domingo, 9 de octubre de 2011

Tres de marzo

     Ya saben ustedes que, hace unos días, la De Cospedal, habló de una posible reforma laboral para cuando alcancen el poder. Como no se entendió muy bien lo que quiso decir o no quiso explicarse mejor -para no asustar al personal, digo yo- hubo comentarios generalizados acerca de su alcance, aunque la mayor parte de ellos atinaron en el arcano.

     Les ofrezco hoy un comentario titulado Tres de marzo, porque se conoció en ese día del año pasado, que escribí en la misma fecha y que alcanzó a publicarse en el Euroequipos de febrero del mismo año. Ya ven que las cosas no siempre se dicen por decir -incluyo aquí las que nos dedica esa señora- sino que tienen su base doctrinal, en este caso en la mismísima CEOE.












TRES DE MARZO

de 1976 (en el recuerdo)





            No ha sido sin una creciente aprensión que he leído en la prensa de hoy la noticia de que José de la Cavada, responsable de Relaciones Laborales de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE) había lanzado la idea de un nuevo contrato para los menores de treinta años, con un sueldo de 633 euros al mes -supongo que brutos, claro- o incluso menos, sin costos de seguridad social para las empresas, sin posibilidad de generar paro y sin indemnización por despido. Y no porque me afecte directamente, que lamentablemente, tengo más de treinta años y de dos veces treinta, sino porque me llamo José –léanlo abajo- y da la puñetera casualidad de que nací en La Cavada. Así que para algunos soy José (el) de La Cavada, que fonéticamente suena igual. Por ello he estado considerando la posibilidad de quedarme en casa, desconectar el teléfono y seguir los acontecimientos por Internet, que es lo bueno que tiene este medio, leer la prensa, entrar en el chat y ver los correos que te lleguen sin que el remitente sepa si los has leído o estás fuera. Y puedes estar así, al pairo, con los anteojos puestos y ver cómo se pasa la mañana y qué acontecimientos se producen.

         De modo que eso he hecho, he abierto el chat y he leído la prensa. Si por la tarde ha amainado el vendaval, saldré a dar una vuelta, pero no quiero exponerme a que alguien me reconozca por la calle y se arme la marimorena.

         Y pronto ha empezado a animarse el chat, y casi voy a copiar literalmente las entradas para que lo vean ustedes mismos. Omito el nombre del remitente porque creo que no viene al caso.

Uno: ¡Hay que ser hijo de puta para plantear estas medidas!
         Otro: Hay que entenderlo, hombre, esto es un aviso para navegantes.
         Otro: ¿Has dicho para navegantes o inmigrantes? Pues no creas, no sería mala idea. O que quieren estos inmigrantes de  mierda, ¿cobrar igual que nuestros hijos?
       Otro: Podrían cobrar al setenta por ciento, los españoles quinientos euracos y los sudacas y los negros trescientos.
          Otro: Querrás decir trescientos cincuenta.
Otro: ¡Joder, cómo afinas!
Otro: Oye, que mis hijos están todos trabajando y en buenos puestos.
        Otro: Suerte que tienes, yo tengo todavía a los dos de becarios y me cuestan más que cuando estaban en la uni.
          Otro: ¡Todo por los hijos!
         Otro: Sí, por los hijos de puta de los inmigrantes que vienen a quitarnos los puestos de trabajo.
        Otro: Con ese tipo de contrato seguro que el Díaz Ferrán no habría cerrado Air Comet.
          Otro: Y las empresas serían más competitivas.
 Otro: Y aumentarían las exportaciones. ¿No quieren eso?
          Otro: Y no haría falta fabricar fuera, ya que aquí saldría a costo.
          Otro: Pero si sólo dura un año, ¿después se puede meter a otros?
          Otro: Pues en esas condiciones que trabaje rita.
        Otro: Habrá quién no le quede más remedio que aceptarlo. Será mejor eso que nada, ¿no?
         Otro: Yo me iría al extranjero.
         Otro: Sí, en Air Comet, ¿no?
       Otro: Pues la cosa está muy jodida, unos alemanes le han propuesto a Grecia que venda alguna isla deshabitada, para aligerar la deuda.
        Otro: ¿Deshabitada? Pienso que sería mejor habitada, con esclavos y todo, así no hay que llevarlos.
         Otro: Y nosotros, ¿qué vendemos? ¿Gibraltar?
         Otro: Eso, eso, les vendemos Cataluña, con estatuto y todo.
         Otro más: ¡Y las vascongadas!

Como el asunto ya empieza a desvariar, les ahorro el resto, que, créanme, es de lo más jugoso. En los periódicos empieza a salir que el presidente de la CEOE ha dicho que esto no era en realidad una propuesta, sino sólo un ejemplo –de cómo pueden ir las cosas, digo yo- y Soraya Sáenz de Santamaría ha puesto cara de circunstancias, y que bueno, que no lo han recibido, que habrá que estudiarlo, que quién sabe… Pienso que ya ha pasado lo peor y me voy a tomar un blanco. De todas formas creo que deberían prohibir los apellidos toponímicos.

          


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