Está visto que no doy una en
el clavo. En la anterior entrada, Elecciones, quise dármelas de espabiladillo.
Incluso hubo alguien cuya opinión respeto mucho, que me dijo que me veía muy al
día, muy enterado, porque había hablado de elecciones antes que la prensa.
Abusé también de mis dotes irónicas y así me ha ido. Citaba yo en ese artículo
que la economía española iba de mal en peor, siempre cuesta abajo. Pues bien, ya
saben ustedes que el mismísimo Donald Trump ha declarado justamente lo
contrario, que la economía española va muy bien, para decir a continuación que
por salirse del común de miembros de la OTAN y empeñarse en el 2,1% de aportación
del PIB español para esa OTAN, aportación que él había prefijado en el 5%, no
se sabe bajo qué cálculos, él en persona – ya saben cómo las gasta – se iba a
encargar de castigar esa tremenda ofensa española.
Así que ya ven en qué
situación me encuentro. Me veo, junto con Pedro Sánchez, en el primer paquete de
próximas víctimas del trumpismo. Y sin comerlo ni beberlo. Yo que ni
conozco a Sánchez, ni le he votado jamás, he metido la pata hasta el corvejón,
que se dice en mi pueblo. Me queda la esperanza de que ocurra como con lo de
los aranceles, que parece que va pasando el tiempo y las repercusiones de
aquellas medidas no acaban de notarse. No diré que esas medidas que Donald toma
de vez en cuando, lleno de ira, se van diluyendo, bien porque no las aplica,
bien porque si las aplica es más suavemente o porque no surten efecto. Pero,
por favor, que estas consideraciones queden entre nosotros, no sea que se
entere y se cabree.
Se dice que ese 5% de
aportaciones va a mejorar la economía americana, pues es donde los otros países
pueden gastarse ese dineral. Si eso es cierto – que lo parece – España hace
bien en disminuir su aportación y tratar de gastarla en la industria
armamentista nacional, que también tiene que comer.
Otro asunto de tremenda
importancia ha sido el voto favorable del Tribunal Constitucional sobre la Ley
de Amnistía en el caso catalán. Corrieron ríos de tinta, pero Pedro Sánchez tenía
razón. La situación catalana está tranquila desde entonces. Fíjense que su
partido gobierna en Cataluña, los partidos catalanistas le apoyan en Madrid, y
el caso catalán parece haberse volatilizado.
Como resumen podemos afirmar
que crece en Europa la figura de nuestro presidente de gobierno. Y parece ser
el único socialdemócrata entre todos ellos, aunque su política en España diste
de serlo, ya que al mismo tiempo el Premier inglés está demostrando que no
pertenece al laborismo inglés, partido por el que se presentó.
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