sábado, 2 de marzo de 2019

Notas de febrero (y dos)





Uno. Don Felipe Juan Froilán de Marichalar y Borbón, alias “Froilán”, hijo de la infanta Elena, nieto del rey emérito y sobrino de Felipe VI, acudió con sus colegas, como tantos chavales de su edad, envuelto en una bandera nacional, a la manifestación que tuvo lugar en la plaza de Colón, y en un rasgo de carácter que le honra, propio de su edad, “sin avisar en casa”.
Hace ya muchos años, cuando las infantas empezaron a casarse, comenté -no fui el único- que la mayor desafección hacia la familia real por parte de los que aún veían con simpatía a la misma, vendría de toda esa generación de nietos y nietas, primos y sobrinas que darían mucho que hablar, como es el caso que hoy comentamos.
Pero me equivoqué: no hacía falta esperar a la tercera generación; ya con la segunda hemos tenido suficiente, incluido el tener en la calle a un reo de la justicia condenado a prisión.




Dos. En la inauguración de esa feria de aparatos electrónicos (Mobile World Congress, que queda mucho mejor) en Barcelona, hemos podido ver y escuchar a los tres máximos representantes del Estado, el Rey, el President de Catalunya, y la Alcaldesa de la ciudad.
Como no podía ser de otra manera (qué bien queda esta frase!) los tres se saludaron, se dejaron fotografiar juntos y pronunciaron sendos discursos. La Alcaldesa y el President resaltaron los valores republicanos, en tanto el Rey dejó claro que España es hoy una “democracia plena”. Es decir, cada uno en su papel. Y no pasó nada!




Tres. Habrá muy pocos españoles que no hayan visto escenas enteras del juicio por antonomasia; en todas las cadenas y a todas las horas. Pues bien, a mí lo que más me ha llamado la atención desde el primer día hasta hoy, es el juez que se sienta a la izquierda del presidente del tribunal, en segundo lugar, después de uno con el pelo blanco y antes de la única jueza presente. Imagino que este juez, lógicamente con la experiencia y los méritos que sin duda le adornan, habrá pedido formar parte del tribunal renunciando a sus emolumentos y dietas correspondientes. ¿Por qué lo digo? Porque el hombre es enteramente feliz y mira sonriente a los comparecientes, sean acusados o testigos, como esperando el siguiente chiste.
Lo que me extraña es que nadie, harto ya de soportar esa mirada, entre burlona y condescendiente, no le suelte un “¿se puede saber de qué carajo se ríe usted, señor magistrado?




Cuatro. El ministro de transportes egipcio ha dimitido tras la explosión de una máquina en la estación de Ramsés en El Cairo, que ha dejado más de veinte muertos y decenas de heridos.
En un accidente de metro en Valencia en 2006 hubo 43 muertos y 47 heridos; no hubo ninguna dimisión. En el accidente del Alvia en Santiago de Compostela en 2013 hubo 80 muertos y 144 heridos; dimitió una diputada del PP.
Obviamente, estos países atrasados, incultos e islamistas, como Egipto, tienen muy extraños hábitos políticos. 





1 comentario:

  1. Más de un lector me ha comentado, y con mucho acierto, que en el punto Uno de estas Notas de febrero, al hablar de la familia real, no hago mención alguna al monarca emérito, el cual es seguramente quien más méritos haya hecho en esa competición para ser merecedor de las más agudas críticas.
    He de reconocer que hay muchísima razón en esas críticas que se me hacen, pero en mi descargo diré que yo hacía mención al momento en que la familia real comenzaba a aumentar por el casamiento de su segunda generación, sin mencionar las tropelías que el fundador de la dinastía hubiera podido cometer.

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