martes, 7 de febrero de 2012

!Viva la República!


        Créanme si les digo que el comentario que va a continuación, escrito hace un mes, lo estaba guardando para cuando el caso del que en él se habla, adquiriera mayor notoriedad. Pero hoy se ha publicado que Telefónica Internacional ha procedido a nuevos nombramientos y a algunas bajas en su Consejo de Administración.
        No soy quien para juzgar la idoneidad de unos u otros por la sencilla razón de que no sé qué puedan aportar o puedan haber aportado. Pero sí pienso que la compañía ha perdido una oportunidad de oro para hacer un cambio más; mejor dicho, un cese más.
         Creo sinceramente que la actual situación que atraviesa el país, lo exige. Mantener como consejero al jugador de balonmano es, aunque la compañía sea privada, un insulto a todos los españoles, especialmente a los que lo están pasando mal. Y también un insulto a la inteligencia. 
             No sé si el Estado mantiene la acción de oro, pero sí que tendrá una cierta influencia. Y pienso que debiera intervenir.



¡VIVA LA REPÚBLICA!


Estamos recibiendo noticias casi a diario acerca de los manejos financieros de un conocido ex jugador de balonmano. De modo que el que no esté debidamente informado será porque no le importa. Y les aseguro que no suelo leer, de este turbio asunto, más que los titulares, así que confieso que tampoco me interesa en profundidad. O más exactamente, no me interesan los detalles, quizás porque guarden gran parecido con otros ya analizados, juzgados o por juzgar y que están haciendo de nuestro país algo así como un gran patio de Monipodio.
Me fijo en la envoltura, lo externo, lo que arropa el caso, lo que lo ha hecho posible, y veo unas cuantas cosas que no acabo de entender.
Por ejemplo, hay un manojo de empresas, de las de primera línea, que se han prestado al juego, esperando ganar, cuando menos, favores o indulgencias. Una de ellas, la que nos da servicios telefónicos a unos cuantos,  contribuyó y sigue contribuyendo a la expatriación del balonmanista; otra, a la de su consorte. ¿Y qué decir de las que firmaron convenios y pagaron sumas astronómicas? ¿Cómo y cuándo van a responder ante sus accionistas? ¿Dónde queda eso tan bonito de la gobernanza corporativa y la ética en la responsabilidad social? ¿Qué pensarían ustedes si un gerente suyo se prestara a trapicheos a escondidas del consejo y de los demás accionistas?
De estas empresas no se habla y yo las veo como cómplices necesarios. Supongo que cuando se instruya el sumario en su totalidad cada palo tendrá que aguantar su vela. Como tendrá que aguantarla el mismo monarca. Porque parece ser que, conociendo el caso desde hace más de un lustro, lo único que se le ocurrió fue enviarle a Washington, eso sí, con un retiro dorado. ¿No tendría que haber puesto la correspondiente denuncia? ¿O haberlo puesto en conocimiento de las autoridades? ¿No le convierte esto en cómplice o, al menos, en encubridor? ¿Qué le hubiera pasado a cualquier español si actúa así para defender a un familiar? ¿Podría cualquier honrado padre de familia recurrir a las mismas estratagemas, conseguir que una empresa española mantuviese a salvo, en el extranjero, a un familiar suyo que hubiera traspasado los límites de la ley? ¿Tiene el rey prerrogativas especiales para estos casos? Creo haber oído que no hay jurisdicción sobre el rey, que no responde ante ningún tribunal. ¿Será entonces la abdicación la única salida honorable que le quede?
Creo que fue con ocasión de la apertura de la nueva legislatura cuando los diputados, puestos en pie, tributaron al monarca un aplauso ferviente que rondó los dos minutos. Vamos, una cosa nunca vista que venía a ser como un acto de desagravio –al menos así lo entendió la sociedad- por lo que estaba aconteciendo dentro de su familia, reconociendo su honradez personal y los esfuerzos encaminados a solucionar el desaguisado. ¿Es así como entienden este asunto nuestros representantes en el congreso? ¿Qué pensarán las bases del partido socialista viendo a sus diputados aplaudir como borregos?
Me resulta muy difícil comprender estas cosas y más en el momento histórico que está atravesando el país. Con una cifra estremecedora de desempleados, con una economía que no se sostiene, resulta imposible admitir que haya castas que, gozando de enormes privilegios, aún no vean saciadas sus ansias de riqueza.
Parece ser que el actual monarca goza de la simpatía y la confianza de la mayoría  de los españoles. Les brindo una solución factible y nada traumática: antes de pasar a la Tercera República –cosa que juzgo  incuestionable- despójese a la actual monarquía constitucional de su carácter hereditario, pagamos con ello al monarca por los servicios prestados cuando el 23-F, y en el momento en que fallezca o abdique, aquí paz y después gloria.


2 comentarios:

  1. Pero que cosas dice! Si tenemos un Rey la mar de campechano, un Principe guapo como el que mas (y casado con una plebeya!), y la infanta Cristina, que trabajo muy duro para La Caixa. Ademas, con toda esa cantidad de niestos guapisimos, Froilan tan simpatico y revoltoso. Que hariamos sin ellos!

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  2. No, si guapos son todos, con la excepción del que ya no está, que no era, precisamente, un bellezo; el problema, como he dejado escrito alguna otra ocasión, es cuando crecen.
    Y que hay gente que no se plantea qué derecho puede tener una descendencia en cuestiones que afectan a todo un país. ¿Por qué el hijo de un rey ha de ser, a su vez, rey? ¿Ocurre así con el presidente de una república?
    Me parece que a la gente, en general, le gustan los trajes de época, los faustos y las pompas. Y no digo que no estén bien, pero esas cosas, !para un museo!

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