sábado, 4 de enero de 2020

El fin de las ideologías





Esto del fin de las ideologías es un debate que tiene ya un tiempo, trufado de neoliberalismo, pero lo traigo a colación a propósito del debate de investidura que se está produciendo en el día de hoy en el Congreso español.
En casa estaba puesta la radio, y entre el desayuno, el afeitado, que hoy me tocaba, y el vistazo a la prensa, he podido atender a retazos la intervención de Pedro Sánchez.
Si he de ser sincero, nuestro próximo presidente del gobierno ha hecho lo que ningún político en España: abandonar su escaño, dimitir de sus tareas de partido, y, a pecho descubierto y sin cobrar euro alguno, iniciar una ronda de visita a todas las autonomías para tratar de reunir apoyos favorables a su persona, dar la batalla dentro de su partido y..., ¡ganar la secretaría general del Psoe! También puedo decir que nunca he vertido comentarios laudatorios acerca de su persona, aparte de los humorísticos sobre sus características físicas. Sobre su partido he de comentar lo que muchos de ustedes sabrán si han leído alguno de mis escritos en este medio.
De modo que ya tenemos el terreno suficientemente acotado: ni él mismo, ni su partido gozan de mi confianza, porque entiendo que el Psoe ha seguido una senda política hacia el centro, con la cual no coincido en absoluto, ya sea porque entiendo que no es lo que los españoles necesitamos ni lo que se puede y debe esperar de un partido que se dice socialista.
Sin embargo, he de decir que lo que le he escuchado esta mañana me ha recordado lo del fin de las ideologías. Decenios antes, Groucho Marx dijo aquello de estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros, que era una versión temprana y amable de ese fin de las ideologías. Y hay que añadir que Pedro Sánchez lo borda en este sentido. Defiende con el mismo ahínco, insistencia y brillantez, tanto una postura como la contraria, tanto da que se trate de una coalición con la derecha, como que sea con la izquierda. Lo que importa, vienen a significar esas posturas, es que se logre el objetivo. Si no es posible un pacto con las derechas, ha de lograrse con las izquierdas, lo importante es conseguir el fin, como cuando peregrinaba por la geografía española en busca de votos que le dieran de nuevo la secretaría general. Para este cometido, ha demostrado una capacidad fuera de lo común. Lo necesario, ahora, es que mantenga ese ritmo y pueda pilotar la coalición que ha logrado y los votos favorables que le apoyan en el Congreso.
Porque esto es lo importante; en esta encrucijada, aún teniendo cada uno su propia ideología – porque algunos la tenemos- lo que necesitamos es un gobierno que persevere y nos lleve al puerto deseado, navegando a lo largo de toda la legislatura. Que no será fácil, que habrá que sortear mil obstáculos, empezando por la apelación al Constitucional de todas las leyes progresistas por parte de la derechona; que habrá que gobernar a golpe de decreto ley, como decíamos el otro día, para lograr los objetivos de la legislatura.
Así que bienvenido sea el nuevo gobierno, y bienvenido sea el nuevo presidente, y guardémonos nuestra ideología en aras del fin común.



1 comentario:

  1. Efectivamente, tampoco es santo de mi devoción como persona, pero creo que aunque lo tiene muy complicado, podía haber sido peor, si hubiese ganado el otro bloque. Esperemos que se gane el sueldo, haciendo una poíítica que resuelva problemas que tenemos enquistados en este país. Por lo menos todos los que puedan.

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