lunes, 16 de noviembre de 2015

Nueva campaña (3)









Esta última semana de la nueva campaña ha resultado muy especial. Empezó con el fenómeno de la polución atmosférica en Madrid, que como saben todos ustedes, es una cosa totalmente novedosa, y la alcaldesa Carmena cayó en la imprudencia de creer que los datos de última hora de la tarde iban a ser iguales a los de horas después: quedó clarísimo que el rojerío no vale para gobernar una ciudad como Madrid, y, lo que es más, que los de Podemos son los culpables de la contaminación existente y, lo que es aún peor, no tienen ni idea de cómo combatir ese problema que han creado. ¡Ay, cuando volverá la Espe!
En esas andábamos cuando el viernes nos golpeó el terrorismo yihadista con sus acciones criminales en Paris. El ruido del separatismo catalán apenas nos había permitido conocer que el gobierno portugués (amigo de Rajoy) está en un grave aprieto que lo dejará en la oposición, o que Bruselas está tratando de retrasar al máximo posible la entrega del último tramo del rescate griego para no tener que entrar en la negociación con ese país de alguna rebaja de su deuda (todo esto para no perjudicar la triunfal campaña electoral del PP). La incalificable acción yihadista, aparte del rosario de víctimas inocentes, ha tenido el lógico efecto de acaparar todos los telediarios y de despertar los viejos demonios.
Se empezó a hablar de guerra y de ser implacables en la respuesta. Y anoche, la aviación francesa destruyó un campo de entrenamiento, un arsenal militar y un puesto de mando, en la ciudad base del estado islámico. ¡Bien!, hemos dicho todos, pero también todos nos hemos preguntado, ¿Ya conocían la localización de esos objetivos? ¿Por qué no los habían bombardeado antes? ¿Ha habido víctimas civiles? ¿Es más que una mera acción de propaganda?
En nuestro país, Rajoy activó el pacto antiterrorista, y Sánchez dijo que no nos doblegarán, Rajoy que España está amenazada, en fin, que de la campaña nada de nada, como no sea la impresión que empezamos a tener de que es mejor que nos dejemos de cambios y otras historias, que los que saben de estas cosas son el jefe de gobierno Valls en Francia y el ministro del interior español (qué dos personajes tan parecidos, ¿verdad? Hasta comparten el lugar de nacimiento). Sabemos a quién beneficia el terror en términos políticos y Europa está ahora anonadada por el golpe sufrido. Así que los refugiados sirios que esperan ser acogidos, bien, gracias.
Y para remate final, los sindicatos de la guardia civil sacaron el sábado a la calle en Madrid a unos diez mil manifestantes reclamando sus derechos. ¡Hasta qué extremos estamos llegando!

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