martes, 14 de abril de 2020

¡Salud y República!





Podríamos definir la forma república como el estadio superior de las formas de gobierno a lo largo de la Historia. La forma adulta podríamos decir, o también la más respetuosa con la población, que con ella adquiere la categoría de ciudadanos, abandonando la de súbditos; el state of the art, que dirían los estudiosos de esa evolución. La República Ateniense - que también esto debemos a Grecia- fue finalmente derrocada por los que aspiraban a otra forma de gobierno, digamos más expeditiva.

Esta ha sido una constante en la historia de la humanidad, la disputa entre la democracia y la dictadura. En muchas ocasiones, en la segunda opción se ha aligerado el yugo y se ha llegado a un compromiso entre el monarca y la ciudadanía: monarquía parlamentaria, se llama. Hay una forma monárquica, se mantienen el monarca y la dinastía, pero la política se lleva democráticamente: el rey reina, pero no gobierna. El ejemplo típico lo constituyen las monarquías europeas, donde hay una democracia plena, en unas monarquías de palacios y castillos. España está englobada en este grupo, pero debemos preguntarnos por qué tenemos un Rey que lee discursos escritos por “negros”, para que después sesudos comentaristas analicen las palabras del monarca.

Amigos de esos países se extrañan siempre de que en España continuemos con esa dinastía históricamente tan dada al vicio y a la corrupción, que se ha reencarnado en esa figura que se conoce como el rey emérito. Obviamente, la familia reinante tiene una carencia de legitimidad de origen por la dictadura de la que es continuadora y deudora. Dictadura, no lo olvidemos, que llegó al poder tras un “alzamiento” de fuerzas militares con apoyos católicos, monárquicos, terratenientes y partidos políticos de derechas. Esta urdimbre de fuerzas reaccionarias siempre pesará en la actual monarquía española, por muy moderna que quiera aparentar. Y, siendo imaginativo, yo recomendaría al monarca que propusiera el cambio de la actual monarquía a una República, de la cual él mismo fuera el Presidente por el plazo legal que se establezca, cuatro o cinco años; transcurrido el plazo, podría optar a una segunda y última presidencia, con el sueldo que se establezca para ese desempeño, si superara las elecciones correspondientes contra el candidato que llegara avalado por una consulta popular; quizás ganara y se convirtiera en un caso insólito en la historia. ¿Por qué no? Lo que no tiene sentido es que, por un mero hecho de filiación se pueda heredar un trono. Es algo que no se sostiene, y debemos recordar que al menos una vez en el siglo XIX, en esa familia se llegó a reinar sin ser hijo del rey, sino de uno de los múltiples deslices de la reina.

En fin, hemos venido a este mundo por un impulso vital que en su recorrido de miles de millones de años en esta tierra busca mejorarse y en ello se empeña. Y nosotros, vida consciente, debemos tratar de que esa mejora se desarrolle, y en nuestra vida en sociedad nadie sea más que otro, haya nacido donde haya nacido, y que todos los humanos tengan las mismas oportunidades. Para eso debemos construir una sociedad justa y equitativa e implantar las medidas conducentes a ese objetivo.

Consecuentemente, en este 14 de abril que nos recuerda la fecha en que se proclamó la Segunda República Española, quiero desear a todos ustedes dicha y felicidad. Con el saludo que a muchos nos identifica: ¡Salud y República!

Sé muy bien que este saludo no será compartido por todos; a los que no se sientan identificados, les deseo “solamente” salud y felicidad.



No hay comentarios:

Publicar un comentario