lunes, 1 de febrero de 2016

Malditos refugiados






Les supongo a ustedes enterados de la última medida de las autoridades del norte de Europa, consistente en incautar a los refugiados de los fondos que excedan de 300 o 500 euros, según países, además de las joyas u objetos de valor que lleven encima (ya saben que los árabes son muy dados a comprar oro y joyas; lo habrán visto a poco que conozcan los zocos de sus ciudades) Lo incautado se destinará a sufragar el esfuerzo financiero que cada país debe realizar ante la presencia de estas personas en su territorio: campamentos, alimentación, cuidado sanitario, etcétera.
Yo, qué quieren que les diga…comprendo la necesidad de esas medidas, pero pienso que las autoridades no han acertado con esa decisión. Me explico: lo procedente hubiera sido externalizar ese servicio y subcontratarlo con una empresa privada que tuviera que arreglárselas con los únicos ingresos de lo que sacara de los refugiados. Sabido es que la gestión privada es mucho más efectiva que la pública, y seguro que con el remanente que se les permite, más con lo que puedan tener escondido, sería suficiente, aún contando con los gastos de la empresa y, por supuesto, sus beneficios, como para darles los servicios que se merecen. ¿O es que acaso piensan ellos que van a estar aquí mejor que en su propia casa?
Y, si el problema persiste, la empresa puede obtener nuevos ingresos de la venta de órganos de esa gente, aparte de que los más capaces podrán ser empleados para desempeñar los trabajos propios de los campos de refugiados. Así se equilibraría el presupuesto, habría beneficios, y todos contentos.
Las últimas noticias hablan del paradero desconocido de unos 10.000 menores. Ya saben que con estas cosas siempre se exagera, pero estarán ustedes conmigo si les digo que considero que el aprovechamiento de esa mano de obra, o de los órganos de los más sanos, sería mejor canalizarlo a través de una empresa que dejarlo en manos de mafias que no sabemos de dónde son.
En cualquier caso, nosotros no podemos afrontar el gasto que supondría la ayuda a los refugiados, y si ellos han vivido por encima de sus posibilidades, es su problema. Y lo imperdonable es que hayan querido aprovecharse de nuestra caridad cristiana. ¿Qué se creían?








4 comentarios:

  1. En otros artículos , se explica usted mejor o tal vez, es que hoy estoy un poco espeso

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    1. Yo tampoco estoy satisfecho con la forma en que me he explicado. La ironía es un arte y yo estoy lejos de ser un maestro. Lo siento.

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  2. Como siempre,incisivo y cargado de ironía

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