viernes, 26 de mayo de 2017

Rule Britannia (5)

Este artículo fue publicado en la revista OP Machinery, en su número del mes de abril de 2017.






No consigo ver en esta ocasión una sola ardilla; únicamente los dos gatos de Mr Hammond, el negro y el persa, osan saltar el murete de piedra, ellos no entienden de fronteras y el brexit lo practican a su manera. Deambulan por nuestro espacio en busca de caza pero tampoco se les ve atrapar nada, quizás sea que estén un poco entrados en carnes…
Lo que si se ve, mejor dicho se oye, es cierto ruido de sables en las filas tories. La ocurrencia de Lord Howard prometiendo una defensa del Peñón al estilo de la de las islas Malvinas (sorry, Falkland) enerva los ánimos y anima un debate que sigo en los tabloides. Hay muchas personas que opinan que Theresa May tiene el aire decidido de aquellos que dedican poco tiempo a la reflexión; desde luego esa peripecia suya desde las filas del remain hasta convertirse en la primera defensora del leave parece abonar claramente esa idea; diríase que es de esas personas capaces de abrazar ciegamente cualquier postura con tal de que le digan que ella es la persona que mejor puede hacerlo.
En esto puede ser la perfecta emula de Margaret Thatcher, y ya sabemos lo que esta última fue capaz de hacer. Habla en nombre de los gibraltareños – ¿Se habrán fijado que metemos nuestra famosa eñe en el toponímico?- sin reparar en que ellos votaron abrumadoramente en contra de lo que ella ahora defiende. Por cierto, en esto coincide con el ministro principal Picardo, otro iluminado.
Por razones que no vienen al caso, he visitado varias veces el Royal Berkshire Hospital y me ha llamado la atención la abundancia de médicos y enfermeros extranjeros, españoles entre ellos.
De vuelta en el tren hacia el aeropuerto, releo los tabloides, de los cuales no me resisto a transcribir algunos comentarios de lectores sobre las declaraciones de Lord Howard de las que hablábamos más arriba, a saber: un lector advierte que el partido torie solo se ha preocupado de reducir los presupuestos de defensa (¡!) y que ahora Gran Bretaña no tiene las fuerzas armadas que tenía en los días de la guerra de las Malvinas; otro señala que España no está siendo razonable, y que ahora que UK está dejando la UE, España muestra su verdadera imagen siendo deliberadamente conflictiva; un tercero indica que nunca hay dinero para el NHS (la sanidad pública) en tanto  siempre se encuentra dinero para la guerra; otro más dice que las trompetas del Brexit se transforman en música de guerra contra España, y se pregunta si para eso era el Brexit, y si valía la pena; y, por fin, otro se pregunta si no hay aún posibilidades de hacer campaña contra el Brexit, que muchos votantes de la salida pueden estar ahora por el quedarse, y que no había un mandato claro para un Brexit duro.
En la misma página viajeros asiduos dejan constancia de las heridas que les ha infligido Cupido, como el que recuerda al atractivo hombre que en el tren de la hora h, entre las estaciones de tal y cual, llevando una tableta en la mano, le dirigió la más sugerente sonrisa, o la chica que confiesa que en la estación equis, ayer mañana, intercambió una miradita que la puso a cien, con un tipo que llevaba una cazadora North Face, y se pregunta si él leerá su mensaje y será capaz de dar un paso al frente.
Ya en el avión, el recibo que me entregan por el bocata y el botellín de vino españoles está emitido por una compañía radicada en Suiza. No puedo evitar pensar que allá irán la facturación y mi dinero, en tanto la compra del suministro se ha hecho en España. Así el resultado para la filial suiza es redondo, y me sigo preguntando cuantas partidas de coste tendrán el mismo tratamiento, en un grupo de empresas que tiene tres grandes compañías aéreas. Tener una filial en un paraíso fiscal no constituye delito, pero estaremos de acuerdo en que ofrece enormes oportunidades para cometerlo.

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