martes, 15 de julio de 2025

Sirat





 

Había leído las buenas críticas obtenidas y un premio obtenido en Cannes, si no me equivoco. A primeros de este mes de julio fui a verla. La sala tenía una afluencia nada desdeñable y me apresté a ver Sirat con buena disposición. Imaginarán ustedes que no soy amante de esa música de baile tan trepidante que pareciera que los bailarines van a desnucarse o romperse un hueso, y cada uno baila lo suyo sin interés alguno por lo que bailan los de al lado; aquello es una especie de aquelarre sin brujas y cada uno trata de moverse como Dios le da a entender. En un momento dado, al final de los títulos de respeto, apareció la palabra Sirat pero no pude ver lo que parecía una definición de la misma; no pude leerlo, tan pequeña era la letra y tan grande el frenesí de la dichosa música que pasaron los escasos segundos y no me enteré. Esto empezó a molestarme, al tiempo en que la peli comenzaba. Reconocí al actor español Sergi López y recordé que la película duraba dos horas; esto va a ser un poco largo, me dije, y me apresté a la prueba de verla.

 

Seguramente sabrán ustedes que la trama de la peli era que un padre, con un hijo pequeño, tratan de encontrar a una hija desaparecida en una rave como la que estamos viendo, en el montañoso sur de Marruecos, y el padre decide seguir con este grupo que parece dirigirse hacia el desierto. Así que sin cesar de escuchar la consabida música o lo que sea, nos vemos dentro de esos parajes áridos, sin carreteras, donde reconocemos el desierto marroquí. Por otro lado, apreciamos la angustia del padre y del niño en su constante búsqueda, entre cientos de personas que se desplazan en vehículos de todo tipo, normalmente nada preparados para esas pistas de polvo y tierra. Y a fe mía, que no perdemos la atención sobre lo que está pasando hasta el momento, muy cruel, en el que el niño muere en un accidente nada sorprendente en aquellas condiciones. En este momento la interpretación de Sergi López roza lo sublime y los ravistas o raveros más próximos alcanzan igualmente altas notas. A esas alturas he de reconocer que la película – a pesar de la musiquita y los bailes – había conseguido interesarme, y sintiendo el dolor del padre espero el final. La historia alcanza altos niveles de interés y todos sufrimos la dureza del guion, que no cesa ni al alcanzar la puerta de salida. Y por supuesto la labor del director y del propio Sergi López.

 

Maravillado por los paisajes increíbles de aquellas inmensas montañas marroquíes y las desérticas llanuras, ya en casa, quise averiguar donde había sido el rodaje. La respuesta me la guardo y si alguno de ustedes tiene la misma curiosidad que yo, le ruego que guarde nuestro secreto. Solamente adelantaré que, como saben, el director Oliver Laxe, es español, y ser español en este oficio es una cualidad rayana en la garantía del bien hacer.

 

Y para acabar, la peli es dura, está bien hecha, no sobran minutos, y se la recomiendo. Ah! Y busquen el significado de Sirat, es fácil y va muy bien con la película.

 

 

 

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