El
gobierno tenía varias opciones, una de ellas, elegir a un candidato con
relaciones y experiencia como consejero del Banco Central Europeo, lo cual hace
suponer que también sería el candidato del poderoso centro de decisiones de
Frankfort; en vez de esto ha elegido a un candidato de la casa, a punto de
jubilarse.
¿Es
ésta una prueba de autoridad del ministro español de economía? ¿Conviene en
estos momentos levantar más reticencias ante quienes tienen que venir a
ayudarnos?
¿No
nos caeremos, otra vez, del guindo?
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