lunes, 22 de marzo de 2021

Políticos y militares





Hoy toca hablar de la decisión de Pablo Casado de vender la sede del Partido Popular, sita en la calle Génova de Madrid. No hay español que no haya escuchado ese vocablo, hasta el punto de que se dice, Génova ha decidido esto o lo otro cuando se quiere significar que la decisión ha sido tomada por las altas esferas del Partido Popular; lo mismo se puede decir respecto a Ferraz y el Psoe.

En realidad, lo que Casado busca es quitarse de encima de un plumazo la imagen que los españoles – también los del PP- tenemos de esas bandadas de abogados, secretarios judiciales, guardias civiles y policías nacionales entrando y saliendo por esa puerta en busca de pruebas condenatorias, incluidos ordenadores en estado comatoso. Pero como él dice que todo eso pertenece al pasado, que eso fue obra de otro PP, la venta de la sede quiere significar la firme decisión de la actual dirección de inaugurar una nueva época limpia de delitos. La pena ha sido que, para conservar el poder en Murcia, el PP ha vuelto a caer en el transfuguismo político, teóricamente condenado por los partidos pues implica la compra de las actas personales de tres diputados de Ciudadanos a cambio de consejerías y mejores condiciones económicas y a otros dos de Vox con la consejería de educación para que puedan incluir el veto parental.

Se habla también de que la venta de la sede serviría para amortizar de golpe la hipoteca que pesa sobre ella y, con el remanente, inaugurar una nueva etapa financieramente más boyante.

Quizás lo que debiera hacer el chico de Avila es pedirle al alcalde de Madrid que cambie el nombre a la calle.

¿Qué tal Avenida de Aznar?



Quien fue Jefe del Estado Mayor de la Defensa (JEMAD, en lo sucesivo), aquél brillante general de aviación que en las primeras comparecencias televisivas sobre la Covid-19 aparecía junto a la Ministra de defensa y Fernando Simón, como si la lucha contra la pandemia tuviera un barniz de campaña militar, se vacunó cuando no le correspondía, como han hecho otros tantos servidores de la patria, algunos obispos y no pocos miembros de casi todo el espectro político.

Algunos de ellos siguen en sus puestos porque depende de ellos el salirse de los mismos, y otros como el JEMAD dimitieron y fueron destituidos de sus altos cargos. Estas destituciones no implican un mayor problema económico, vamos que no es un despido de la empresa y hay que pensar en buscar otra forma de ganarse la vida o acelerar la jubilación para cobrar la pensión, aunque se pierda un dinero. No, estas personas no son despedidas, y, si acaso, pueden perder el complemento de destino pero nunca el sueldo ni la antigüedad ni la cotización para la pensión; pierden ese complemento pero no lo trabajan.

Ahora hemos sabido que este ex JEMAD ha sido nombrado, debe entenderse que para pagar sus servicios prestados (¿…?) agregado militar de la delegación observadora permanente española en la Organización de Estados Americanos (OEA), cuya sede está en Washington. Es decir, ni más ni menos que el chollo de su vida. No conocemos los detalles, pero pueden imaginarse, un aumento de sueldo y dietas acordes con los precios de allá, casa, billetes de avión (también para la familia)… Y todo eso para que los españoles estemos informados de primera mano de lo que trame la OEA, no sea qué. Yo sé que ustedes dormirán también más seguros ahora que lo saben. Tiene 16 cruces, medallas y encomiendas (alguna llevará aparejado su pecunio particular) y 4 distintivos, ya saben, esas chapas con las que se cubren el pecho, y si se las pusiera todas tendría o peito de lata, que dicen los gallegos.












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