lunes, 18 de diciembre de 2017

Una de héroes

Este artículo, escrito el 2 de noviembre, ha sido publicado en la revista OP Machinery en su número de noviembre-diciembre corrientes.


Una de héroes


Mientras esto escribo, varios consejeros del extinto gobierno catalán están empezando a declarar ante la justicia; los restantes, con su presidente a la cabeza, se mantienen en Bruselas, fuera del alcance de esa misma justicia española. Para cuando ustedes lean estas líneas, como pronto dentro de un mes, han podido pasar muchas cosas, pero sean las que sean, no afectarán a este comentario.
No soy jurista ni independentista; ni siquiera un poco nacionalista, sino que más bien estoy radicalmente en contra de esas tendencias políticas, como lo estoy del trágala unionista en que se apoya este estado que nos alberga, llamado España.
Dicho esto, entenderán ustedes que la inmersión histórica que les propongo, no tiene otro empeño que tratar de rebatir, con un poco de humor, esos comentarios que se han extendido sobre la “vergonzosa y cobarde” huída de Puigdemont y sus adláteres; veamos:
Durante el proceso de conquista peninsular por parte de Roma, un “patriota”, llamado Viriato se alzó en armas contra “la autoridad competente”, en vez de presentarse, dialogar y llegar a un acuerdo. Empezó una guerra de guerrillas contra las legiones romanas, hasta que fue traicionado por lugartenientes suyos, a los que Roma había prometido grandes riquezas si lo mataban. Luego recibieron aquel “Roma no paga traidores”. El episodio de Viriato duró más de diez años, en los que, ante una inferioridad manifiesta, hubo de recurrir a todas las argucias habidas y por haber. Modernamente, tanto la dictadura de Salazar en Portugal, como otra que hubo en nuestro país tiempo después de aquella, ensalzaron la figura del guerrero, al que tanto identificaron portugués como español.
En la vecina Francia, en el siglo XV, dentro de la guerra de los Cien Años, un episodio que enfrentó a ingleses y franceses por una cuestión dinástica, una humilde niña tuvo hilo directo con el altísimo. Llevó el estandarte de su facción en varias batallas que se ganaron y consiguió merecida fama. Cambiaron las tornas y fue sometida a juicio; ante las presiones y las amenazas de ser quemada viva en la hoguera, hubo de declarar que lo de las voces había sido cosa de su caletre, pero al poco, al verse segura, se retractó. Al final, murió en la hoguera, por hereje. En 1909, a instancias de Francia fue elevada a la santidad y declarada Santa Patrona de Francia hasta el día de hoy.
 Podríamos mencionar miles de casos, muchos de ellos más clarificadores que estos dos que yo he escogido; seguro que cada uno de ustedes los tendrá mejores. La historia es pródiga en ellos. Pensemos cuantas veces, la facción triunfante ha arrasado y convertido en cenizas el castillo del que perdió la contienda. Hoy Castilla celebra el gesto de los Comuneros, que fueron ejecutados por traidores, por poner otro ejemplo; nuestra última –esperemos que sea eso, la última- guerra civil puede darnos miles de casos. Por consiguiente, ¿qué tiene de particular que el gobierno de Puigdemont utilice todos los vericuetos habidos y por haber para hacer durar esta situación, tratar de conseguir apoyos que ahora no tiene y enfrentar la situación penal que se cierne sobre ellos? ¿Es que han de ser mártires, como la doncella de Orleans?
¿Qué corolario podríamos extraer de estos dos ejemplos históricos, y del caso político que nos ocupa hoy? Aún a fuerza de parecer exagerado, he de decirles que yo veo ciertas concomitancias entre los tres. Viriato se alzó contra el poder de Roma, la potencia dominante, desde un pueblo tribal escasamente organizado. Pagó con su vida pero no se lo puso fácil a los romanos. La doncella de Orleans contaba con ayudas místicas, y desde sus visiones alcanzó sus triunfos. El independentismo catalán está haciendo aflorar lo peor del gobierno español y el cerrilismo de una parte de la sociedad española, y nada está escrito. ¿Qué no hay un denominador común entre los tres casos? Ya, pero la figura de uno de ellos se la rifan las naciones española y portuguesa veintitrés siglos después, y en el otro caso, aquella jovencita sigue en los altares, y viene a ser algo así como la patrona del ejército francés.
¿Dónde acabará el nacionalismo catalán?


No hay comentarios:

Publicar un comentario