viernes, 16 de noviembre de 2018

Lucas y la exhumación






Hastiado de tanta noticia sobre los retrasos en la exhumación del inquilino del valle de Cuelgamuros, he decidido acudir en busca de Lucas en la esperanza de que él, que es hombre de recursos, tenga una solución para este problema que se está enquistando día tras día.
-¿Que qué haría yo, me preguntas?, me suelta a las primeras de cambio.
-Pues sí, le respondo, si es que hay alguna solución a mano.
-¡Como no la va a haber, y además la mar de sencilla!
-Cuéntame, cuéntame, le respondo ansioso.
-Pues mira, es muy fácil: se lleva a cabo la exhumación, se cita a los herederos del finado fuera del recinto, y se les hace entrega de los restos en una caja de cartón para que sea más manejable, y punto pelota.
-Pero…lo mismo se van a la Almudena…
-Que vayan donde les plazca, pueden enterrar los restos en una de las fincas que tienen, que seguro que tendrán su capillita y todo eso, pero si se van a la catedral, son muy suyos para hacerlo.
-La verdad es que no te entiendo, Lucas…
-Es muy simple, hombre, si se van a la Almudena, que ya sabes que es un vocablo que viene del árabe, y que, ¡oh, coincidencias de la vida!, el muerto se trajo de África fuerzas islámicas para defender la religión católica, el honor, y los prístinos valores de la España Inmortal, dónde si no va a estar mejor. De allí lo sacaban bajo palio cuando estaba vivo, así que lo pueden volver a sacar de muerto. Eso demostraría bien a las claras ante la ciudadanía,  que se pregunta si en una catedral católica pueden reposar los restos de un individuo con el currículo del finado, que hay una clara sintonía ideológica entre ambos entes, la iglesia y la carcunda nacional. Si no se autoriza, la familia buscará un sitio discreto y privado, y estamos como al principio, en lo de la capillita: asunto resuelto.
-¿Y ya está?
-Esa parte sí, pero en cualquiera de los dos supuestos, yo procedería a declarar institucionalmente que la religión, con todos los respetos, es cosa que pertenece a la esfera de lo privado, y que el que lo desee puede rezar en su domicilio, pero que esos actos no se pueden llevar a cabo en calles y plazas, solo en lugares cerrados, y acto seguido, denunciaría el Concordato con la Santa Sede, y los demás acuerdos que pueda haber con otras creencias religiosas, si existe alguno, y sometería iglesias, mezquitas, sinagogas, conventos, y demás construcciones registradas a nombre de instituciones religiosas de toda laya, a la misma situación fiscal que cualquier bien privado, empezando por la sujeción a IBI, impuestos municipales, etcétera, cancelaría las ayudas económicas de cualquier tipo a todas las confesiones, y convertiría el país en un estado laico.
-Pero Lucas…
-¡Espera, que no he terminado! A la familia en cuestión, antes de que pudieran moverse y salir del país que tanto aman, les detendría preventivamente y les intervendría sus bienes, empezando por el Pazo de Meirás, y todas aquellas propiedades y capitales cuyo origen no estuviera debidamente justificado, es decir, todo lo que no hubieran obtenido con el producto de su trabajo…
-Pero, Lucas…vuelvo a interrumpirle.
-Que no, que no hay otra, esta gente no va a entender nunca otro trato, deben de estar pensando que estamos aún en el 75.
-Lucas, oye, que se me está haciendo tarde…
-Tú, lo que no quieres es oír las cosas como son, pero me has peguntado y…
-Que sí, Lucas, pero que me tengo que ir, de verdad.
-¡Hala!, pues vete.
-¡Viva el Rey!
-¿Qué has dicho?
-Nada, nada. Hasta luego, Lucas.






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