hablaremos en la playa.

    Un abrazo.

    Alfredo Escobar

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    1. Hola Alfredo, encantado de que hayas visitado mi blog, y de que concuerdes con mi opinión.
      Ya ves, mucha gente suele decir que internet no hace otra cosa que separar a las personas, que nada puede sustituir al contacto personal; nosotros nos conocemos hace más de treinta años y nunca habíamos constatado que, al menos en esto de Suárez, tuviéramos opiniones similares. Es decir que internet ha servido para relacionarnos.
      Ahora, como dices tú, cuando nos veamos en Peñíscola, tendremos más temas de que hablar.
      Un abrazo para Clara y otro para ti.

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