viernes, 15 de junio de 2012

El rapto de Europa




Según la mitología griega, Europa, hermosa doncella originaria de Fenicia, que podríamos identificar como la actual Siria, fue raptada por el dios Zeus, quien, disfrazado de toro, la condujo a Creta; este mito ha despertado siempre la imaginación de los artistas, y grandes pintores, desde Tiziano a Picasso, pasando por Rubens o Rembrandt, lo han llevado a sus telas.
La idea de Europa ha sufrido diversos avatares históricos; el continente se ha visto sacudido por una larga serie de guerras para dilucidar la supremacía de uno u otro país; tras la segunda gran guerra se creó la Comunidad Económica del Carbón y del Acero, antecedente remoto de la actual Unión; en el proceso se habló de la Europa de los Estados, de la Europa de las Naciones, de la Europa de los Mercados al fin; a los grandes estadistas que alumbraron esa Europa, lamentablemente no les han sucedido otros que pugnaran por la unión fiscal, económica y bancaria…
Por otro lado, un país poco activo en la política europea, que no ha considerado nunca al continente como un ancla segura, que creó su Commomwealth primero, para vivir al dictado americano después, y  convertirse finalmente en el quintacolumnista yankee, trabaja por la supremacía de Wall Street y la City, en detrimento de Frankfurt.
Se dice que éste es el nuevo dios que quiere raptar a Europa, que quiere quitárnosla. La cuestión es si podremos conservarla luchando con las mismas armas con las que lucha él. Por eso, a veces, pienso en estos griegos, tan estigmatizados, pero que fueron capaces de rechazar al invasor en las Termópilas con fuerzas infinitamente menores.
Y hay quien dice que las armas de Nueva Democracia o del Pasok son las mismas que las del invasor (inversor) y que solo las que exhibe Syriza serán válidas para lograr la victoria.
               La solución, a partir del lunes.

2 comentarios:

  1. Vaya! confieso que esta vez me he quedado a verlas venir, como se suele decir.
    Podría ser más explícito o menos enrevesado, con perdón?

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  2. Pues bien que lo siento y le confieso que no sé por dónde empezar; porque no me dice, estimado lector anónimo, qué es, exactamente, lo que no entiende.
    De modo que seré exhaustivo. Para empezar, sobre el mito del rapto de Europa, entiendo que no hay nada que decir: es así y punto. La Grecia clásica, como más tarde Roma, nos ha regalado una buena panoplia de mitos, muchos de los cuales están, incluso, en nuestro subconsciente colectivo. Y me pareció oportuno refrescar éste en estos momentos de zozobra por los que pasa el viejo continente.

    De paso, cito a Inglaterra, y en cursiva doy ciertas claves que ayudan a entender lo que digo acerca de su poco o nulo –para mí- europeísmo. Los ingleses, que tienen otras virtudes, no destacan por su interés por Europa, y yo siempre les he visto como quintacolumnistas de los USA, epíteto que quiere definir a aquél o aquellos que, desde dentro, tratan de ayudar al invasor debilitando las defensas de lo que se podría pensar que defienden. Que la pérfida Albión me perdone, pero yo les veo así. Y, desde luego, cada día son más las voces que se alzan contra el ataque indisimulado que las élites financieras de Nueva York y Londres perpetran contra el vacilante euro. Y que la actual crisis tuvo su origen en la desregulación de los mercados financieros anglosajones es algo que nadie pone en cuestión.

    Con la apelación final a las armas de los diferentes partidos griegos, quiero indicar la contradicción enorme con que se ha recibido, como salvífica, la victoria de Nueva Democracia y la esperanza de que se una, con el Pasok, en una coalición: es totalmente imposible que Grecia pueda, con la actual política de austeridad pagar nunca su deuda financiera. Por su parte, Syriza, ponía de manifiesto la necesidad de pensar de forma distinta, preocupándose por los griegos antes que por la deuda. Sin entrar en consideraciones legales, morales o éticas, sino mirando sólo al aspecto económico, sin una gran quita de la deuda junto a un nuevo calendario de pagos y en una situación de crecimiento, no solo Grecia, sino tampoco España, llegarían a pagar esa deuda, por muy legítimos que sean los intereses de sus acreedores.

    Por eso, para concluir, quiero señalar que sólo con una política de crecimiento en Europa, se podrá salir de la crisis, y eso con dificultades.

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