REVELACIONES
Ahora
resulta que todo el mundo conocía lo de Pujol y familia. Que no es lo mismo que
decir Pujol y su familia. Porque parece ser que –al menos eso se trasluce en
algunas informaciones- la comisión, la mordida, la coima o el peaje (como quieran
ustedes llamarlo) englobaba una parte para el jefe y otra para el partido; así
quedaban a resguardo los intereses personales y los políticos.
Y
los españolitos de a pié nos preguntamos cómo es posible que se haya mantenido
ese pacto de silencio durante tanto tiempo, estando tanta gente en el ajo.
Porque, claro, habría que hablar de gobiernos de Felipe, de Aznar (Oh, my god!) y de Zapatero (esto era de esperar,
obvio). Vean que el único que no ha mantenido el pacto de silencio ha sido el
de Rajoy (el único decente, ¿comprenden?) pero ahí hay quien dice que se ha
guardado el secretito hasta hacerlo estallar antes de que se rompa España.
Habría
que hablar también de Hacienda, de sus servicios de inspección, de la Agencia
Tributaria, en definitiva de funcionarios a los que uno no ve escondiendo datos bajo la carpeta; otra
cosa serían sus responsables políticos, claro.
De
modo que nos enfrentaríamos ante responsabilidades, no solo políticas, de un
montón de gente de distintos partidos –eso que ahora conocemos como la casta-
que por razones que ignoramos han preferido guardar silencio antes de denunciar
el expolio ante la Justicia.
Por
otro lado, esos mismos partidos nos alertan del peligro que corremos si
atendemos a los cantos de sirena de organizaciones políticas nuevas a las que
ellos califican de populistas (y cosas peores). Pero quizás debamos
preguntarnos si el riesgo es para nosotros o, más bien, para ellos.
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