lunes, 28 de diciembre de 2015

A la búlgara








Durante el franquismo, en España estábamos acostumbrados a los magníficos resultados que nuestro glorioso Caudillo cosechaba en la práctica de aquella democracia que se autodenominaba “orgánica”. Esos resultados no eran exclusivos de nuestro país, en el bloque soviético venía ocurriendo prácticamente lo mismo; la explicación es bien simple. ¿Quién iba a significarse en una pugna con la postura oficial? Nadie, absolutamente nadie, aparte de que el que no era de la línea oficial no había tenido ninguna probabilidad de llegar hasta allí. Así que no tiene nada de extraño que los resultados fueran por mayorías del 99% de los votos emitidos. Si acaso, se dejaban unas décimas para que los más incautos pensaran que había habido debate y posturas contrapuestas.
A esta forma de hacer política se llegó a calificar como democracia a la búlgara, pues aquella república se significaba especialmente en este sentido.
Hoy en día, las cosas ya no ocurren así, fuera de que las elecciones en los congresos del partido del gobierno en funciones haya habido resultados por aclamación. El bloque soviético ya no existe, y comunistas ortodoxos quedan unos pocos.
Yo no trato de hacer comparaciones, nada más lejos de mi intención, pero todo esto me ha venido a la memoria tras el resultado del congreso de la CUP catalana. E imaginando cómo puede obtenerse un resultado de empate a 1.515 a favor y 1.515 en contra, he pensado que lo más fácil ha podido ser si se hubiera consensuado que desde el primero por orden alfabético, hasta cierto apellido del medio del alfabeto votaran por el sí, y desde el siguiente a ese hasta el último de la lista, lo hicieran por el no. Esto es muy fácil de hacer hoy en día con los medios informáticos. Pero vamos, esto no es otra cosa que una idea mía totalmente descabellada; incluso esta mañana me he despertado con unas décimas de fiebre.
Y estoy seguro de que ustedes no pensarán que sea una estratagema ideada para mantener el “suspense” sobre el asunto catalán por unas fechas más. ¿Para qué? ¿A quién podría beneficiar? ¿A quién perjudicar?
Por favor, no lo piensen, es mejor. Crean en las casualidades.

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