Soy de los que siempre hemos
pensado que como no sea un ataque procedente de Francia o Portugal, los
españoles podremos vivir tranquilos. Igual que nunca hemos entendido la
existencia de un ejército, no nos caen simpáticos los militares – como
colectivo, claro está – y menos los gastos que conlleva su existencia, sin
contar con los cambios de régimen político que han propiciado en nuestro país.
En definitiva, la existencia de un Ejército y una Iglesia como la que tenemos,
a veces nos quita el sueño.
Nuestra situación geográfica,
con Moscú a 4.000 kilómetros y toda Europa por medio; nuestra pertenencia a la
UE, que con todos los defectos que se quiera es la mejor construcción
sociopolítica posible; la adhesión a la OTAN que implicaba tener seguridad por
poco dinero … Estos factores nos permitían dormir tranquilamente. Todo ha
cambiado: La reentrada de Trump ha venido a trastocar todo el sistema de alianzas
globales y ha dejado a la vista un mundo árido, inquietante, peligroso y con un
tufo de cambio de los paradigmas que gobernaban nuestro día a día para
llevarnos a pensar si no estaremos enfilando una nueva época ignota para todos,
plena de guerras, violencia y barbaridades múltiples que amenazan ya nuestras
vidas.
La reacción de la UE ha sido
inmediata. Y ante la demanda a los socios europeos de más dinero para poder
disponer de ejércitos más poderosos ha sido variada. El caso español, entre los
mayores países europeos, es el que ofrece mayor reticencia. Quizás influya que
España fue el único de entre todos que no participó en ninguna de las dos
grandes guerras europeas.
En cualquier caso, yo pienso
que si somos europeos debemos serlo para todo, es una mera cuestión de
reciprocidad. Tampoco podemos arriesgarnos a quedarnos solos, así seríamos
siempre más débiles. Por esta razón he recurrido al adagio romano “si vis pacem
para bellum”, es decir, si quieres la paz prepárate para la guerra. Estar
armado hará que la parte contraria se lo piense bien antes de atacarte. Pero, la
cuestión tampoco es tan sencilla. El armamento en la época romana era simple,
en cambio hoy en día es muy posible que cañones, tanques, cazas y bombarderos,
por poner un ejemplo, incorporen un chip que, a petición del fabricante, anule
su puesta en marcha. Por consiguiente, no se trata solamente de conseguir el ingente
dinero que cuesta ese armamento. Para estar seguros esas armas debieran haber
sido fabricadas aquí. Otros equipos como los tanques se fabrican, así como
fragatas, submarinos y armas ligeras. Pero para cazas y bombarderos hay que
recurrir a fabricación europea. Francia, Alemania, Italia y España participan
en el desarrollo y la fabricación del Airbus con instalaciones en los países
citados, excepto Italia, si no me equivoco. Aparte de este caso, en España hay medio
millar de empresas que exportan partes y piezas para la industria militar.
Después hay que disponer de
soldados y pilotos para todo ese armamento. Eso no se produce con desearlo. ¿Habría
que restaurar el servicio militar? Esos miles y miles de posibles soldados reducirían
las plantillas de las empresas en las que trabajan con la repercusión inmediata
en los resultados económicos de las mismas. Por otro lado, los últimos que
hicieron la mili serán hoy en día hombres de cuarenta y cinco años para arriba.
¿Los reclutamos otra vez?
Otra pregunta: ¿Qué hacer con
los contingentes armados yanquis estacionados en Europa? Otra más: ¿pondríamos
de nuestro lado la Turquía de Erdogán?
En fin, lo dicho. El Pelocaqui
y el Yudoka nos están poniendo en buena
situación.