sábado, 11 de febrero de 2012

Homs





Pues no, no es un apellido catalán; es el nombre –no sabemos aún cómo pronunciarlo- de una ciudad siria que lleva camino de convertirse en una de esas ciudades mártires, por desgracia, tan frecuentes. Por el empecinamiento de unos y por la impotencia de otros, habrá que añadir.
Y eso porque la comunidad internacional no se decide a intervenir, contra el veto de Rusia y China, quienes parecen estar viendo, entre la sangría de la población inocente, una mera disputa doméstica.
Más adelante, cuando los muertos se cuenten por miles, cuando toda Siria no sea más que un erial cubierto de sangre, los que se la agarran con papel de fumar lamentarán que la muerte de Bashar al-Asaad haya sido –como en el caso de la muerte de Gadafi- obra de cuatro desalmados, en vez de la hipotética consecuencia de su sometimiento a un tribunal penal internacional.

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