Hemos hablado ya de Las
Médulas, pero en esa región de El Bierzo sigue habiendo lugares y
construcciones increíblemente hermosas. Los folletos turísticos te ofrecen una
selección y, claro está, hay que elegir. Las Médulas nos mostraron lo que hizo
hace 20 siglos el Imperio Romano que tanto nos dio, hemos de suponer que en
pago de lo que nos quitó. De lo que vamos a hablar hoy es de la huella, que,
desde el siglo octavo, más o menos, fue forjándose en ese país en su avance
hacia el sur y el oeste. Está claro que ya no estaban los romanos, pero es
innegable que, sin su cultura y su lengua, añadidas a la de esos pueblos que
vinieron del norte y las de los musulmanes en el sur, se creó una nueva cultura
en nuestro país. Este es un proceso de siglos, nada fácil para ninguno de los
que contribuyeron en la formación de esa nueva entidad. El proceso de avance cristiano
hacia el sur de la Península, con las consecuentes raccias musulmanas, que
pretendían defender sus posiciones, obligaba también a construir iglesias y
monasterios. No parece haber dudas de
que en la construcción de esta iglesia de la que queremos hablar, participaron
maestros de obras procedentes de lo que ahora es Andalucía y, por tanto, de
religión islámica. Así podríamos decir que su estilo mozárabe lo es por las dos
razones, la física y la religiosa. Construida a mediados del siglo X, entre los
años 931 y 937, nos anima a sentir una auténtica religiosidad, a medias musulmana,
a medias cristiana. Esta pequeña iglesia es lo que queda de toda la
construcción primigenia, y es una de las joyas, quizás la mejor de dicho
estilo.
El lugar del que estamos
hablando hoy, no estoy seguro de que se llame Santiago de Peñalba o Peñalba de
Santiago: tal es la síntesis lograda, y disculpen la broma. Podemos pensar que
Santiago de Peñalba se refiere a la iglesia de Santiago en el sitio de Peñalba,
en tanto que Peñalba de Santiago menciona al pueblo que alberga al Santo; de
tal modo ambas denominaciones se justifican.
Que yo sepa hay dos maneras
para llegar a este nuestro pueblo. La que escogimos fue la más dura pues han de
tomarse cientos de curvas por una estrecha carretera ascendente que parece no
tener fin; la de salida, en cambio, tiene un perfecto asfaltado, curvas de gran
radio y cuesta abajo: así nuestro recuerdo será siempre inmejorable. Pues bien,
nuestro pueblo, pequeño y perfectamente conservado, con todas sus casas de
piedra en un puro estilo rural, sus tejados iguales unos a otros, las calles
estrechas con un suelo muy cuidado, se desliza en una pequeña inclinación, y, al
punto, se llega al muro que rodea la iglesia que buscábamos; su aspecto adusto,
escueto en la decoración se ajusta perfectamente al muro que la protege y al
resto de las construcciones. No podía ser de otra forma, aunque las casas sean siempre
nuevas si las comparamos con ella. Con un campanario exento y una planta cruciforme,
muestra varios arcos mozárabes perfectamente conservados; su aspecto adusto con
escasa iluminación, llevan nuestra imaginación a una vida llena de
dificultades, tanto para los religiosos como para los clérigos. Tiempos duros,
de pobreza, de dificultades, en los que se mantenía el recuerdo de alguna
intentona militar musulmana. Uno trata de comparar aquella sociedad con la de
hoy, con iglesias llena de riquezas, y se entiende la separación entre la
jerarquía y los fieles.
Y si tienen una oportunidad,
viajen al Bierzo, siempre merece la pena.
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