lunes, 25 de febrero de 2019

Notas de febrero (1)





Uno. Una de las empresas que el Partido Popular utilizó para mover (para aquí, para allá, se entiende) el dinero negro con el que se financió la campaña electoral de 2011, que acabó con la victoria de Esperanza Aguirre en el Ayuntamiento, y de Ignacio González en la Comunidad de Madrid, fue bautizada con el comercial nombre de Paquí-Pallá, s.l.; pocas veces podremos percibir tan claramente la sensación de impunidad con que esta gente se movía al permitirse ser tan poco cuidadosos y optar por un nombre tan chusco y tan poco escogido.

Cabe preguntarse si para hacer esto hay que ser un felón, un okupa, un traidor, un incapaz, un incompetente, un mediocre, un mentiroso compulsivo, un ilegítimo, uno que quiere romper España, u otros catorce epítetos más.

Y conste que Pedro Sánchez no es santo de mi devoción, pero al lado de esta caterva de delincuentes se me asemeja a la Madre Teresa de Calcuta.

Por otro lado se ha publicado que el abogado Belhot, testaferro de la trama en la que Zaplana e Ignacio González están implicados (es decir, el PP de Madrid y el de Valencia) movió -sigue el verbo transitivo- 156 millones de euros en la entidad andorrana Banca Privada d´Andorra entre los años 2006 y 2014. Recuerden también que Zaplana fue entre esos años responsable de la expansión tecnológica de Telefónica; otro caso de puertas giratorias.

¿Llegaremos a saber la verdad de los manejos de estos políticos tan españoles y cuánto nos deben?



Dos. La Audiencia de Barcelona ha encontrado ajustado a la legalidad el hecho de que Narcís Serra, vicepresidente del gobierno español en tiempos de Felipe González, y en el momento en que se juzgaron los hechos presidente de Catalunya Caixa, se subiera sus emolumentos anuales como si la entidad estuviera pasando por los mejores días de su historia; lo cierto es que, poco después, fue intervenida dejando unas pérdidas de 12,000 millones de euros que, como ocurre siempre en este país, pagaremos entre todos.

Es decir, que cuando todo el mundo podía ver que las cosas andaban mal, y por supuesto Narcís Serra y sus segundos más que nadie, no se les ocurre otra cosa que proceder a una fuerte subida de sus emolumentos (no lo llamemos sueldos) para solucionarse ellos su problema antes de que fuera demasiado tarde.

Pues bien, se ha decidido absolver de los posibles delitos de administración desleal y apropiación indebida por la decisión de subirse los sueldos en un contexto adverso, a los 41 miembros del Consejo de Administración de la segunda caja de ahorros catalana. El colmo es que la sentencia declara que esa subida se llevó a cabo en un contexto general de crisis económica aguda y en una particular situación de debilidad de la caja, pero esos hechos, a pesar de todo, no presentan carácter delictivo.

Es decir, en esos momentos en los que cualquier empresa comunica a sus trabajadores que las cosas van tan mal y tan sin remedio que quizás no se puedan pagar las nominas atrasadas o pendientes, ellos su suben los suyos y los cobran, y el tribunal no ve delito en este caso.

En resumidas cuentas, y sin entrar en el capítulo de dietas cobradas por estos señores, para no hacerles más lesiva esta lectura, conviene señalar que de los 12,000 millones de euros inyectados en esta entidad, solamente se han recuperado unos 200 millones en el momento de su venta al BBVA.


Tres. Vox pide al Parlamento andaluz los nombres de los funcionarios que evalúan la violencia de género, para “depurar casos ideológicos. Esta petición la hace el presidente del grupo parlamentario ultra, Francisco Serrano, que ya saben ustedes que es juez en excedencia.

Conviene traer a cuento aquellos versos atribuidos a Bertolt Brecht: Primero vinieron a buscar a los socialistas, y yo no dije nada porque yo no era un socialista. Luego vinieron a buscar a los sindicalistas, y yo no dije nada porque yo no era un sindicalista. Luego vinieron a buscar a los judíos, y yo no dije nada porque yo no era judío. Luego vinieron a buscarme, y no quedó nadie para hablar por mí. Ustedes seguramente recuerdan a que se refería Brecht.

Días después, Pablo Casado ha venido a decir que se debe hacer una evaluación del trabajo de los funcionarios, en general; ya ven que es más suave que el otro. Y algunos le han recordado que también sería conveniente evaluar a los políticos; incluso antes de acceder al cargo. Seguramente nos llevaríamos menos sorpresas.


Cuatro. Nuestro presidente en funciones ha publicado un libro titulado “Manual de Resistencia”, cuyos ingresos va a dedicar a alguna oenegé. Como imagino que cada uno de ustedes ha recibido ya varias copias en PDF a través de las redes sociales, es difícil suponer que vaya a haber ingreso alguno, o que el editor llegue a cubrir los gastos de lanzamiento.

El libro ha sido escrito con la ayuda de Irene Lozano, a la que hace poco recuperó nombrándola Secretaria de Estado de la España Global, lo que antes era la Marca España, cuyo último responsable fue el progenitor de Iván Espinosa de los Monteros, ¿les suena?

Es de señalar el poco tiempo libre de que ambos han dispuesto para escribir este libro, a juzgar por la escasa profundidad del texto. Quizás lo más relevante sean las líneas dedicadas al aterrizaje en la Moncloa. Patrimonio del Estado, o quien sea responsable de ese palacio, habrá tomado buena nota para que en lo sucesivo, cuando venga un nuevo inquilino, se tengan dispuestos dos o tres colchones, nuevos, a elección del recién llegado; Pedro Sánchez tuvo que ocuparse de cambiar el que encontró. Parece mentira.

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