miércoles, 31 de enero de 2024

Netchaiev ha vuelto

 Este artículo se ha publicado en el nº 102 de la revista OP Machinery, del mes de noviembre-diciembre de 2023.




Efectivamente, Netchaiev ha vuelto; me encontré con él entre el revoltijo de libros de sobra (Libros de sobra, 2 de mayo de 2023, en este mismo blog, por si no lo has leído). No lo dudé ni un segundo, ni siquiera seguí mirando más por si había algún otro libro que pudiera interesarme. La autoría era suficiente.


Jorge Semprún, nacido en Madrid en 1923 y fallecido en París en 2011, ministro de Cultura en el gobierno de Felipe González, entre 1988 y 1991, tiene una biografía más que notable. Nieto por línea materna de Antonio Maura, cinco veces presidente de gobierno durante el reinado de Alfonso XIII, era hijo de un intelectual republicano, jurista y profesor que llegó a ser gobernador civil de provincia al comienzo de la República, y que tuvo que exiliarse en 1936 por lo que nuestro hombre se educó en París donde se licenció en Filosofía en La Sorbona. Durante la Segunda Guerra Mundial, en la Francia ocupada, combatió con la Resistencia; en 1942 se afilió al Partido Comunista de España y en 1943, tras ser detenido y torturado, fue enviado al campo de concentración de Buchenwald. Desde 1945 hasta 1952 trabajó para la UNESCO, y a partir de ahí se dedicó al PCE donde pronto llegó al Comité Ejecutivo. Merodeó por España bajo el seudónimo de Federico Sánchez. Al fin, expulsado del PCE en 1965 por divergencias con la Dirección quedó apartado de la política y se centró en su actividad literaria hasta su nombramiento por Felipe González, etapa en la que tropezó con Alfonso Guerra, quien quizá daba ya señales de lo mismo que es hoy.


En fin, no es fácil reducir a tan pocas líneas su biografía, de la que va dejando retazos en su obra literaria, como en El largo viaje, en Autobiografía de Federico Sánchez, en Federico Sánchez se despide de ustedes, o en este Netchaiev vuelve, que nos ocupa, escrita como las otras novelas en francés.


Esta obra, editada por Tusquets en noviembre de 1988, un año después de su edición francesa, es una novela de acción, policíaca podríamos decir, realmente trepidante, salpicada de tórridas escenas amorosas, pero sobre todo de agudas reflexiones políticas sobre la evolución del ideario revolucionario, sus bifurcaciones, los problemas del comunismo en general. Pero ante todo, una magnífica novela donde se puede apreciar la enorme cultura de su autor, cultura en el más amplio sentido de la palabra, desde la evolución filosófica y política de sus protagonistas al principio de su estancia en la ENA, la institución que tantos primeros espadas de la clase política francesa ha producido, hasta sus cambios ante los avatares de la vida, el sentido de la amistad y la camaradería política; la forma en que nos muestra los ambientes por los que cursa la historia, o como se entremezclan los personajes en su desarrollo. Por poner un pero, a pesar de no ser una novela excesivamente larga, la profusión de personajes secundarios hace que no sea fácil seguir el hilo, al ser la inmensa mayoría de ellos franceses y algún español.


Jorge Semprun, un hombre de vasta cultura como hemos dicho, escritor en francés y en español, conocedor del alemán y el inglés, guionista de cine con Costa-Gavras y Alain Resnais, fue la única persona de familia aristocrática que abrazó el comunismo hasta su muerte. Enterrado cerca de París, una bandera republicana cubrió su féretro.


A Netchaiev, meramente un personaje que vuelve para vengarse, lo veo yo como una premonición. El fracaso del marxismo dio paso al neocapitalismo avanzado que empezamos a ver hoy, y que no es capaz de asegurar el bienestar social, ni es su objetivo. Por otro lado el neoliberalismo capitalista tampoco ha traído la libertad, como no sea la libertad de pasar hambre o la de hacérsela pasar a los otros. Esa creciente injusticia social, esa tremenda desigualdad en el reparto de la renta, incluido el bache creciente entre países y continentes, y con la amenaza cierta de las consecuencias del cambio climático, conllevan el germen de la gran revolución. Ese día será cuando Netchaiev vuelva, al menos para ajustar cuentas.


Y espero no verlo.






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