Menores
de edad; así debe de considerarnos este gobierno de gigantes intelectuales de
que disfrutamos. Este gobierno que nos ha hurtado la comparecencia del señor
Rato en las cortes para que explique lo sucedido en Bankia; la del anterior
presidente del Banco de España, para que ofrezca su versión acerca de la deriva
de la salud financiera de las entidades bancarias; que nos ha escamoteado una
investigación creíble sobre las andanzas del melifluo presidente del Tribunal
Supremo; que ha conseguido la absolución –en primera instancia- del ínclito ex
presidente Camps; que ha evitado la cárcel para el otro, no menos sospechoso,
ex presidente y ex ministro Matas; que negocia en la nocturnidad y alevosía de
un fin de semana oscurecido por el debut de la selección española en el
campeonato europeo de fútbol –única cosa para la que parece que valemos algo;
que justificará luego su incapacidad en la herencia recibida para mayor
escarnio de un partido socialista blando como las ternillas de un recién
nacido…este gobierno, digo, presidido por el mayor farsante que vieron los
siglos, debe de considerarnos exactamente eso, menores de edad.
Nos
enteramos por internet del alcance del rescate, nos enteraremos luego de la
parte alícuota que nos tocará pagar por la fiesta en la que no hemos participado.
Pero no se preocupen, no pasará nada, la gente de a pie pagará los platos
rotos, la juventud seguirá sin futuro, el paro engrosará sus filas, la Cospedal
estrenará mantilla cada Corpus y Esperanza rebajará los salarios a sus funcionarios
mientras mantiene incólume su televisión particular y hablará de disminuir el
número de diputados en la firme convicción de que serán diputados de la
oposición los que desaparezcan. ¡Siempre habrá un Tamayo y un Sáez de quien
echar mano!
Y
mientras tanto, quizás algún día nos hagamos mayores. Y ya saben, cuanto más
mayores, más imbéciles. Como dijo aquél, la revolución bolchevique se hizo por
mucho menos.
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