En Hungría Laszlo es el nombre
propio más habitual y Toth es el tercer apellido más corriente. Esto viene a significar que un tal Laszlo Toth sea, como
judoka destacado de su país, Presidente del Comité Ejecutivo del EJU (European
Judo Comité), que Laszlo Toht sea portavoz en el Parlamento, que Laszlo Totd
sea profesor de Matemáticas en la Universidad de Pecs, que Laszlo Totd sea
guardameta en el Vasas Gyor, que Laszlo Toth sea piloto de F-3, que Laszlo Totd
sea Doctor en Ingeniería en la Obuda University de Budapest, que Laszlo Totd
sea investigador en Tecnología de Materiales, que … podríamos seguir otras
tantas líneas pues comprenderán ustedes que ese dichoso nombre abunda como las
margaritas en primavera.
Uno tiene su gusto
cinematográfico, y acostumbro a estar pendiente de festivales como la
Berlinale, San Remo, Málaga, Sundance en EEUU, por citar algunos. Pero no
concedo mucha atención al Oscar, sus películas no suelen ser de mi agrado. Soy
de los que piensan que una hora y media debe ser tiempo suficiente como
duración de una película. Bien puede ser que ocasionalmente haga falta más
tiempo para contar una historia, pero el cine norteamericano (no sé si esta
palabra será del gusto de Donald) alcanza y excede las dos horas en la mayoría
de sus películas.
The Brutalist, norteamericana claro
está, dura 3 horas 35 minutos, con un descanso de 15 minutos. De modo que uno
debe prepararse para permanecer en el cine casi 4 horas. Y he de confesar que
no se me hizo excesivamente larga y puedo decir que me pareció interesante, al
margen de que dejó cierta curiosidad en varios puntos. Y he tratado de saciar
esa curiosidad mía y me he informado sobre ese nombre de Laszlo Totd, a lo que
se debe la introducción con que se inicia este escrito. Y claro, he encontrado
el universo de los que se llaman así, al que hay que unir el nombre de Marcel
Breuer, cuya vida se quiso exponer en esta película, y me atrevería a decir que
de forma bastante falsa. El Marcel Breuer sobre la piel de Laszlo Totd es, al
cabo, bastante afortunado, pues después de escapar de las cárceles nazis por
ser judío tiene la gran suerte de llegar al país de la libertad, donde su
querido primo, bien situado financieramente, le abre sus brazos para que pueda
desarrollar su arte. Solo tiene un pequeño problema al ser sodomizado por su
principal cliente, cosa que, al menos para mí, sucede inopinadamente.
En resumen, la película se
deja ver, aunque sea excesivamente larga; lo dicho, el cine español es, hoy en
día, mejor que el norteamericano. Contando la vida como es y sin darle mil
vueltas a las historias.
Y sobre el título hay que
señalar que viene del francés “béton brut” literalmente hormigón bruto, es
decir, que se deja a la vista. Se conoce también por brutismo y en los últimos
setenta- ochenta años ha sido muy utilizado, sobre todo en edificios públicos, su aparición en la película es muy escasa y su autenticidad discutida por
los expertos. Este tipo de cuestiones son también bastantes normales en el cine
norteamericano.
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