viernes, 14 de junio de 2019

Sicilia en 10 claves y una coda







1. No hay vida en el campo, cualquier pueblo es un abigarrado conjunto de bloques de 6 a 12 pisos. Fuera de las zonas residenciales junto al mar, apenas hay viviendas, concentrándose éstas en las ciudades, grandes o pequeñas.

2. Los edificios de hormigón muestran en sus fachadas y balcones lo que puede ser un defecto congénito de construcción, por no hablar de aluminosis. Algún día los problemas serán más graves, como los de los puentes, febrilmente inmersos en obras de mantenimiento.

3. La abundancia de palacios, iglesias y conventos nos lleva a imaginar cuántos clérigos, obispos, príncipes y nobles pudieron vivir de las rentas de una isla necesariamente rica. Lo grave es que hoy en día quedan obispos y príncipes, pero no son exportables.

4. Esta estructura ha generado una situación económica en la que la población siente que no hay futuro, la emigración es la única salida, y ciertos políticos han encontrado un chivo expiatorio en la inmigración africana. Los sicilianos e italianos han comprado esa mercancía averiada.

5. En algún momento del día o de la semana se recoge la basura, porque aunque se vean los contenedores rebosando de bolsas de plástico, si no se recogiera se formarían tres Etnas mensuales; tampoco se ve regar o barrer las calles, salvo en determinados lugares.

6. El tráfico caótico y el comportamiento desinhibido de los conductores se aproxima al que mostraban las ciudades chinas antes de la modernidad. Es posible ver familias enteras a bordo de una moto, o gente de pie en una camioneta.

7. El comercio es la actividad económica por excelencia. En cualquier calle, en rotondas, en los sitios más inverosímiles siempre hay alguien tratando de vender algo, lo que sea, incluida alimentación. Pareciera que no hay reglas establecidas sobre su salubridad.

8. No obstante lo anterior, siempre podrá verse una patrulla de la Guardia di Finanza, luchando, entre otras cosas, contra la delincuencia financiera y económica, el blanqueo de capitales, el tráfico de drogas o la evasión de impuestos; es lícito preguntarse por el resultado.

9. Al reino de las Dos Sicilias le sucedió la monarquía liberal de los Saboya y a éstos, la República Italiana. Las calles siguen llamándose Vittorio Emanuele, Cavour, Garibaldi, o anteriores, como el virrey Maqueda. Solamente han desaparecido los nombres de la etapa fascista. ¿Volverán?

10. Si tuviera que pintar un mural aparecería el Etna, padre, madre, norte y guía, avisando de su presencia con su penacho blanquecino, como una advertencia de la fragilidad de la vida humana; también la fachada y el pantocrátor de la catedral de Cefalú y el claustro de la de Monreale; el templo dórico de Segesta y la plaza del elefante de Catania; una calle cualquiera con tenderetes, bares y tiendas de souvenirs; un montón de basura desparramada con un Maserati aparcado al lado y, al paso, cuatro jóvenes vestidos a la italiana, todos delgados, de un negro impoluto, trajes impecables, pantalones hasta los tobillos, zapatos largos y sin calcetines; más atrás unos clérigos y la policía; en lontananza, una refinería de petróleo y a los lados, campos de trigo, viñas y un olivar. Todo festoneado de palacios e iglesias.

Coda final. Y el gran resumen sería la frase, si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie; Giuseppe Tomasi de Lampedusa conocía el percal.

1 comentario:

  1. Una visión lúcida y descriptiva que refleja de manera impecable mi propia opinión sobre esta isla. Enhorabuena, y espero seguir disfrutando con tus artículos.

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